Elías apagó su computadora. Sólo Anastasia tenía las respuestas a sus preguntas; ya sea que en verdad haya sido la amante de alguien que destruyó a la familia de alguien más.
—Sigue investigando.—Elías le ordenó en voz baja.
Ray obedeció y se retiró, a lo que después el rostro de ennegrecido de Elías cayó por un lado. Ella incluso dio a luz a su hijo, así que, ¿qué esperaba con exactitud? Cuando Érica regresó a casa, fue corriendo a su habitación a lo cual marcó el número de Helen sólo para ventilar su enojo con ella.
— ¿Tú causaste problemas en la compañía de Anastasia?—Helen preguntó con asombro.
—Mi padre le compró una casa valuada en 8 millones a las espaldas de mi mamá y la mía. ¿Por qué no debería estar enojada?
— ¡No puedo creer que Anastasia haya hecho eso! Érica, debes tener cuidado. No debes dejar que robe todas las propiedades de tu padre.—Helen se lo hizo saber.
— ¡Hmph! Nunca dejaré que de vigilarla y no la dejaré vivir en paz tampoco.—procedió Érica a articular—. ¿Estás en casa, Helen? ¡Vamos a beber esta noche!
—Em… No me he sentido muy bien estos días, así que no puedo beber por ahora.—Helen procedió a declinar—. Deberías conseguir a alguien más para que te acompañe.
Érica presintió que Helen estaba siendo más reservada de lo usual estos días debido a que solían pasar el rato más seguido con anterioridad. En el lujoso chalé, Helen terminó la llamada con Érica mientras su semblante cambiaba. La madre de Anastasia había salvado a Elías, lo que significaba que Anastasia podía tomar ventaja de ese favor. Podría incluso pedirle que se casara con él y lo más probable es que si sucediese. En cuanto al por qué Anastasia no había hecho la petición aún, debía ser por su personalidad. Ella era una persona testaruda por lo que era definitivo que no perdería la cabeza por alguien adinerado. En pocas palabras, vivía una vida bastante sobria. Además, ella no se casaría con alguien sólo para cobrar un favor. Ella había dicho en el bachillerato que odiaba a la persona que causó la muerte de su madre, así que ¿será acaso que Anastasia todavía odiaba a Elías por ello?
No importaba lo que pasase, Helen tenía que detener a Anastasia de hacer esa petición y la mejor manera para lograrlo era mostrarle a Anastasia qué tan íntima era con Elías. Sólo entonces Anastasia odiaría a ella y a Elías aún más. Helen le dio un vistazo a la hora. Era casi hora de que las personas terminaran de trabajar, por lo que debía ir y dar una visita en el estudio de joyería burgués. Ella disfrutaba del trato que merecía por ser una joven adinerada cuando conducía los autos deportivos que Elías le regalaba.
Antes de su vida actual, cada que se encontraba en carretera, podía sólo admirar a las hermosas hijas ricas de familias con dinero. Ahora, ella también se había convertido en objeto de admiración. Todas las miradas se posaban en ella cada que se detenía en la carretera. Los hombres jóvenes se sorprendían y su vanidoso corazón se encontraba satisfecho.
—Vine a invitar a Elías a cenar. Tenemos una cita romántica esperándonos esta noche, así no te retraso.—En realidad estaba ahí para hablar de su relación con Elías.
—Aunque no tenga idea de lo ciego que puede ser él, debió de haber visto algo en ti. Cualquiera con ojos sabría que merece mejor—explicó Anastasia sin filtro alguno.
La expresión de Helen quedó cabizbaja a lo que ella replicó:
—Anastasia, tú no sabes cómo me mira él. ¿Qué derecho tienes que decir eso?
—Entonces dime, ¿cómo es que confías en él?
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¿Mi hijo es tuyo?
Montar más capitulos, gracias...