Matrimonio Forzado romance Capítulo 92

Kalil.

—¿Estás seguro de que todo por lo que te culpan pasó? —pregunta Kader frente a mí.

Esa misma pregunta me la he hecho cada día que mis ojos se abren, porque sencillamente no recuerdo nada de lo que pasó esa noche. Tengo tanta frustración dentro de mí, y una rabia que me consume por dentro. Tengo tanta rabia con Alinna por aparecer, por estar esa noche, tengo tanta rabia conmigo mismo…

—Ni siquiera recuerdo nada —le respondo a Kader malhumorado a la vez que él hace un gesto con su boca—. ¿Dónde están ahora? —pregunto de nuevo en su dirección.

Después que Saravi partió con Fais por la mañana estuve al menos una hora escuchando las exigencias de los padres de Alinna para con su hija, mi hermano por supuesto había llegado al enterarse de lo que estaba pasando, y allí se quedó de pie escuchando todos los reclamos que la gente hizo hacia mí. Entre eso, en que ahora Alinna debía vivir en el palacio.

Esto me mataría antes de tiempo.

—Los instale en el ala sur del palacio, no estuvieron muy contentos, pero no puedo dejarlos cerca de ustedes. ¿Has pensado lo que dirá Saravi cuando llegué y sepa que ella se quedará?

Coloqué mis manos en el rostro mientras negué varias veces. Esto era el colmo.

—No sé ni que decirle… —respondí—. No sé qué haré, no…

Mi hermano resopló mientras caminó por el lugar.

—También debemos estar pendientes de que mi madre no salga con alguna suya y se ponga de lado a Alinna.

—Espero que ella no me complique las cosas, ¡quiero que Saravi esté ya aquí!, necesito que me escuche.

Kader se fue a la ventana y se detuvo allí por largo rato.

—¿No estaba Fais con Saravi? —preguntó de repente.

—Sí… —me puse de pie y fui hasta su lugar.

Entonces el carruaje estaba estacionado y Fais venía con un guardia a su lado casi corriendo por el patio. Pasé un trajo muy difícil mientras pensé lo peor. Saravi me abandonó, había escapado, se fue.

Me giré lentamente mientras traté de aflojar el cuello que me estaba impidiendo el paso del aire. Mi hermano Kader se apresuró a abrir la puerta del salón donde estábamos para esperar que Fais entrara y dijera lo que tenía que decir.

Pero yo tenía miedo. Mucho.

Su aspecto no era nada bueno, su ropa de hecho estaba muy arrugada y en su rostro se podía ver que el terror circulaba por sus venas.

—Majestad… —dijo una vez llegó a nuestro sitio muy agitado y pálido.

Kader se apresuró a arrimarle un sillón y él se sentó muy fatigado, mientras el guarda se colocó atrás de él con la cara rasguñada.

«¿Qué les había pasado?»

Fruncí mi ceño mientras Fais tomaba algo de agua que un lacayo le había servido, entonces me observó como si implorara mi perdón.

—¿Qué es lo que pasó? —mi hermano preguntó adelantándose a mí, las palabras se me trabaron en la boca.

—Yo lo siento tanto… —dijo el vizconde agachando su cabeza.

Mi garganta se comprimió varias veces.

—¿Ella se fue? —no pude contenerlo más en mi boca. Pero la expresión de vizconde alarmó más mi sistema negando varias veces.

—Mi señor, la reina estaba conmigo en el centro, en el área comercial exactamente, ella quiso caminar, respirar un poco. Yo presentí que algo había mal, era mucha gente, mucho bullicio, y personas conglomeradas en el lugar.

El latido de mi corazón parecía un zumbido, el cuerpo simplemente me temblaba.

—Le dije a la reina que estaba desconfiado, que era mejor ir a otro lugar —dijo atropelladamente—. Ella me dijo que buscara el lugar mientras mucha gente llamaba su atención. Agilicé todo dejando un guarda con ella…

—¿Cómo es que fueron al centro de Angkor con dos guardas solamente Fais? —pregunté mientras las emociones subían a mi cabeza.

El negó.

—Se lo dije… —respondió sin mirarme.

—¿Dónde está ella? ¿Por qué no está con usted?

—Cuando volví había un desorden, parecía una trifulca, mucha gente corriendo. Mi guarda alcanzó a ver a su igual en una esquina. El hombre estaba muerto y Saravi no estaba con él.

Mis ojos se abrieron impactados por la noticia y el cuerpo me tembló. Una sensación muy basta me golpeó en el estómago mientras coloqué la mano en un escritorio para entender de qué se trataba esto.

—¿Quieres decir que raptaron a Saravi? —pregunté muy bajo.

—No estaba seguro hasta que varias personas me aseguraron que varios hombres encapuchados se la llevaron en contra de su voluntad majestad… yo lo siento mucho, yo debí protegerla.

—No podías —intervino Kader—. Hubieses muerto si se atravesaba a esos hombres.

El pecho se me hundió al instante, no podía ser otra persona que Omer en este asunto, no había otro detrás de esto. El maldito se había llevado a Saravi, mi Saravi.

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