-Señor Isidro, es hora de tomar la medicina.- Fernanda frunció el ceño al oler la medicina.
Cuando ella era niña, cada vez que estaba enferma, sus padres le daron este tipo de medicina. Por eso ahora tenía una sombra en el corazón y no podía soportar el olor.
Mirando a Fernanda, Isidro olió la medicina desde muy lejos, -¿Qué medicina?-
-Tu hermana me pidió que te la trajera.- Fernanda miró a Isidro un poco culpable.
Isidro frunció el ceño al escuchar que fue Victoria, -¡Llevatelo lejos-
Sabía que Fernanda no lo engañaría, pero si era Victoria, no lo estaba seguro, de verdad.
¡Ella era su hermana, relacionada por la sangre! Siempre hacía lo muy raro todos los días.
-Pero ella me dijo que te persuadiera a beberla.-
Victoria la obligó a asentir. Si no lo llevaba a cabo perfectamente, siempre le parecía difícil reponder a ella.
Isidro miró a Fernanda que tenía mucha vergüenza, -¿Te dice qué medicina es?-
-Dijo que es para tener hijos···- la voz de Fernanda era muy baja.
Victoria lo dijo muy fácil, pero a turno de ella, le resultó muy difícil.
Isidro se quedó callado, ¡como lo esperaba!
Él sabía que era así.
Isidro dijo en voz pesada, -Tráela aquí.-
Después de saber todo, el Señor Isidro cambió de opinión inesperadamente. Fernanda rápidamente se la llevó y vio que él tomó el tazón de la medicina, y luego la tiró directamente al basurero, fue lo que preparada por Victoria un día entero.
Fernanda se sintió lamentada, -Tu hermana la hizo ella misma por un día.-
Si su hermana supiera que había arrojado toda la medicina, ¿cómo se sentiría?
Pero estaba callado, él parecía un poco aterrador. Fernanda dijo con cautela, - Señor Isidro, ¿estás enojado? Realmente lo dije con buen deseo, y también tu hermana. Ella solo se preocupa por ti...-
Isidro bloqueó su boca de manera dominante.
No como antes que la caía solo un ligero beso, sino que él eligió un una forma muy tirana···
El respiro masculino lleno de hormonas la rodeó. El beso duró mucho tiempo, y Fernanda se sintió casi sofocada por ello. Isidro la soltó y la miró, quien aprovechó la oportunidad para respirar, -¿Ya sabes que tienes culpa?-
-¿Por qué?- Fernanda estaba confundida. ¿Entonces el Señor Isidro la estaba castigando?
Pero, ¿qué hizo mal ella?
Isidro se quedó sin palabras.
Miró a Fernanda y descubrió que era todavía joven e inocente, y nunca pensaba mucho.
Era por eso que no quería asustarla.
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