Mi Esposa Astuta romance Capítulo 224

Los que devolvió a Lorenzo eran la Eternidad y el anillo de diamante azul.

—No tengo la costumbre así. Son tuyos. Si no los quieres, tíralos.

Todo el cuerpo de Lorenzo se endurecía en su lugar, las pupilas se contraían violentamente y la voz estaba ronca.

— Bien.

Camila dijo con voz baja y volvió la mano. Los echó al basurero.

Lorenzo los miraba con el dolor en el corazón como si alguien lo apuñalara con un cuchillo.

—Te he dicho, no los quiero. Mañana vamos directamente a la agencia para el divorcio, no llegues tarde. Yo aclaro de antemano que es tu propio negocio tu relación con Leila, ella y Amaya, no las perdonaré. Si te metes en sus cosas, no te consideraré también.

Cuando terminó de hablar, Camila salió sin volver la cabeza.

Lorenzo se sentía mareado. La mujer que quería mucho en su vida lo dejó.

Y no volvería.

Aunque lo quería Camila, no podía aguantar sus reproches constantes.

Logró su objeto pero estaba penoso. Destruyó sus relación con sus propias manos.

Cuando Lorenzo dejó de pensar, los cogió y los limpió cuidadosamente con un pañuelo de papel. Todavía tenían el olor de Camila, como si ella nunca se había ido.

Los adornos que quería mucho Camila nunca los dejó a parte de ducharse.

Lorenzo nunca le dijo a Camila que el anillo tenía una inscripción en la parte interior. Eran los nombres de los dos, y la palabra amor en el medio. Lorenzo hizo esto con sus propias manos usando las herramientas.

Recuerdó muy bien las palabras de su madre.

—Lorenzo, si tienes la mujer que quieres en el futuro, trátala bien. Espero que el anillo que le dirás, será hecho con tus propias manos.

La técnica, los métodos y los procesos de fabricar este anillo eran enseñados por fabricantes con fama internacional que invitó con mucho dinero. Aunque nunca había hecho cosa así, lo dominó pronto por su inteligencia.

Pero ahora...

¿Acaso era mejor olvidarse que estar juntos?

Lorenzo sintió un olor de sangre en la garganta, y de repente hubo una tos. El aire estaba lleno del sabor a sangre. Levantó la mano con fuerza y frotó la boca. La sangre dejó huella en el dorso de su mano.

Lorenzo respiró profundamente, como si se ahogara. Nunca tuvo miedo así, abrumado, nervioso, perdido...

¡No!

¡No!

Lorenzo colocó los adornos sobre la mesa, empujó la puerta y la persiguió.

Lorenzo corrió un largo camino pero no vio la figura de Lorenzo. La pequeña figura que era difícil de olvidar apareció en su mente.

Por un instante, Lorenzo vio la figura de Camila.

Lorenzo se arrepientó. Corrió como si estara loco para encontrarla.

Camila había llegado por debajo de la parada para esperar taxi y alcanzó para interceptar un taxi que se dirigía hacia ella.

El taxi se detuvo lentamente al lado de Camila, quien abrió la puerta y entró en el coche sin vacilación.

Camila siempre hacía lo que dijo. Tal vez no le importara nada. Llevó nada desde la fincha.

Como en el día del matrimonio se casó llevando nada consigo. Así que salió con nada.

Camila estaba desesperada y no quería echar caso a Lorenzo. Ya que él estaba tan ansioso por divorciarse, se divorciarían.

Ella no quería ser ese tipo de mujer que él odiaba.

El taxi se marchó rápidamente, como la determinación de Camila de dejar la casa de la Familia Cambeiro.

—¡Camila!

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