Lucía
Corro de regreso a casa con ganas de llorar, paso una mano por mi rostro para limpiar mis lágrimas y me dejo caer en el sofá de mi casa. Me doy cuenta de que mi hermano se ha marchado, la casa cae sobre mi cabeza con la soledad atronadora que puedo ver ahora.
Me doy cuenta de la nota que está sobre la mesa del café frente al sofá. La tomo en mis manos temblando para leer las letras en el papel. Tardo unos minutos en calmarme lo suficiente como para poder entender lo que dice la nota de mi hermano.
«Lulú no quiero discutir más, te quiero y sabes que todos ustedes son importantes para mí, así que espero que dejes esto entre los dos. Te amo tu hermano M»
Las lágrimas caen por mis ojos aún más fuerte, me digo que debería estar bien, ya que he tenido días peores en el pasado, pero la forma en que Roger me gritó, la forma en que me echó de su casa fue demasiado cruda y mi corazón está desesperado porque lo amo. Sería absurdo no admitir que le quiero, pero ahora incluso él ha malinterpretado todo.
M*****a sea Mat, no puede ser educado con nadie, no puede decir que es mi hermano, al menos porque si él cree realmente que él era un desconocido, es porque Mat solo le interrogó sin ningún tipo de explicaciones.
Me digo que es un día de acción, de gracias bastante amargado, dejo de acariciar a mi perro antes de ponerme en pie para ir hacia la cocina. Preparo un poco de té antes de servir en un plato, lo que quedó del pollo que preparé para mi hermano en el almuerzo.
Las lágrimas regresan mientras miro la puerta cerrada del microondas, sirvo mi té antes de colocar el plato servido sobre la encimera, pero recuerdo que al menos tengo a Welly para hacerme compañía, así que preparo la comida para él antes de sentarme por fin a comer.
Miro la soledad a mi alrededor sintiendo la primera cucharada de comida desagradable, masajeo el puente de mi nariz antes de tomar un poco más de comida. Realmente no tengo muchas ganas de comer el resto de mi plato, pero me digo que si dejo que estas situaciones vuelvan a consumir mi vida no podré salir ilesa del hueco emocional donde ya estuve hace unos años.
Miro el reloj en mi cocina y es bastante tarde, así que simplemente llevo el plato a medio comer hacia el fregadero. Desecho la comida en el latón de basura antes de fregar el plato junto a los cubiertos, guardo todo en los plateros antes de terminar mi té mirando en silencio como mi perro come todo sobre su plato.
Sorbo por la nariz aún más entristecida, mis ojos se mueven hacia la puerta de entrada cuando esta se abre de golpe y me quedo completamente congelada cuando veo a Roger ahí. Puedo ver que se ha calmado. Dejo la taza de té junto a la encimera, no debería querer hablar con él, pero tampoco tengo el valor de decirle que se marche.
— Lucía sé que me excedí cuando fuiste a casa — me dice — pero estaba hablando con mi madre — suspira — sé que no tengo ningún derecho a hablarte así o reclamarte, pero pensé que teníamos algo importante, así que enfureció aún más, de verdad discúlpame por…
— Es mi hermano — digo — el hombre que probablemente viste es mi hermano y no podía decirte que estaba aquí porque las cosas con él son complicadas, muy complicadas realmente.
— ¿Tu hermano? — comento — oh, yo pensé que…
— ¿Qué sería capaz de hacerte eso? — niego — ¿Cómo lo crees?
— No lo sé, solo estaba celoso — admite acercándose a mí — cuando realmente te gusta alguien, este tipo de cosas suceden, sabes, ¿Por qué al menos no me dijiste que tendrías un invitado?
— No podía y lo siento muchísimo por toda esta confusión, pero tardaste demasiado en venir a disculparte — le digo — estoy enfadada ahora mismo.
Él suspira antes de acercarse a mí, me acaricia ligeramente mi mejilla para luego besarme con delicadeza. Las lágrimas fluyen una vez más. Él me empuja contra su pecho mientras el corazón me late desbocado porque realmente siento que ha ocurrido algún tipo de milagro y me abrazo a su cuerpo con las lágrimas corriendo descontroladas por mis mejillas.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Papá compró una mamá psicóloga!