Mi Esposa Astuta romance Capítulo 223

Un manchón tan terrible. Camila ya no era una niña. Aunque no había hecho amor con Señor Lorenzo, pero no era tonta.

Sentía que el mundo se hundía y su vida acabaría.

Leila se vestía la ropa de Camila.

—Leila. Dime qué pasó —Amaya miró a Leila emocionada.

—Hemos hecho el amor y...

Leila se acercaba a Camila con timidez,

—Camila, habéis terminado. Amo a Lorenzo de verdad. Espero que nos felicite y no lo disculpe. Es culpa mía.

—Camila, vuestro matrimonio es un error. Eres sustituto. La mujer de Lorenzo debería ser Leila. Ahora todo está en su sitio. Debes respetar su voluntadad. Eres persona no bendecida. Divorcíate pronto.

Amaya estaba hinchada. Era buena para seguir a los derechos. Al ver a Leila ser mujer de Lorenzo, no la reprochó por su indiscreción y mostró orgullosa.

Camila la dio una bofetada con todo su esfuerzo. El ruido era tan grande que todos lo oyeron.

Pablo apreciaba su hija pero en el fondo Leila hizo cosas malas y Camila era su jefa. No se atrevía a impedirla. Le sorprendió y pensó que esta mujer era cruel.

La cara de Leila giró. Aparecieron una huella de la bofetada en su cara y sangre en labio, por lo que se veía cuanta fuerza utilizó.

—Camila, ¿por qué? ¿Por qué me tratas así?

Tenía que fingir ser pobre perfectamente. Leila hacía como que había sufrido injusticias llorando.

—¡Leila! ¡Qué asco! ¡Eres tan sinvergüenza que seduce a un hombre casado! Lorenzo es mi marido, ¿Cómo te atreves a tocarlo? No creas que te perdone por tu pobre apariencia. ¡Puta como tú, está condenada a muerte. No aparezca, o una vez que te veo, te recordaré la norma para siempre.

La cara de Leila se puso pálida. Temblaba por enfado y sus ojos eran rojas y turgentes. Se fijo en

Camila fríamente.

—Eres mi hermana, ¿cómo puedes tratarme así? Habéis terminado, ¿cómo no puedo...

Camila le dio tres bofetadas.

—La primera es de Pablo por tu sinvergüenza de seducir a un hombre casado. La segunda es de Dios. Y la última mereces.

Antes de que Leila terminara las palabras, Camila le dio tres bofetadas y más y más fuerte, que su propia mano está entumecida.

Leila nunca había sido tratado así. Quedó asustada sin reacción.

—¿Me ves como hermana? ¡Me das asco! Ya es una gran merced para ti que Felipe te permita vivir en nuestra casa pero has hecho cosas tan asquerosas. Si todavía viviera Felipe, no te dejaría hacerlas. La Familia Amengual no es poderosa pero sí es de clase media. ¡Qué tipo de madre es, qué tipo de hija tiene! La herencia es tan poderosa. La norma de La Familia Amengual es estricta y disciplinada, ¡pero la desordenasteis!

Todos se quedó sin palabras. Camila se comportaba como la dueña de la familia, decidida, eficiente y respetable.

Pablo la admiraba más y más. Era una mujer excelente.

Si no estaban en una mala ocasión, quería expresarla su respeto.

Leila no lo esperaba eso. Le asustó pero todavía tenía odio. Quería ocultar detrás de Lorenzo, sin embargo, él ya estaba al lado de Camila y se detuvo antes de ella como si construyera una pared para protegerla. Nadie podía acercársela y no se atrevía.

Si Lorenzo no estaba, Leila pelearía con Camila luchando a muerte. Pero Lorenzo la protegaba silencioso así que nadie se atrevía a desobedecerla.

—Lorenzo, regresamos. Estoy cansada.

Camila volvió la cabeza a mirar a Lorenzo. Con sola una segunda, su mirada fría se convirtió en suave. Ya expresó su enojo, por eso no quería considerar a Leila ni la hacía caso. Le tomó del brazo a Lorenzo con la mano pequeña.

Había sudor en la mano de Camila. El sudor era frío. Lorenzo lo sentía por la manga.

Camila había hecho todo su esfuerzo . Lorenzo aplaudió para ella en su mente y dejarla llevarlo a salir.

***

En la fincha privada.

No se hablaban todo el camino. El silencio era horrible. Lorenzo entró en la habitación y se detuvo antes de la ventana. Encendió el tabaco y el sistema de ventilación como siempre y inspiró profundamente.

El humo apareció de su boca como un espectro, qu confundía su rostro.

—Lorenzo, ¿has hecho amor con Leila?

Camila mantuvo silenciosa unos momentos, miró a Lorenzo con valor y abrió la boca.

—Sabes la respuesta.

Lorenzo miró hacia fuera y dijo tranquilo como si diciera cosas comunes.

—Dime la razón. No quiero molestarte, pero no entiendo. Eres persona responsable, no consentido, ¿o accedes a su tercer requisito?

Camila sentía que su corazón era doloroso.

—Camila, odio a mujeres fastidiosas. Déjame una impresión buena, no hagas cosas así.

Lorenzo tomó una bocanada, la espiró lentamente y dijo con voz fría.

—Entiendo.

Camila estaba mareada y le respondió con voz baja.

Camila cerró la puerta del baño y se ocultó en el rincón poniendo la cara en la mano. No paró de llorar y pronto las lágrima mojó el suelo.

Le dolía del corazón. Era dolor que podía marcar su vida.

Camila estaba tan triste que no sabía dónde colocarse. Temblaba fríamente y no dejó de llorar.

Lorenzo se detuvo hasta que se entumeciera su pierna y se volvió a mirar el reloj. Camila quedaba en el baño casi una hora. Las colillas se amontonaban en el cenicero de cristal. Lorenzo se sorprendió, y apresuró su peso sin consciencia, se acercó a la puerta del baño, y empujó la puerta con cuidado.

Al abrir la puerta, Lorenzo vio a Camila acurrucarse en el rincón con estremecimiento fuerte poniendo la cara en las manos. No vio a Lorenzo. Había un charco de agua. Camila lloraba depresiva, sola y triste.

Lorenzo sentía que le ahogaba ver camila así.

Quería abrazarla en su pecho y consolarla, pero...

—Deja de llorar. Ya has llorado mucho tiempo. Quieres morir por llorar.

—Te obedezco. Nos divorciamos.

Camila espiró, levantó la cabeza, secó las lágrimas en la car y miró hacia la ventana.

—Te obedezco.Nos divorciamos.

Lorenzo apretó los puños y respiraba profundamente.

—Afirmaré en el acuerdo, pero no te pido ninguno de dinero. Mantienes la familia, y no he hecho nada. Ahora te vas, no me da sentido pedirlo.

—Y eso, eso te devuelvo.

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