Mi Jefe y Yo romance Capítulo 51

Me mantenía recostada contra el marco de esas puertas de vidrio abiertas de par en par, entre mis manos tenía una taza de café recién hecho, de la cual bebía con lentitud, mientras el aire cálido acariciaba todo mi cuerpo esa mañana de Junio. 

Observé el exterior embelesada; ya que Jack, Coco, Lucila, Nathan y Tommy jugaban a la pelota, corrían de un lado para otro entre risas en el extenso claro rodeado de árboles, en medio de la tenue luz del sol y el suave césped bajo sus pies descalzos. 

Lucila y Nathan pasaban casi todos los fines de semana en nuestra casa, si se nos ocurría viajar a cualquier lugar ellos iban con nosotros, la verdad, atesoraba su compañía, eran una parte esencial tanto en Jack como en mí.

Lucila, gracias al cielo, había crecido fuerte y completamente sana, no había vuelto a tener recaídas con la leucemia, ni siquiera había tenido que volver a pisar un hospital, por ende, había vuelto a ser la niña tierna y alegre que había conocido por accidente. 

Nathan, su hermano menor, era una dulzura de niño, estaba pronto a cumplir los 6 años y era la réplica exacta de Cody. 

Tommy, nuestro hijo, amaba con toda su alma a Lucila, a quien consideraba su hermana mayor y a Nathan, casi dos años mayor… y es que había crecido en las mejores condiciones, le habíamos brindado amor incondicional y todo lo que necesitaba, era nuestro más grande orgullo, era un pedacito de mí, tan importante como lo era Jack. 

Sin poderlo evitar solté unas risitas por lo bajo, recordando aquel momento años atrás cuando ese tonto castaño, me había propuesto una arrebatada idea.

Flahback:

—Quiero un hijo —sentenció Jack sentado a mi lado en el sofá, mientras veíamos una vieja película, de inmediato me incorporé, dado que descansaba plácidamente en su regazo.

Llevábamos un año casados en ese momento, sin embargo, no me sentía preparada para ello, él tenía mucho trabajo, y yo igual, así que no teníamos el tiempo suficiente para dedicárselo a un bebé.

—Pero, Jack… No digo que no sea buena idea, pero no creo que sea el momento oportuno de tenerlo, no quiero que tengamos que contratar a una niñera, no sería justo para con ese bebé.

—Podemos acomodarnos, Lucy.

—Cuidar un niño no es algo tan fácil, además, yo no me siento preparada… —suspiré, echando mi cabeza para atrás, clavando mi decaída mirada en el techo—. ¿Por qué no vamos más lentamente?

—¿Entonces, qué propones? —inquirió, levantando una de sus cejas, curioso con mi respuesta.

Así fue como terminé llevando a Coco a casa, un bonito perro que estaban dando en adopción en una veterinaria, lo había visto desde hacía unas semanas y en ocasiones iba a visitarlo, sin embargo, no estaba seguro de que a Jack le agradara de a mucho la idea de criar juntos a ese lobo siberiano que era muy juguetón.

—¿Un perro? —refunfuñó Jack, fulminándome con sus ojos acaramelados, intentaba controlar su rabia y decepción, pero podía notarlo en su semblante con solo echarle un vistazo.

—Es el perro más lindo de este mundo... —murmuré, acunando a Coco entre mis brazos, recibiendo varias lamidas en el rostro como agradecimiento por mis mimos—. ¿Cierto, cierto?

—Así que, ¿piensas que mis deseos de ser papá se calmaran solo con un perro? —cuchicheo poniendo sus ojos en blanco, disgustado dado que no era lo que se imaginaba.

Las cosas no le estaban saliendo como planeaba y eso muy bien sabía yo, que le cabreaba sobre todas las cosas.

—No es sencillo tener una mascota y menos un bebé —masculle, dedicándole una dulce sonrisa que nunca obtuve de vuelta—. Pienso que sería muy buena idea si practicamos con Coco y si el perro no se muere, podemos estar seguros de que podemos cuidar a un bebé sin ningún problema.

—Está bien.

De ese modo fue como durante un mes entero Jack no me tocó ni un solo pelo. No importaba cuánto me le insinuara o lo sedujera, él no cedía porque estaba molesto y frustrado de que no cumpliera sus caprichos. 

Para mi sorpresa, Coco se volvió su mejor aliado, se había robado mi puesto en el sofá para las caricias, me había arrebatado el lugar en la cama, dado que el desobediente perro dormía en medio de los dos, mi querido esposo sólo hablaba y reía para Coco, mientras yo me quedaba en una esquina, echando chispas por los ojos ante la forma vil en que tenía que hacer las cosas para obtenerlas.

—Tengamos un hijo entonces —bufé, plantándome delante de él y obstruyéndole la vista que tenía fija en la televisión. 

Había soportado aquello con paciencia por semanas y definitivamente no era capaz de aguantarlo otro día más. Necesitaba atención con urgencia o terminaría enloqueciendo tarde que temprano.

—¿Segura? —preguntó, dedicándome una sorprendida mirada.

—Si eso te hace feliz y por lo menos me prestas un poco de atención, entonces tendremos un bebé.

Desvié mi rostro enfadado en otra dirección, sentí mis ojos llenarse de lágrimas ante la rabia que corría por mi venas y Jack al verme, soltó un largo respingo, se puso en pie para estrecharme entre sus brazos, intentando remediar esa horripilante situación.

—Lo siento, no quería forzarte.

—Pero lo estás haciendo —cuchicheé, ocultando mi rostro decaído en su pecho, llenando mis fosas nasales con su embriagador perfume.

—Es solo que realmente pensé que querrías formar una familia, llenar esta casa de hijos y hacer miles de cosas, Lucy.

—Lo quiero, pero siento que será demasiado complicado y no me siento lista para ello.

—Entonces lo haremos cuando tú quieras.

—¿Y dejarás de estar enfadado conmigo? —Pregunté nerviosa, él asintió con una brillante sonrisa, tomó mi rostro entre sus cálidas manos, para de inmediato darme un apasionado beso que estremeció cada parte de mi ser.

Hicimos el amor sin protección varias veces y mi periodo vino con normalidad, haciéndome sentir frustrada esta vez. 

¿Por qué ahora que había elegido salir embarazada, el destino se burlaba en mi cara con su molesta lengua afuera? Me molestaba el hecho de haberme cuidado en exceso, pensando que el día que quisiera podría salir embarazada. 

Soy una médico, pero no todas las mujeres reaccionan igual a las pastillas anticonceptivas.

En fin… tuvimos que ir a un experto en concepción y no había problema alguno, solamente debíamos ser pacientes… y paciencia era lo que menos tenía. De no sentirme preparada para tal responsabilidad enorme, deseaba que un día me faltara el periodo y que ¡puf! Una prueba de embarazo diera el enorme y feliz POSITIVO.

51. Una familia feliz (Final) 1

51. Una familia feliz (Final) 2

51. Una familia feliz (Final) 3

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