Papá, quiero que sea mi mamá romance Capítulo 120

Después de que Mateo recibiera el disparo, se centró en el trabajo y estuvo ocupado todos los días para dejar de sentirse triste.

Se aseguró de que Julieta no lo admitiera y de que lo sucedido aquella noche fuera sólo un accidente.

Sin embargo, fue inútil.

—Mateo, ¿estás bien? Has estado mal los últimos dos días —le preguntó David.

—Estoy bien —Mateo mintió tranquilamente.

—No me mientas —David era serio, y Mateo siempre se hacía el fuerte.

—¿Por Julieta?

Hace poco David acompañó a Mateo y vio a Julieta salir de la casa de Hector en Barrio Lujo. No había conocido a Hector, así que no sabía que Hector era el tío de Mateo.

Y Mateo conoció a Julieta la noche que se emborrachó.

—¡No! —Mateo estaba nervioso.

—Si te gusta, dale una acción. Si no lo haces, ¿cómo lo sabrá ella? Como tu agente, te apoyo, ¡en cambio estás solo y triste! —David se enfadó por la vacilación de Mateo.

—Parece que Julieta tiene novio —A Mateo le picó la herida y se puso aún más triste.

Tenía valor, sólo que no sabía qué hacer, después de todo, se amaban. ¿Qué calificación tenía para intervenir?

—¿Te lo dijo ella misma?

—No.

—Así que todavía tienes una oportunidad —David le consoló, esperando que se animara, aunque se enamorara.

Justo cuando Mateo despertó un rayo de esperanza en su corazón, recibió una llamada de Julieta.

—¿Julieta? —dijo Mateo.

—Mateo, necesito tu ayuda. —Julieta declaró su propósito.

—¿Qué tengo que hacer? —se animó Mateo.

—Pronto será el cumpleaños de tu tío. Quiero hacerle un regalo, así que quiero preguntarte qué le gusta... —Julieta fue un poco tímida y susurró.

—Quieres regalarle algo a mi tío, ¿te gusta? —Mateo no se lo pensó y enseguida hizo la pregunta que más curiosidad le había despertado estos días.

—¿Cómo sabes que me gusta? —Julieta se quedó sorprendida.

Sus palabras eliminaron por un momento todas las esperanzas de Mateo.

—Sólo le gusta trabajar y no tiene otros intereses —dijo Mateo.

No tenía ninguna posibilidad.

—Es muy aburrido —parecía quejarse Julieta—. Y cuelgo primero, no te voy a molestar.

—Adiós —La llamada terminó y Mateo seguía con el móvil en la mano.

David también sabía que no tenía ninguna posibilidad y estaba triste con él. Él, el agente, no sólo le ayudó con el trabajo, sino que también tuvo que resolver su crisis amorosa.

—Mateo...

—Quiero estar solo un rato, ya puedes salir —Mateo interrumpió a David y subió las escaleras.

David sabía que esta vez estaba sinceramente enamorado de Julieta.

Así que no tenía sentido que estuviera aquí, Mateo tendría que salir del dolor por su cuenta.

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