Mi Jefe y Yo romance Capítulo 47

Al llegar al final de la escalinata, me planté en la acera con un montón de gente andando frente a mi apresurada, levanté la mirada lentamente para encontrarme por unos breves segundos con esos ojos acaramelados observándome burlones entre el tumulto. 

Sin dar crédito a ello, anduve en su dirección, boquiabierta de que estuviera allí en ese preciso instante.

Se encontraba recostado sobre su Ferrari, campante como si no tuviese más cosas importantes que atender. Puse mis ojos en blanco, para acto seguido, meter las manos en los bolsillos de mi pantalón, protegiéndome de ese helado clima de noviembre.

Tras su espalda, sacó un ramo de flores que me extendió con una brillante sonrisa, que desgraciadamente no pude devolverle, dado que me molestaba un montón que me hubiese mentido solo para darme esa sorpresa.

Me había asegurado una y otra vez que no podría regresar de su viaje de negocios antes de lo planeado, que se tardaría probablemente unos días más, pero ahí se encontraba frente a mí, con su cabello perfectamente peinado, y con ese magnífico traje de colores neutros que tanto le acentuaban su escultural cuerpo.

—¿Qué haces aquí, Jack? —murmuré, arqueando una de mis cejas notablemente disgustada, aunque en el fondo debía admitir que me sentía dichosa de volverlo a ver después de tantos días separados, hablando a duras penas por Skype. Era una tortura no tenerlo a mi lado, y viajar con él era un absoluto imposible con la situación de mis pacientes en el hospital—. ¿No deberías estar preparando el espectáculo de inauguración de tu parque de diversiones? ¿No deberías estar en una conferencia con las empresas del exterior? —refunfuñé, arrebatándole delicadamente el bonito detalle de sus manos.

Me había traído tulipanes, justo mis favoritos. Ese tonto, sabía cómo quitarme el enfado en cuestión de segundos, sin embargo, me mantuve con mi semblante severo, sacándole más de una risita socarrona.

—Buen punto, pero siempre tengo tiempo suficiente para el amor de mi vida —susurró, acercándose peligrosamente, rodeó mi cintura con sus brazos y sin vacilar, lo fulminé con mi mirada, advirtiéndole en silencio que no era precisamente un buen lugar para mimos, pero él no se contuvo, a pesar de estar en medio de la calle, me robó un fugaz beso en los labios, que me hizo sonreír de inmediato ante lo travieso que podía llegar a ser.

Sí, Jack había sobrevivido a miles de situaciones peligrosas en toda su vida, quizás la más complicada fue aquella donde creí que jamás volvería, sin embargo, aunque estuvo muy inestable por semanas, un día, mágicamente terminó despertando, estaba débil y terriblemente exhausto, casi ni hablar podía, pero luego de meses logró recuperarse satisfactoriamente. 

Había vuelto al trabajo con normalidad, nos habíamos mudado a otro sitio; ya que ese apartamento me traía pésimos recuerdos, y ahora luego de meses estaba en pie, completamente sano, sonriendo y riéndose estrambóticamente, a veces tenía una que otro bajón, pero era usual debido a lo que había experimentado.

Agradecía todos los días a Dios, los médicos, o lo que fuera que le haya dado la oportunidad de continuar junto a mí. Porque sinceramente, estaba muy feliz de que siguiera viviendo, de que pudiéramos compartir momentos agradables luego de tantas cosas sucedidas en nuestra relación. Por ende, no importaba que sucediera en el futuro, yo estaría a su lado, no me separaría de él, no importaba quién se interpusiera o qué, me mantendría con Jack hasta el fin de los tiempos. 

Eso había decidido.

—Black me ha comentado de los resultados, felicidades, señorita Wolfang —musitó sensualmente en mi oído, erizandome la piel donde su aliento dulzón rozaba.

—Gracias, señor Thierry —farfullé, dejando escapar una amplia sonrisa—. De no ser por usted, no sé qué sería de mí ahora.

El más alto se me quedó viendo absorto en sus pensamientos, quizás se debatía internamente en preguntarme algo que yo desconocía, lo observé en total silencio, esperando a que abriese su boca de una buena vez.

Me quede cómoda entre sus brazos, embelesada con la sensación que recorría mi espalda cada vez que me hipnotizaba con esos ojos, atontado con cada gesto que brotaba de su rostro, los cuales me aceleraban el corazón sobre manera.

—Lucy…

—¿Dime?

—¿De verdad no me lo piensas decir? —inquirió, con esa mirada de perrito degollado y esos pucheros que me sacaban de mis casillas, entonces, lo comprendí todo. 

Como siempre, ese estúpido chico lo tenía muy bien planeado, estaba buscando el modo de sonsacarme la información que estaba ocultándole desde hacía buen tiempo.  

—Lo sabía, todo esto siempre viene con dobles intenciones de tu parte —bufé, enfurruñándome como una niña pequeña, fingiendo estar muy enojada. Él soltó un respingo cargado de decepción, aquella era su última oportunidad de enterarse, pero desafortunadamente para él, no le daría pie para que se arruinara la sorpresa que tanto me había esmerado por meses en hacerle—. Y no, mi respuesta es no, no te lo diré.

—¡Oh, vamos! —exclamó, apartándose frustrado con mi dureza—. ¡Déjame pasar las vacaciones que tienes contigo!

—¡Por supuesto que no! —gruñí frunciendo el ceño, irritada con su insistencia—. Por ello se llaman vacaciones, porque descansas de todas esas cosas agotadoras de tu día a día, como el trabajo, o tú —cuchichee atropelladamente, haciéndolo enfadar aún más de lo que ya se encontraba.

—¿En serio?

—Por su puesto —asentí muy seria, él con sus ojos abiertos como platos, rebuscó en su chaqueta justo como yo pensé que haría, tomó su celular preparado para marcar a más de un contacto para que hicieran el trabajo por él, y yo divertida, negué con la cabeza—. Pero no puedes pedirle ayuda a nadie más, ni al secretario Hall, ni al abogado Black, ni a ningún detective, tu solito debes descubrirlo, ¿vale?

—¡Eres muy cruel, Lucy!  

—Pero, así me amas —le recordé, encogiéndome de hombros con ternura.

—Eso es muy cierto —suspiró derrotado y sin pensárselo dos veces, me devolvió esa sonrisa pícara que tanto me gustaba de él.

Al día siguiente, un poco cansado – por la ajetreada tarde que había tenido con Jack, yendo de un lugar a otro como si fuera una especie de cita, agregándole a eso una noche alocada cargada de amor y pasión que llevábamos buen rato sin tener. – partí en dirección a la casa hogar muy temprano en la madrugada, dado que estaba seguro de que Jack lo descubriría demasiado pronto como para darme el tiempo suficiente para tener todos los preparativos listos cuando él llegara. 

En mi auto, el cual conducía en calma mientras el sol salía por entre las montañas, mi madre se encontraba de copiloto, charlando entre susurros conmigo, para no despertar a Nia y Ryan, quienes dormían profundamente en la parte de atrás, tenían en el medio sentada a Lucila igual de plácida. 

Entre tanto, Victoria y Cody, que obviamente no podían faltar a esa ocasión tan especial, iban en la motocicleta de este último, unos metros atrás en la despejada carretera.

Para mi asombro cuando entramos en la casa, todo estaba pulcramente decorado como habíamos acordado con mis hermanos, cada rincón estaba impecable, y sorprendentemente, a pesar de vivir solos durante tanto tiempo, no había ni el más mínimo desorden.

Respiré profundamente, tranquilizando mi acelerado corazón, lo único que faltaba era un poco de comida para picar, música y colgar ese letrero en la pared de la sala de estar. 

Con cada segundo que pasaba, sentía mi corazón acobardarse por lo que estaba a punto de hacer, era descabellado y bastante arriesgado, pero estaba segura que no deseaba nada más en el mundo.

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