Matrimonio Forzado romance Capítulo 99

Kalil.

Saravi… no…

Tomé una bocanada de aire y sin pensarlo golpeé con mis piernas el caballo sin esperar la indicación de Basim. Con mi partida arrebatada todos los caballos comenzaron a andar en galope rápidamente tras de mí, directos hacia los hombres que están frente a nosotros. Pero, sobre todo, a ese hombre, Bozkurt que había maltratado con su brazo a Saravi.

No pasó mucho tiempo, en cuestión de segundos estábamos a unos metros de ellos cuando el mal nacido tomó nuevamente su espada y la coloco en el cuello de Saravi, esperando que todos se detuvieran por ese acto.

Alcé mi mano en un puño a la vez que me frené en seco haciendo que todo el batallón hiciera lo mismo. Todos sus soldados estaban con los ojos abiertos, muy impactados y confundidos viendo que éramos muchos para ellos. Poco a poco los refuerzos del palacio de Bozkurt se fueron sumando al lugar llenando todo el campo de la parte trasera de su palacio.

El corazón se me desarmó cuando vi el rostro de ella. La respiración se me cortó. Saravi había sido golpeada y tenía varias rapaduras en su piel. No podía describir cómo me sentía, yo solo vibraba de anticipación. La ira comenzó a llenarme.

Pasé un tragó en cuando vi que ella tomaba su mano y la apretaba mientras la hojilla de la espada estaba en su garganta.

—¡No se acerquen más! —gritó Bozkurt.

—¿Este es el hombre a quien están defendiendo? —Dije casi en grito hacia los uniformados que sabía eran sus aliados, pero no residentes de Yomal—. De una vez les digo, este es solo un grupo, nosotros somos muchos, aun así no combatiremos con ustedes. Esta guerra es una farsa.

Muchos hombres se miraron unos a otro a la vez que un asustadizo rey miraba hacia todas partes esperando la reacción de los hombres.

—¡No haremos nada a quien no ponga resistencia! —intervino Basim—. Sabemos que el plan de este hombre ha sido engañarlos a ustedes… esa mujer a la que tiene de rehén, es la soberana de Angkor.

Volví a desviar la mirada hacia Saravi, ella parecía muy adolorida y muy agitada, sin embargo, su mirada solo me transmitía seguridad y un rostro radiante, indicándome que estaba feliz porque estaba aquí, por ella.

A pesar del momento, asomé una sonrisa para ella. Quería transmitirle toda la confianza posible, las cosas no podían salirse de control. Él podía hacer cualquier cosa, ya que se estaba viendo acorralado.

Muchos soldados comenzaron a dejar sus espadas confundidos, y justo cuando pensé que nada podía ir mejor el grito de Omer desestabilizó a muchos.

—¡Cobardes!, ¡malditos!, ¡ataquen!, ¡doy la orden a todo militar de Yomal que ataque!

Abrí mis ojos asustado cuando vi que dio unos pasos hacia atrás mientras seguía amenazando la vida de Saravi.

Unos miles o dos mil hombres, que ya se había arremolinado en el lugar dejando el resto del palacio expuesto, vinieron contra nosotros de forma imprevista comenzando el enfrentamiento que quería postergar.

«Así que todo comenzó».

Esquivé varios golpes y lanzadas de espada, bajé del caballo porque necesitaba encontrar a Saravi y por la muchedumbre la perdí de vista. Miré hacia todos los lugares donde hombres combatían con vehemencia. Basim luchaba muy bien desde su puesto, mientras el corazón me latía desbocado tratando de dispersar a todos los hombres que tenía alrededor, para encontrar a Saravi.

Un empujón me hizo trastabillar y luego giré para golpear, pero la mano de mi hermano me frenó.

—¡Está allá! —dijo señalando un lugar y el continuo con su lucha.

Me deslicé todo lo que pude hasta llegar a un grupo que rodeaba a Bozkurt como protegiéndolo. Miré hacia mis espaldas y muchos hombres comenzaron a cubrirme en señal de respaldo, entonces me dirigí por fin al mal nacido.

—Se acabó —le dije duramente.

Él negó varias veces mientras instaba a sus acompañantes a defenderlo, pero con el grupo que tenía detrás de mí era imposible que ellos pudieran ganar.

Saravi se removió fastidiada de su abrazo y por un momento quitó el brazo de su garganta, me adelanté para enfrentarlo de una vez por todas, pero en el movimiento y forcejeo vi como su espada punzo la costilla de Saravi.

El aliento se fue de mí por un instante, era como si el momento se hubiese estacionado, y todo estuviese detenido.

Saravi dio dos pasos hacia atrás y luego llevó sus manos al costado para llenarse las palmas de sangre. Entonces miré fijo a Omer.

Corrí rápidamente tomándola con mis brazos y abrazándola antes de que callera al suelo.

—No, mi amor… —susurré muy cerca mientras su frente se llenó de perlas de sudor.

Temblé de forma descontrolada y rápidamente me quité la armadura para arrancar un pedazo de mi chaqueta. Apreté la herida de su costilla con la tela muy torpemente porque no podía controlar el temblor de mis manos.

No sé en qué momento pasó todo esto, pero solo levanté mi rostro cuando escuché la voz de la persona que estaba odiando con el alma.

—Yo no quise… yo jamás le haría daño… Saravi…

Mis ojos lo miraron con odio y aun cuando no quería despegarme de Saravi acomodé su cabeza tratando de controlar la adrenalina y mis pies me llevaron como si tuvieran vida propia hasta el hombre que tenía delante de mí.

Caminé, corrí y luego me lancé sobre él. Quería matarlo, y lo haría. Lo asesinaría con mis propias manos.

Comencé a golpearlo rudamente por el rostro mientras él trataba de defenderse, no podía ver nada más en este momento sino su rostro, así que estrellé mi puño por toda su cara varias veces, todas las que pude, hasta que sus brazos ya no se resistían. Necesitaba matarlo él tenía que morir hoy, debía destruirlo ahora mismo.

—¡NO! ¡Mi hijo! ¡NO!, ¡déjalo…!

Los gritos de una mujer agudizaron mis oídos además de que sus manos me halaban para que me detuviera, pero hice caso omiso. Golpeé parte de su cuerpo, hasta que una bocanada de sangre cayó sobre mi rostro.

—¡No!, ¡déjalo!, ¡ya basta!, ¡por favor! ¡Por favor! ¡Es mi hijo es mi único hijo! ¡Se lo ruego! —el llanto construido de la mujer se escuchaba por todo el lugar.

De repente unos brazos me envolvieron y fue cuando me di cuenta que nadie peleaba ahora, ninguna espada chocaba en contra de la otra, todos miraban en una sola dirección. La mía.

—Kalil —la voz lejana por un momento de Basim me centró a la realidad—. Tu hermano está herido.

Lo miré rápidamente.

—Kader…

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