¿Mi hijo es tuyo? romance Capítulo 195

Elías ni siquiera tuvo la oportunidad de reaccionar a lo que había sucedido, cuando Anastasia lo rodeó con sus brazos y lo levantó con fuerza. 

—Papá, todos, por favor, disfruten su comida. Tenemos que ocuparnos de algo más. 

—¡Oye! —gritó Érica apresuradamente. 

Mientras le sacaban del lugar, Elías se dio cuenta de pronto que la mujer temía que estuviera ebrio y de ahí la excusa de sacarlo. ¡Pues incluso ella le había ayudado a beber! 

«Realmente se preocupa por mí». 

En el tercer piso del elevador se toparon con Ray, quien se preparaba para comer. Al ver que su jefe estaba por irse, comió dos bocados apresuradamente y se levantó. 

—Presidente Palomares, ¿ya nos vamos? 

—No paraba de hacer brindis, así que temí que hubiera problemas. Ray, ¿qué tal si lo llevas primero? —preguntó Anastasia. 

Al oír eso, Elías le lanzó una mirada a Ray, dejándole claro lo que quería, entonces, mirando intencionalmente su reloj, Ray dijo: 

—Lo siento, señorita Torres, pero, no puedo enviar al presidente a casa. Mi padre acaba de ser hospitalizado. 

Eso dejó atónita a Anastasia. 

—¿Qué? ¡Vete, entonces! ¡Rápido! 

—Iré al hospital ahora. 

Al llegar a la planta baja, el trío salió del elevador. Ray pidió un taxi y se marchó a toda prisa. Entonces Anastasia le dijo a Elías: 

—¿Dónde está tu auto? 

En ese instante, su guardaespaldas acercó el auto y ella abrió la puerta. 

—Sube al auto y ve a casa. 

—Acompáñame. —Elías la tomó por el brazo para impedir que se fuera. 

Al ver que eran ya las 7:40 de la noche y que tenía que recoger a su hijo, Anastasia asintió con la cabeza. 

—Es lo peor beber con el estómago vacío. ¿Aún tienes medicina para el dolor de estómago en tu casa? Iré ahora a tomarla. —Enseguida, Elías le dijo al guardaespaldas su dirección.  

Sin oportunidad de reprenderle, solamente pudo decir con cierta resignación: 

—Ese medicamento se puede comprar en cualquier parte, así que, ¿para qué necesitas ir a mi casa por él? ¿No tienes en tu propia casa? 

—Quiero que tú cuides de mí. 

Después de decir eso, Elías se inclinó hacia atrás y cerró sus ojos mientras fruncía profundamente sus cejas, pareciendo que estaba soportando algo. Al ver su expresión, Anastasia no pudo evitar inclinarse hacia él y con un tono preocupado murmuró: 

—¿Estás bien? 

—Mi estomago sigue haciendo de las suyas —dijo el hombre con los ojos aún cerrados. 

En ese momento, el guardaespaldas conducía hacia su casa y estaban a pocos minutos de llegar. Al ver que Elías no estaba bromeando, Anastasia pensó en dejarlo descansar en su casa por un rato. Bajo la luz de las luces, se podía ver una delgada capa de sudor en su cabello, como si el dolor hubiera empezado a afectarle de verdad. Esto le hizo decir suavemente: 

—Más tarde te tomas dos pastillas en mi casa, entonces. 

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¿Mi hijo es tuyo?