Saravi.
No recordaba desde cuando me había sentido tan bien, ni desde cuando había visto tantas sonrisas en los rostros de las personas que más amaba. Aunque mi madre no había asistido a la boda de la princesa, me sentía a gusto que mi padre viniera muy seguido al palacio y que Nadia se hubiese ajustado a muchas cosas aquí.
Llegaría el momento en que tendría que hablar con Jemina, era necesario sanar esa parte de mi corazón; entonces estaría tranquila y disfrutaría esta nueva etapa que me estaba haciendo muy feliz.
La ceremonia terminó muy tarde, Kalil y yo decidimos regresar y compartir con la familia, pese a que aún Zura tenía sus reservas en cuanto a mí.
Después de unas horas, los novios se retiraron en un carruaje que los destinarían a una casona privada que pertenecía al palacio, y después de ello, estarían por algunas semanas viajando pasando su luna de miel.
Kalil y yo caímos rendidos al amanecer, luego de tomar algunas tareas que Hanna nos pidió. Despedimos a la gente y le dimos fin a la velada que tanto se había postergado.
Deslicé mis manos sobre sus hombros mientras le observé en forma silenciosa. Kalil solía dormir abrazado a mi cintura, y con su pierna sobre la mía. Estaba bastante a gusto, pero recordé que Fais se iría desde la mañana al centro de Angkor y quería delegarle algo para comenzar los trámites de Laia.
Si no me levantaba ya mismo, podía perder la oportunidad. Traté de hacer un esfuerzo por no despertarlo, pero nada más me moví un poco, Kalil sujeto mi cuerpo y se levantó de golpe.
— ¿A dónde cree que va majestad? —preguntó con sus ojos hinchados.
—Yo tengo mucho que hacer Señor, no podemos quedarnos aquí todo el día, la celebración terminó.
Él esbozó una sonrisa que comenzó a derretirme, y recé por que pudiera salir a tiempo de esta habitación.
Después de una hora, caminaba junto a Kalil por los pasillos del palacio. Iríamos al comedor a desayunar y Fais nos estaba esperando. Así que me tranquilicé porque tendría mi mandado hecho.
Cuando llegamos, Fais se levantó del asiento y nos saludó, le tendí la mano mientras besaba sus dos mejillas, y luego procedimos a sentarnos mientras el desayuno se servía.
—Envié su… petición majestad —dijo Fais hacia el rey, con algo de incomodidad.
Kalil alzó su rostro y asintió, para luego cambiar el tema rápidamente.
— ¿A qué hora estará regresando?
—Creería que por la tarde… —respondió Fais.
—Entonces búsqueme en cuanto llegue Fais, necesito realizar otra reunión para lo de las solicitudes.
Fruncí mi ceño, porque no entendía nada de lo que se hablaba en la mesa, sin embargo, no perdí el tiempo.
—Fais —interrumpí—. Por favor, no olvide en preguntar lo de Laia.
—Claro que lo recuerdo —respondió sonriendo—. Parece que dentro de poco tendremos una nueva integrante en este palacio.
Miré a Kalil ansiosa, con una sonrisa en el rostro esperando su aprobación, sin embargo, su rostro hizo que mi ánimo cayera al suelo. Él no estaba prestando atención a la conversación de Laia, él estaba ensimismado mirando en otra dirección como si hubiese visto un fantasma.
Miré a Fais para obtener una respuesta, pero este giro también en la dirección que estaba causando estragos en el rey. Pasé un trago difícil y luego, lentamente giré para saber de qué se trataba, pues yo estaba de espaldas a las miradas de ellos.
Me levanté, al ver que los padres de Alinna, Bilal y Dima estaban junto a ella, tomándola de las manos. Pero ella parecía devastada, porque su rostro estaba inundado en llanto.
Por alguna razón mi corazón se sobre exaltó mientras un lacayo entraba adelantándose a ellos agitado.
—¡Majestad!, ¡perdóneme!, les pedí a mis señores esperar en el salón, les dije que usted estaba en su desayuno… ¡Por favor, perdóneme! —dijo el hombre temeroso.
Yo quería girar y preguntar que estaba ocurriendo, no obstante no podía dejar de mirar a aquella mujer, y la expresión de sus padres. Si no estaba equivocada veía enojo en esos rostros, como si quisieran reclamar.
—No podemos esperar, majestad —dijo el padre de Alinna muy enojado—. Es necesario que usted nos atienda ahora mismo.
—Bilal… no olvide a quien se dirige —sentenció Fais colocándose a mi lado.
—Sé a quién me dirijo Fais, no debes recordármelo, no estoy faltando el respeto a mi Señor. Pero, él sí lo hizo con nuestra familia.
No pude contenerme más, busqué la mirada de Kalil, ya que él no decía nada antes este evento que era demasiado extraño. Pero él solo apretaba sus puños mientras su expresión era nula, él parecía como si el color de su piel había desaparecido.
—Pues tendrán que esperar Bilal —continuó Fais con un tono seco.
Yo simplemente… Esto tenía que ser un invento de Alinna, era eso, esto no podía ser cierto.
Solté la mano de Kalil de repente y giré tomando el brazo de Fais y este me tomó de inmediato.
—Majestad por favor, tranquila… —me susurro mientras me sentaba en una silla.
Kalil respiraba agitado mientras me observaba con dolor. Entonces era verdad, esta situación estaba sucediendo y no estaba en una pesadilla.
—¿C-cuando? ¡¿Cuándo sucedió esto por el amor de Dios?! —pregunté en dirección de Kalil.
Entonces él se acercó, pero le detuve antes de que se inclinara hasta mi posición.
—Saravi… déjame explicarte…
Pero sus palabras se cortaron cuando yo negué varias veces.
Mis ojos se llenaron de lágrimas al instante, y no las pude contener, sabía que no debía llorar frente a nadie, ni Alinna ni Kalil merecían verme así. No lo merecían.
Entonces ella decidió despegarse de su padre, y caminó hasta acercarse.
—Saravi —dijo ella limpiando sus lágrimas—. Esto no fue planeado, simplemente pasó.
—No Saravi escucha —intervino Kalil tomándome del brazo y me levantó de la silla desesperado—. Yo no recuerdo nada de eso, yo… tú… mi padre había muerto y yo bebí demasiado… ¡Por favor!, ¡debes creerme!
Sus palabras eran torpes y desesperadas, por un momento quería creerlas, yo quería hacerlo.
—Yo no pude negarme a su petición —intervino Alinna mientras la mirada furiosa del rey se dirigió hacia ella—. El rey sabe cuánto lo amo, y yo no pude…
—¡Basta! —Dije mientras un sollozo muy doloroso salió de mi boca—. Ya no quiero escuchar más —giré hacia Kalil mientras limpié mis ojos—. Puedes atender tu asunto solo, yo necesito irme de aquí…
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Matrimonio Forzado