PERVERSIÓN romance Capítulo 24

—Serás malo -me dijo golpeándome en mi vientre- anda, levántate y echa la cortina que ya se ha acabado el espectáculo por hoy -me pidió.

Me levanté como estaba, desnudo y aun medio empalmado, yendo a la ventana y echando un último vistazo al bloque de enfrente, no encontrando a nadie. Cerré la cortina y volví a la cama. -¿Te hubiera gustado que hubiera alguien mirando? -le pregunté. -No sabría decirte. Antes, en plena faena, me hubiera encantado aunque ya lo habrás notado. Pero ahora, en frío, no sé cómo se sido capaz de hacer algo así... -Bueno, de eso se trataba ¿no? Probar tus límites, cosas

nuevas... -Sí pero a veces me sorprendo a mí misma con la velocidad a que va todo. ¿Te has dado cuenta de la ropa que me he puesto hoy, cómo la he lucido ante todos esos hombres y cómo he disfrutado con ello? A veces me da miedo que

pueda llegar a perder los papeles con todo esto... -¿Miedo por qué? -sentía curiosidad por su respuesta ya que yo también me había visto asaltado por esas dudas, por no saber hasta dónde podía llevarnos toda esa situación. -Es como si mi cuerpo quisiera ir siempre un paso más allá. Hoy mismo, con ese vestido y en el restaurante. En la mesa que había detrás de ti había dos hombres que no me quitaban ojo de encima y de los cuales no te he dicho nada. No apartaban sus ojos de mis piernas y me encantaba sentir su mirada pero ¿sabes qué me ha pedido el cuerpo hacer y me ha costado reprimirme? -¿El qué? -pregunté entre curioso y asustado por su respuesta. -Cruzar las piernas de forma lenta, abriendo levemente las piernas, dejándoles intuir mi ropa interior y calentarlos aún

más... -me dijo medio avergonzada. Yo me quedé boquiabierto ante su respuesta. -¿Estas enfadado? -preguntó ansiosa. -No... es que me has cogido por sorpresa, no me esperaba

algo así. Lo importante es que has conseguido controlarte, cariño. Y además, aunque lo hubieras hecho, tampoco hubiera pasado nada. -¿En serio? -preguntó algo aliviada por mi respuesta. -Tampoco lo veo tan grave. Solo hubieran visto tus braguitas y con un poco de suerte. Si se hubiera asomado alguien ahí

enfrente te aseguro que hubiera visto algo más que eso... -También es verdad. Pero para que veas como funciona mi

cuerpo ante ese tipo de situaciones... por eso te digo que

temo perder el control. -Tú no te preocupes y haz lo que te apetezca. Yo creo que por enseñar no pasa nada, me excita ver cómo te miran

aunque creo que ya lo sabes a estas alturas... otra cosa seria tocar... -Ya... eso ya sería peligroso... -Por cierto, no me contaste al final si pasó algo ayer con Roberto... como ibas con ganas de dejarle un buen sabor de boca... -Ufff.... Calla, calla que no veas cómo se puso el tío... nos

igual. Bueno, o eso creía... -¿Qué quieres decir? -no entendía a qué se refería. -¿No tienes nada que contarme? -me preguntó cogiéndome completamente descolocado. -Pues ahora mismo no caigo... -Esta mañana me ha escrito Judith y me ha preguntado a que hora te pasaste ayer. Que cuando vino del gimnasio a las siete no vio la ropa ni la llave estaba en el buzón pero luego, cuando bajó a tirar la basura a las diez de la noche, encontró la llave dentro. Así que, evidentemente, debiste pasarte después de las siete y antes de las diez que fue cuando

llegaste a casa... y Judith parecía bastante apurada preguntándome por la hora, así que ya me dirás qué pasó para no contarme la verdad... Mierda. La había cagado con el tema de la llave y al final me habían descubierto pero bien. Sara me miraba seria esperando mi respuesta y decidí contarle la verdad, pasara lo que pasara. -Creo que mejor que te dé una explicación será que lo veas

con tus propios ojos... Me levanté, cogí el móvil, busqué el vídeo y, mientras tragaba saliva no sabiendo cómo iba a acabar aquello, le di al inicio. Sara, sujetando el móvil con sus dos manos, no daba crédito a lo que veía en la pantalla. Yo no perdía detalle de su expresión para saber cuál iba a ser su reacción pero, a medida que transcurría el tiempo, me fui tranquilizando algo. Sus ojos brillaban a causa de la excitación que le provocaba lo que veía en la pantalla, sus pezones se alzaban majestuosos y su sexo, por donde aún quedaban restos de nuestras corridas anteriores, volvía a humedecerse a marchas forzadas. Estaba claro que le gustaba lo que veía. Dudaba si lanzarme o no, temeroso de romper el hechizo en que se encontraba Sara, pero al final me decidí y posé mi mano sobre su muslo, acariciándolo suavemente. Ella dio un respingo al notar el contacto, apartó momentáneamente la vista del móvil para mirarme y, para mi sorpresa, abrió aún más sus piernas antes de volver a fijar la vista en la pantalla. Estaba claro que es lo que quería. Mientras mi mano seguía acariciándola, ahora con mayores intenciones, mi boca empezó a besar su otro muslo ascendiendo sin pausa en busca de su sexo cuyo calor y humedad notaba ya cerca. Por el sonido de la grabación, Sara había vuelto a iniciar el vídeo para volver a verlo. Eso eran buenas noticias, al menos para mí. Mi boca llegó a su entrepierna, apoderándose mis labios de los suyos que los esperaban totalmente abiertos y ansiosos de recibir cariño. Los primeros gemidos se escaparon de la garganta de Sara que, sujetando ahora el móvil con una mano, con la otra acariciaba su pecho y pellizcaba su pezón, buscando un mayor placer.

Si eso era lo que quería... mi lengua buscó su clítoris,

lamiéndolo y pellizcándolo con ella, mientras colaba en su interior dos dedos con excesiva facilidad, empezando a follarla con ellos dándole el placer que ella requería en esos momentos. Sus gemidos continuados y su cuerpo agitándose por el placer delataban que estaba haciendo un buen trabajo. Aun así, seguía pendiente de la pantalla. No quería ni pensar en qué estaría pensando mientras devoraba su sexo. Colé un tercer dedo en su interior y aquello ya fue demasiado para ella que, con un pequeño grito y su cuerpo arqueándose, se corrió de forma copiosa sobre mi rostro famélico que continuó lamiendo para alargar aún más su dulce agonía. Cuando salí de entre sus piernas, besando cada poro de su piel, ascendiendo hasta llegar a su rostro que besé con cariño, haciéndole probar sin objeción alguna sus propios fluidos, comprobé que había dejado caer el móvil sobre el colchón. Seguimos besándonos mientras buscaba con la mirada la pantalla del móvil, viendo que el vídeo estaba parado. Sentí curiosidad por ver en qué parte había detenido el vídeo Sara, qué era lo que le había gustado tanto como para parar la reproducción en aquella parte. Alargué la mano y cogí el móvil mientras seguía besándola y entonces vi que era lo que tanto le había gustado. El vídeo estaba detenido justo en un fotograma donde se veía perfectamente la polla de Rubén fuera del coño de Judith y listo para descargar su semen sobre la espalda de su amiga, un fotograma donde se veía perfectamente el tamaño demencial de su miembro

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