Matrimonio Forzado romance Capítulo 93

Kalil.

—Tome esto majestad —dijo una dama ofreciendo una tasa hacia mí, mientras mi madre caminaba apresurada y muy nerviosa.

Sujeté la tasa, era café muy cargado. Pero lo necesitaba.

Estaba molido, mi cuerpo exhausto no podía siquiera sostenerse de pie. Amanecí en las calles de Angkor junto a los pelotones, pude hacer frente a varios grupos en compañía de Kader, habíamos luchado arduamente por enfrentar con nuestro ejército, todas las desagracias que se estaban suscitando.

Tenía algunos rasguños en la cara, y los nudillos rostros, las palmas de las manos me ardían, pues sostuve la espada por mucho tiempo y estaba fatigado, hasta el aire podía quemar mis pulmones del cansancio.

Pensé, pensé en Saravi cada vez que hacia frente a un enemigo, descargué mi ira en cada uno de ellos, hasta que mi propio cuerpo exhaló el último suspiro de fuerza.

Regresé, ordené la retirada en cuando vi en la lejanía que varios militares llegaban al lugar, no podíamos hacer frente a todo este mar de hombres que estaba inundando mi país, muchos querían devastar mi nación.

—Solo falta un día, debemos soportarlo —dijo Zura muy nerviosa—. Hanna envió una nota, ellos están bien, están regresando de manera sigilosa.

—Eso me alegra —dije muy bajo mientras di otro sorbo de café.

Mi madre giró en mi dirección y se acercó todo lo que pudo.

—Deberías descansar un poco como tu hermano, necesitas recuperar fuerzas.

—No podría cerrar mis ojos mientras mi gente muere —dije mientras me dolió el rostro. Porque de cierta forma se me contrajo la cara mientras mis ojos se cristalizaron.

—Entiendo lo que dices —dijo a la vez que su voz se quebró—. Sé lo que estás sufriendo hijo, pero debes reponerte para volver a ir allá.

Mi madre limpió sus lágrimas mientras sostuvo mi rostro.

—Tu nación te necesita fuerte —volvió a decir—. Saravi te necesita fuerte.

Mis ojos se abrieron de par en par ante sus palabras, estaba impresionado mientras ella observó directo a mis ojos.

—Ella es fuerte, no debes preocuparte, solo… espera un día más mientras llegan los refuerzos.

—¿Quién te lo dijo? —me recliné rápidamente.

—Fais… —contestó colocando su mano en mi pecho cuando quise levantarme—. No he hablado de esto con nadie, así que no creas que tu propia madre vaya a hundirte.

—Debo ir madre —dije mientras traté de levantarme, pero las fuerzas me faltaban, no había dormido nada y el cuerpo me temblaba literalmente.

—Hazme caso, por favor…

Cuando iba a refutar la puerta del salón se abrió y Alinna entro conmocionada. Su mirada se clavó en la mía y luego colocó las manos en su boca.

—¡Oh por Dios, Kalil…! —dijo corriendo hacia mí.

Justo cuando ella iba llegando a mi lado alcé mi mano para frenarla.

—No.

Ella mudó su rostro mientras las lágrimas bajaban.

—¿Qué es lo que está ocurriendo? —preguntó conteniendo el llanto.

—Estamos siendo atacados por muchos reinos —le respondió mi madre en tono seco mientras se reponía.

—¡Dios mío! —Exclamó Alinna—. ¿Pero cómo es posible? ¿Por qué razón?

—No lo sabemos —volvió a responder mi madre.

Entonces Alinna negó varias veces mientras hizo como si recordara algo.

—Esto es debido a Saravi —susurro muy bajo.

Así que de unos pasos me acerqué a ella y la zarandeé varias veces, mi madre corrió a intervenir, pero la ira se había apoderado de mí.

—¡No vuelvas a decir nada igual!

—¡Kalil!, ¡suéltala!, ¡ella está en estado! —gritó mi madre mientras Alinna negaba varias veces.

—¿Cuándo abrirás tus ojos? —Preguntó la mujer delante de mí—. ¿Cuándo entenderás que ella solo ha traído desgracias a tu vida?

Tomé su cuello y lo apreté mientras de unos pasos la arrinconé en la pared.

—¡Kalil! —grito mi madre, pero no le hice caso.

—Si me entero que tú estás en esto… —le dije muy cerca mientras ella luchaba por tomar aire—. Te mato con mis propias manos.

—¡¡¡Kalil!!!

El grito de mi madre me hizo cobrar los cinco sentidos y aflojé el agarre mientras Alinna se tiraba hacia el suelo tosiendo exageradamente.

—¿Te has vuelto loco? —Zura me zarandeó—. ¡Ella lleva tu hijo dentro!

Deslicé la mirada por mi madre y luego me fui del lugar. No necesitaba de esto, ya tenía suficiente con lo que estaba pasando como para colocar más drama en mi vida.

Aunque no era mi intensión, mi cuerpo no daba para más, solo di unos pasos dentro de mi habitación y caí en la cama sin quitarme la ropa, manchando de sangre las sábanas y de suciedad.

Los latidos eran desesperados, y mi mente suplicaba a gritos, aunque mi boca estaba cerrada. Reprimí los ojos muy fuerte, mientras las lágrimas caían.

Necesitaba encontrar la solución rápidamente, quería salvar a mi país de esta tragedia, y un día de espera me parecía eterno. Mi alma quería arrastrarme hacia donde Saravi, pero mi cuerpo ya no reaccionaba, ahora solo era un montón de fragmentos rotos que pedían al cielo misericordia…

Saravi.

Escuchaba muchas voces, todas ellas hablan sobre el plan a seguir, todos concuerdan en dividirse para hacer la entrega mientras la agitación de varias respiraciones pone en evidencia la tensión entre ellos.

No puedo saber a ciencia cierta donde estoy o a donde me llevan. Una vez que me atraparon en la ciudad, fui montada a un carruaje y allí me vendaron los ojos y taparon mi boca con un pañuelo.

Lo único que sé ahora mismo, es que parece que hay una negociación en cuanto a mí, porque a lo largo del viaje es lo único que he podido escuchar. Así que, a donde sea que vaya a ser entregada, estamos a punto de llegar, entonces estoy tratando de aguantar mis nervios y mi miedo, debo pensar muy bien lo que haré y como debo comportarme para salir de esta situación.

Remuevo una vez más mi cuerpo, ya que la incomodidad a estas horas no me da alternativa de tratar de posicionarme en mejor lugar, mis manos, aunque que reposan en mis piernas están atadas y las apretaron más fuerte de lo necesario.

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