Matrimonio Forzado romance Capítulo 98

Saravi.

Lloré por un buen rato, lo necesitaba, sentía que mi cuerpo era como un trapo que Omer decidió maltratar hasta el cansancio.

Me ovillé en un rincón. Este lugar no tenía cama, ni mesas, era un cuarto totalmente despojado de pertenencias, con una manta sucia cerca de la puerta.

Pensé en Kalil, en lo que estaría pensando con mi ausencia. No estaba segura que estaba creyendo de todo esto, si desconocía que Omer había declarado una guerra contra nuestro pueblo; ante todo, lo que realmente rondaba mi cabeza era si estaría pensando que, lo que estaba ocurriendo era otra vez por mi culpa.

Lo siento tanto… sollocé hasta que mis ojos literalmente se agotaron, tenía días así. No había tenido descanso para esta tristeza que estaba apagándome lentamente. Entonces recordé que mi última despedida hacia Kalil, fue como una nunca debería despedirse…

El corazón me dolió…

***

Los movimientos constantes en mis brazos me hicieron despertar…

—Mi lady… por favor despierte…

Todo vino de golpe. El dolor punzante de mi mano, la cabeza a punto de estallarme y el ardor de la piel en mi cuello.

Gesté mi incomodidad.

—Señorita Saravi —volvió a insistir esa voz.

Parpadeé varias veces y luego vi que frente a mí estaba Samira.

Le quité sus manos de mi cuerpo como si repelara su toque.

—Déjame Samira —dije a punto de volver a llorar—. Debes irte de aquí… te harán daño.

El rostro me dolió cuando las lágrimas se acumularon nuevamente en los ojos. No podía cargar con todo esto y llevarme a alguien más.

—Escúcheme señorita, le traje esto para que coma, el señor Omer sabe que estoy aquí —dijo ella asomándome un plato con frutas.

—¡No comeré nada que él me envié! —respondí con rabia. Y sin recordar, utilicé la mano lastimada para arrojar el plato lejos. Entonces el dolor que procedió me hizo reprimir los ojos y dar paso al llanto rápidamente.

—Señorita…

—¡Vete Samira! Déjame sola, ¡vete!

Por un largo rato hubo un silencio por parte de ella y luego cuando comencé a calmarme a la vez que apretaba mi mano contra el estómago, abrí los ojos para ver que ella seguía aquí.

—La ayudaré a escapar —dijo y yo me quede mirándola fijo.

—¿Qué dice? —pregunté con los labios temblorosos.

—Le llevé comida a mi señor Abdel, él está en una celda cerca de aquí.

Me levanté de golpe y llegué a su sitio.

—¿Cómo está él?

—Muy decepcionado… triste. Pero no perdió mucho tiempo, me indicó cómo podríamos salir…

—Samira…

—Lo haré mi lady, pero debe esperar hasta el amanecer, vendré con la excusa de su comida, y saldremos por la parte trasera del palacio que da continuidad al bosque. De esta forma usted podrá escapar… deberá adentrarse lo más que pueda, y…

Ella hizo un silencio y luego colocó sus manos en el rostro.

—No sé si esto pueda salvarla —continuo—. Usted puede morir en este intento.

—De igual forma moriré aquí Samira —le dije tomando sus manos—. No podré resistir estar aquí mucho tiempo, no con ese hombre.

Ella asintió.

—Si puedo le traeré más fruta, usted no sabe cuánto tiempo esté en el bosque…

—¿Por qué habla como si usted no fuera conmigo? ¿Prefiere quedarse aquí? —pregunté con miedo.

Ella negó.

—Debo volver por el Señor Abdel…

—Podemos escapar con él —intervine.

Ella volvió a negar.

—Cuando me dio las instrucciones me dijo que no escapará de Yomal. Él se irá, pero no de su país.

Una punzada se instaló en mi corazón.

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