Saravi.
Caminé rápido, y Fais me siguió con paso apresurado. Tenía un dolor que no podía soportar, sentía que el cuerpo entero se quemaba lentamente y quería morir.
Al llegar a un salón privado, no pude más, me dejé caer mientras lloré amargamente. Mi garganta me estaba matando, sentía una presión sofocante, que por más que expulsara mi llanto no me dejaba de martirizar.
Los brazos de Fais me envolvieron al instante y llevó mi cabeza hacia su pecho, no dijo una sola palabra, pero yo tomé su chaqueta para aferrarme a él.
Yo simplemente no podía creer que esto estuviese pasando, aun y cuando escuché lo que dijeron y que con su mirada de culpabilidad Kalil me lo confirmara, sentía que esto era una mentira. Kalil no podía ser capaz de hacer algo así adrede, él no era así, ese no era mi Kalil. No lo era.
—Majestad…
—Fais —dije levantando mi rostro— lléveme con usted, necesito salir del palacio, ¡por favor!
—Pero usted no se encuentra en condiciones, además…
—Solo quiero salir, no haré una estupidez, solo quiero… no quiero verlo —terminé por decir.
—Estoy seguro que esto tiene una explicación —dijo Fais mientras me colocaba de pie—. El rey la ama, y eso es innegable.
Iba a contestarle cuando vi que Kalil entró al salón agitado.
Entonces mi rostro se puso amargo.
—Saravi, amor, escúchame por favor…
Mi pecho estaba muy agitado, la rabia dominaba mi interior, no podía describir que era solo rabia, pues sentía mucho dolor al mismo tiempo.
—Ahora mismo me iré con Fais —le respondí y su rostro menguó, y se tornó muy preocupado.
—No, Saravi escucha…
Mi mente se fue aquel día cuando fui acusada por Alinna, no sé por qué lo recordé, pero aun así y con todo lo que acarreaba, Kalil de cierta forma me escuchó.
—Kalil —le dije tratando de controlar mi estado—. Ahora estoy muy molesta, dolida y decepcionada de ti. Quiero ir con Fais, necesito un tiempo solo porque ahora mismo lo que menos quiero es verte y escucharte.
—Amor…
—Pero… te escucharé cuando este de regreso, solo dame tiempo. No quiero saber nada de este tema ahora, me duele mucho —dije mientras las lágrimas se escurrían por mi rostro.
Kalil pasó los tragos mientras asintió. Entonces Fais le tomó el brazo.
—La llevaré, ella necesita tiempo majestad, sé quién es usted, y sé que hay una explicación para todo este suceso —le dijo Fais. Y luego giro hacia mí ofreciéndome su brazo.
Me tomó unos segundos reaccionar, en realidad no es que quería mucho salir, pero tampoco podía quedarme, no sería la burla de Alinna, ni de nadie.
Di unos pasos tomando su brazo, pasé por el lado de Kalil mientras este me miraba insistentemente, entonces solo rozó sus dedos por mi vestido y dijo:
—No olvides que te amo como a nadie Saravi, por favor, no lo olvides.
Ignoré sus palabras mientras el llanto se me acumulaba en la garganta, entonces Fais y yo nos dispusimos a abandonar el palacio.
Fais era toda una persona, desde que ingresamos al carruaje no me dijo una sola palabra y había dirigido su mirada hacia la ventana, lo agradecí infinitamente porque ahora mismo necesitaba llorar hasta el cansancio.
Había un bebé entre Kalil y yo, y aún estaría Alinna de ahora en adelante en nuestras vidas. No podía imaginar lo que nos esperaba si en el caso, quería pasar esta página y seguir a su lado, tenía muchas cosas que pensar. Pero solo imaginar una vida sin él me hacía sentir un profundo dolor, incluso peor que el que estaba sintiendo ahora.
«Infidelidad», esa era la palabra que taladraba mi cabeza todo el tiempo. Solo pensaba, qué pudo haber pasado para que ese encuentro se suscitara y Kalil hubiese decidido tomarla como mujer a Alinna. Reprimí los ojos solo de pensarlo, esto estaba sobrepasándome a mí misma, me sentía mísera, tanto que en ocasiones deseaba no volver.
—Majestad, debemos entrar a alguna tienda o algo así, no tenemos suficiente apoyo para estar al aire libre solo con algunos guardas detrás de nosotros y parece que hoy hay mucha gente.
—Es nuestra gente, ¿Qué puede pasar? —pregunte mientras daba la mano a algunos niños que gritaban por mi atención.
—No lo sé, hoy particularmente veo mucho desorden aquí, mucha gente extraña. —dijo mientras miraba hacia todos lados.
—Si le preocupa mucho, entonces entremos a un lugar para descansar —dije entendiendo su punto.
—Debo mandar a revisar el lugar primero, pero no la quiero dejar sola.
— ¡La reina!, ¡la reina! —más niños se acercaron a mí, y les saludé de inmediato haciendo que desviara la mirada de Fais.
—Puede ir, nada me pasará, deje un guarda conmigo —le dije mientras con la mano saludaba a otras personas que gritaban que les mirara.
Vi por el rabillo que Fais estaba tenso, con duda y un poco agitado, entonces dejó al guarda conmigo y luego se fue disparado para buscar un lugar.
La gente prácticamente se arremolinó, y muchos se apretaban entre otros haciendo incómodo el momento, giré varias veces hacia todas las partes y, pero Fais estaba tardando en aparecer, así que le dije al guardia que me sacara del lugar para tomar aire, me sentí ahogada.
Poco a poco y con mucha dificultad fuimos pasando la multitud, hasta que nos detuvimos en una esquina, el hombre estaba fatigado, y por más que gritara a la gente que se alejaran un poco ellos parecían no entender que necesitábamos un espacio.
En cuestión de momentos la situación se salió de control y el espacio fue inundado por hombres que tenían una capucha en sus rostros, tomé el brazo de mi guarda asustada sin saber lo que estaba pasando mientras los gritos comenzaron.
—¡Majestad…! —Dijo el hombre conteniendo la respiración—. No se separe de mí —y luego saco su espada mientras me cubría con su cuerpo.
Mi cuerpo comenzó a temblar un poco desesperada. Y de un momento a otro al menos diez hombres vinieron hacia nosotros y de varios golpes derribaron al hombre que se suponía me protegería…
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