Notas de un asesino. romance Capítulo 2

❝ ¿Y que se sentiría besar tus labios?

¿Te parecería bien si te secuestro sólo por un beso de tu boca?

Quiero sentir tu piel contra la mía, no está mal que lo deseé ¿O sí? ❞

Mikhail.

Que era una estupidez, eso pensaba él sobre el amor ¿Quién en su sano juicio se enamoraría de una persona? ¿Daría la vida por una persona? Casi todas las personas lloran por amor ¿qué ganas llorando por una persona? Absolutamente nada. Por eso él nunca se había enamorado.

«Él sabía perfectamente que él no se enamoraba, él se obsesionaba»

Pero aquella chica, la cual emanaba inocencia, fragilidad y dolor había logrado captar su atención. Nunca había llorado por amor. Nunca había sentido "amor" por alguien. Nadie, absolutamente nadie. Había tenido sexo, como todo hombre, pero sólo una noche nada más. Aunque él estaba acostumbrado a estar con chicas una sola vez, sabía que ella para él sería insaciable, ella sería la razón por la que él lograría perder la cabeza.

Caminó de manera casual por la acera, de manera normal diría él y mientras lo hacía pensaba en cuáles de las dos maneras usaría para hacer sufrir a aquella persona.

Matar, hacer sufrir y ver morir eran sus entretenimientos favoritos.

La persona caería de manera fácil, él lo podría apostar así que no duró mucho hasta que captó su atención. Se había acercado a ella como una persona normal, pero era obvio que nunca lo sería.

¡Se había pasado la mano por la nuca en plan de un chico que era tímido! «Puaj»

Había comenzado a coquetear con ella y obviamente ella lo hizo también.

Que siempre la había visto, eso le había dicho y era obvio que ella se lo creía, estaba acostumbrada a que todas las personas la pusieran sobre las nubes, al igual que la pusieran en alto. Él la había visto a los ojos: ¿quieres ir a divertirte? Esa había sido su pregunta y ella claramente dijo: Sí.

La había dirigido a su auto y esta lo miró con más interés, él abrió la puerta para ella y una sonrisa se le fue regalada gracias a ello. El caminó se hacía largo para él y corto para ella.

—¿Eres de aquí? —Esa había sido la pregunta que había formulado de parte de ella.

—Soy de muchas partes, muñeca —Un asentimiento se hizo presente. Llegaron al edificio y se dirigieron a él.

El chico vio a otro que estaba tras un mostrador.

Miró su reloj y habló: —En treinta minutos.

Eso no había pasado desapercibido de parte de la chica, se dirigieron al ascensor y miradas indecentes habían de parte de ella. Al llegar él le ofreció sentarse y ella lo hizo con gusto.

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