Elías entrecerró los ojos ya que nunca había sentido ese tipo de ambiente; hasta la dulce sonrisa de la mujer se había convertido en su vista favorita y su felicidad le afectó a tal grado que, hasta él, se sintió feliz. Érica lo encontró mirando a Anastasia en varias ocasiones y esto le provocó una fuerte envidia, pensó que si se reía a carcajadas lograría llamar su atención, pero ni siquiera eso funcionó.
Mientras tanto, Mario, quien estaba a un lado de Anastasia, ocultó con cuidado sus sentimientos por ella, ya que, por la mirada de Elías, se dio cuenta de que también estaba interesado. Luego de cantar, Franco caminó hasta la mesa de Anastasia y levantó su copa para brindar junto con Elías.
—Joven Elías, brindo por usted en nombre de mi carencia como anfitrión.
En seguida, Elías se puso de pie para corresponder a su brindis.
—Es usted muy amable, señor Torres.
Al ver que Franco había bebido su copa por completo, Elías, cuya copa seguía llena de cerveza, hizo lo mismo y bebió todo el contenido.
—Anastasia, vuelve a llenar la copa del Presidente, qué esté llena, por favor —dijo Franco.
Sin embargo, Érica, quien estaba junto con ellos, ya tenía preparada una botella de vino.
—¡Yo le sirvo, padre!
Y dado que Anastasia no estaba de humor para discutir, dejo que la mujer llenará la copa de Elías hasta el tope; a lo que, en respuesta, el hombre solo frunció el ceño.
—Presidente Palomares, soy amigo de Franco, la realidad es que es muy raro encontrarse con personas tan importantes como usted y por eso mismo me gustaría brindar por usted también —dijo el hombre que estaba a un lado del padre de Anastasia, con mucho orgullo. Elías se puso de pie de nuevo, alzó su copa y el hombre añadió—: Yo me terminaré mi copa, pero usted puede beber hasta donde quiera.
Dado que se trataba de un amigo cercano de Franco y era mayor que Elías, pensó que por respeto también debía terminarse la copa junto con él.
Mientras Anastasia veía como el hombre se bebía dos copas de alcohol casi una detrás de la otra, recordó que Elías tenía estómago sensible y estaba a punto de decir algo cuando se dio cuenta de que Érica ya le estaba rellenando la copa. Entonces, Anastasia jaló levemente de la manga del hombre y este se acercó a ella.
—No deberías beber tanto, acuérdate de que tienes estómago débil, podrías enfermarte de nuevo —dijo Anastasia con ternura.
En eso, una sonrisa lleno el rostro del hombre.
Además, Elías había crecido bebiendo vino importado de alta gama, jamás había tomado de las cervezas que se vendían por menos de 10 en el mercado, así que Anastasia temía que le pasara algo si continuaba así.
—Joven Palomares, es muy raro tener la oportunidad de beber con usted en la misma mesa, así que, por favor, brindemos de nuevo —dijo otro hombre.
Para entonces, Anastasia se dio cuenta de que Elías ya se encontraba un poco ebrio, pero que sería una falta de respeto no aceptar el brindis del hombre, así que, por la adrenalina del momento, tomó su copa y la levantó en dirección al amigo de su padre:
—Lo siento mucho, pero yo aceptaré el brindis en nombre del presidente Palomares, ya que tiene estómago sensible. —Así, se bebió el trago y todos quedaron sorprendidos, luego, tiró del hombre confundido que tenía a su lado y le dijo—: presidente Palomares, ¿no tenía algo importante que hacer? Ya tenemos que irnos.
En respuesta, Elías solo parpadeó.
Anastasia se levantó de su asiento sin más opciones y dijo a su padre:
—Papá, el presidente Palomares y yo nos iremos primero, por favor, disfruten su cena.
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¿Mi hijo es tuyo?
Montar más capitulos, gracias...