«¿Él no me llevó a casa? ¿Decidió que era mejor traerme a su hogar?». Anastasia no desperdició otro segundo y se revisó de pies a cabeza para asegurarse que todavía conservara todas sus prendas, pero tampoco pareció que se le haya quitado algo. Ella saltó de la cama deprisa, pero se dio cuenta de que sus zapatos no estaban, así que tuvo que caminar descalza sobre el piso limpio. Ella echó un vistazo al reloj que estaba a un lado de la cama para ver que eran las 4:30 de la madrugada, por lo que los cielos seguían a oscuras.
«¿Este hombre se dio la tarea de hacer que durmiera en su casa? ¿Qué hay de mi hijo? ¿Mi papá sigue en casa con Alejandro?». Anastasia se apresuró en bajar las escaleras y vio que había luces en las paredes que rodeaban el chalé completo, por lo que la hicieron sentir como si fuera una princesa perdida que caminaba dentro de un castillo enorme y lujoso. Por fin, ella encontró su bolsa en el sofá del piso de abajo; revisó de inmediato su teléfono para ver el mensaje de texto que había enviado y la repuesta de su padre.
«Uf, por lo menos Elías supo que debía decirle a mi papá que cuidara de Alejandro». Anastasia se arregló su despeinado cabello mientras pensaba: «Pues no me queda de otra que quedarme aquí porque es la mitad de la noche. Mmm… La habitación en la que estaba parecía que era el dormitorio principal. Entonces, ¿en dónde durmió Elías?».
Ella decidió que iba a explorar su casa mientras que él estaba dormido, pero se dio cuenta de que había una habitación con las luces encendidas cuando subió al segundo piso. Le quería preguntar la razón por la que la llevó a su casa, así que giró la perilla de la puerta en silencio para poder abrirla; cuando lo hizo, se encontró dentro de un cuarto de estudio y en donde estaba un hombre dormido en el sofá con su cabeza descansando sobre su brazo. Anastasia se quedó congelada.
«¿En verdad está durmiendo en el sofá? Sobre todo… Él solo está vestido con unos pantalones deportivos». Ella estaba tan sorprendida que su mano se resbaló de la perilla de la puerta y se escuchó un fuerte golpe mientras que la puerta se regresaba y pegaba contra el tope. Ella inmediatamente estrelló su mano contra su boca, lo cual fue un ademán cómico debido a que no servía de nada.
Las gruesas pestañas del hombre se retorcieron antes de que él abriera los ojos. A pesar de que se le había despertado de su sueño, aún mantenía el mismo aspecto deslumbrante en sus ojos; él encorvó sus labios para formar una sonrisa presumida a la vez que observaba a la mujer que estaba parada cerca de la puerta mientras se sentaba derecho.
—¿Ya despertaste? —Él entrecerró sus ojos cuando sonrió. Ella se sintió un poco mal por haberlo despertado, pero continuó con la pregunta que tenía para él.
—¿Por qué me trajiste a tu hogar? Debiste de llevarme a casa.
—¿Tienes la más mínima idea de lo terrible que te ves cuando estás borracha? ¿Qué pensaría Alejandro si viera que su madre se emborracha de esa manera? —Él no se molestó en alivianar sus palabras, por lo que ella frunció el ceño al instante.
—¿Por qué estás bebiendo a estas horas de la noche? Eso no es bueno para tu estómago —le dijo con un tono de confusión.
—¿Te preocupas tanto por mí? —El hombre se sentó en el sofá a un lado de ella y le mostró una pequeña sonrisa.
—No eres tú del que me preocupo; me preocupo por mí. Tengo miedo de que tal vez te excites después de ponerte ebrio. —Anastasia tampoco se molestó en ser amable con él; después de todo, ese hombre tenía un historial de hacer ese tipo de cosas. Él bufó debido a que no podía creer lo que la mujer acababa de decir respecto a él.
—¿En verdad estás tan segura de mi interés sobre ti? —Su rostro demostraba que se había ofendido.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¿Mi hijo es tuyo?
Montar más capitulos, gracias...