Mi Esposa Astuta romance Capítulo 336

Se tranquilizó cuando Camila apareció.

Lorenzo miró hacia Camila dormida. También le sorprendió por su belleza.

Entendía enseguida que él mismo solo era un hombre común que se enamoraba de mujer tan preciosa.

Tyler también se asombró. ¿Por qué estaba allí esa fea ?

Cuando estaban en Ameriart, Camila se llevaba máscara y él nunca había visto su rostro, y lo vio en este momento.

¡Era una mujer tan preciosa!

Un momento.

La que se dejaba entrar no era Camila.

La belleza de la mujer que debía acostarse en el estanque era fría.

Pero la de Camila no era así.

Auqnue todas eran mujeres bonitas, eran diferentes los tipos de su belleza.

—¿Qué les parece?

Las palabras del presentador rompió el silencio.

—¡Maravillosa!

—La llevo.

—Empieza rápido. No quiero esperar.

—Es mío. Aléjate.

—¡La lograré!

—¡Comienza! ¿Qué esperas?

Todos querían obtenerla.

—Un millón.

—¡Tres millones!

—¡Siente millones!

Los que estaban aquí eran de familia rica, por eso no le costaba mucho en gastar tanto dinero por una mujer tan guapa.

—¡Nueve millones!

—¿Qué más?

El presentador quería levantar el precio.

—Pero me permiten advertirles que no digan un precio fuera de su alcance. Si no pueden pagarlo, les acusaremos.

Todos empezaron a hablar y considerar si podían permitirse.

No querían perder mujer así pero no valía la pena ser metidos en el cárcel.

—Despiértala. No quiero comprar una mujer ciega.

—De acuerdo.

—¿Por qué no está dormida?

—Tenemos que verla despertada.

El presentador querían estimular el interés de los clientes. Lo solicitó al superior y logró el permiso. Puso el antídoto debajo de la nariz de Camila y ella abrió su ojos.

En realidad Camila no dormía y quería fingió dormida, pero el olor al antídoto era pésimo y le hizo estornudar, por eso abrió los ojos.

Creía que la luz era demasiado brillante. Se levantó y descubrió que habían mucho hombres aquí, que la vieron como presa. No se atrevía a hacer nada. Se asustó.

—¿Quién sois? ¿Qué queréis hacer? No se me acerques.

La voz de Camila era linda. Parecía que era un conejita asustada.

El interés de los hombres de presente se despertó. No se les ocurrió que Camila era más preciosa que antes.

Querían llevarla a casa.

—La quiero. Tengo que llevarla a casa.

—Madre mía. No puedo controlarme.

—Aléjate. Es mío.

Lorenzo escuchó a lo que dijeron los hombres. Frunció los ceños y la expresión era fría.

No sabía qué quería hacer Camila, pero sabía que no era mujer así.

Tenía aspecto de ángel pero mente de diablo.

Tyler miró hacia Camila. Había visto lo que hizo en la entrada, y estaba curioso qué quería comportándose así.

Lo estaba contemplando.

La gente empezó la subasta otra vez.

—¡Diez millones!

—¡Cuarenta millones!

—¡Sesenta millones!

Camila vio a los hombres serena. Estaban haciendo todo lo posible solo para obtenerla.

Rio en su corazón y observaba a los clientes tranquila. Vio a Lorenzo y notó que también estaba mirándola. Sus ojos eran un agujeros negros que podían arrastrarla.

Lorenzo se fijaba en ella. Quería saber qué hizo ella después.

La expresión de Camila cambió. Desvió la mirada.

—Ciento treinta millones.

De repente habló Lorenzo.

—¿Cuántos? ¿Ciento treinta millones?

Alguien gritó.

Camila se sorprendió. No sabía por qué se metió Lorenzo. ¿Qué quería?

—Ciento cincuenta millones.

Pero alguien ofreció un precio nuevo.

Camila descubrió que era Tyler.

Aunque se llevaba máscara, pero lo reconoció Camila.

¿Había venido a Fretston?

Camila lo miró sorprendida. No solo vino a Fretston sino también competía con Lorenzo.

—Señor, es Tyler, Tyler Chapman.

Alejandro notó que Lorenzo miró hacia Tyler.

¿Tyler Chapman?

La expresión de Lorenzo cambió.

Seguraba que este hombre conocía a Camila, pero estaba curioso qué pasó entre ellos.

Lorenzo comenzó sentir molesto. ¿Por qué Camila conocía a tantos hombres?

Daniel Cambeiro.

Tyler Chapman.

Antonio Vega.

Todos eran ricos poderosos.

Cuando Sergio Pousa le dijo que Camila estaba en el club privado, interrumpió la reunión importante y dejó todos negocios solo para llegar aquí. Temía que Camila estuviera en el peligro.

Pero se creía loco.

—Ciento cincuenta millones.

—¿Qué más?

—¿Nadie?

—Uno.

Todos estaba silenciosos.

—Dos.

Nadie se atrevía a levantar el precio.

—Tres.

El presentador esperó un momento pero nadie ofreció un precio nuevo.

—Vendido a este señor por ciento cincuenta millones. Aplaudimos y lo felicitamos.

El dueño del club privado estaba de acuerdo con este precio, y el presentador terminó la subasta después de recibir la instrucción.

Al final, Tyler obtuvo a Camila en ciento cincuenta millones de euros.

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