Dejé el móvil de nuevo en el colchón y seguí dándole mimos a mi mujer, mientras ella se recuperaba y mi mente daba vueltas a todo aquello. Sara se recobró enseguida y volvió a buscar el teléfono, poniéndolo en marcha de nuevo y viendo por tercera vez la grabación pero ahora conmigo al lado.
-Veo que te ha gustado -le dije a Sara.
-Qué fuerte, Carlos… no me puedo creer que los grabaras follando…
-no vi reproche en sus palabras, solo constataba el hecho que me hubiera atrevido a hacer algo así.
-Yo tampoco. Fue algo superior a mí… verlos y supe que tenía que inmortalizar ese momento -le dije sinceramente
- ¿Estás enfadada?
-No, qué va. Creo que hubiera hecho lo mismo… bueno, quizás no… me parece que en tu lugar yo tendría las manos ocupadas en algo más… ¿de verdad que no te pajeaste viéndolos? Yo no sé si habría sido capaz de contenerme…
-¿En serio? -no me podía creer que Sara pensara eso de verdad- bastante miedo tenía que me pillaran como para sacármela allí en medio del pasillo… -Ya, lo entiendo. ¿Y ahora qué le digo a Judith? -me preguntó de sopetón.
-¿Decirle qué? -Pues lo de la hora. Ha sido bastante insistente con el tema…
-Pues repítele lo que ya le habías dicho, que me pasé antes de que llegara ella…
-No creo que se lo trague… Se me ocurre una idea -dijo mirándome divertida. Cogió mi móvil, abrió el whatsapp y empezó a escribirle a Judith. Cuando acabó, me enseñó lo escrito y no daba crédito a lo que había hecho.
-Mira, que esto quede entre tú y yo, pero me he pasado por tu casa después de las siete. Le he mentido a Sara para no contarle lo que me he encontrado allí, no quería que se enfadara conmigo. Siento haber entrado así pero pensaba que no había nadie en casa…
-Tú estás loca Sara… ya verás qué cabreo se va a pillar tu amiga… Enseguida sonó el teléfono y Sara se apresuró en mirar la respuesta de su amiga. -Ya me imaginaba algo… y dime ¿te gustó lo que viste? Sara empezó a reírse mientras yo flipaba viendo su respuesta.
-Menudo cabreo tiene jajaja -dijo mientras reía y escribía su respuesta.
-¿Tú qué crees? -enseguida otro pitido y otro mensaje. -Que te encantó y que eso era lo que te daba miedo que Sara descubriera ¿me equivoco?
-Ni un ápice -contestó Sara
- ¿Entonces me guardarás el secreto? -continuó escribiéndola.
-Por supuesto -contestó ella enseguida- pero quiero algo a cambio de mi silencio. Ahora fuimos los dos los que nos quedamos a cuadros, ninguno de los dos nos esperábamos esa respuesta.
-¿Qué quieres? -preguntó Sara.
-Tú me has visto desnuda. Lo justo sería que yo también te viera, así que mándame una foto tuya desnudo y seré una tumba. Yo miré aturdido a Sara, nunca hubiera imaginado que aquello acabara con esa petición y había que parar aquello ya. Pero para mi sorpresa y consternación, mi mujer parecía estar planteándose seriamente su petición.
No tenía ninguna duda que Sara, con la cabeza hundida en la almohada, debía estar recordando el vídeo e intentando emular lo que allí sucedía. Hasta me atrevería a jurar que debía estar pensando que era la polla de Rubén la que la taladraba, salvando las distancias claro. Tampoco era algo que me importara en ese momento, ya que yo también me estaba imaginando que la que tenía a mi entera disposición y haciéndola gozar como nunca era a Judith.
No tardamos en corrernos los dos a los pocos minutos, tal fue la intensidad del polvo.
Abrazados de nuevo, recuperándonos del esfuerzo, sonó de nuevo el teléfono. Era Judith.
-Gracias guapo. Puedes estar tranquilo que tu secreto está a salvo… por cierto, menudo orgasmo acabo de alcanzar gracias a ti… Los dos vimos el mensaje y empezamos a reírnos al unísono. Si ella supiera el que habíamos conseguido gracias a ella. La luz que entraba por la ventana me despertó al día siguiente.
Había dormido como un tronco después del agitado día que habíamos tenido. Me removí en la cama buscando a Sara pero no la encontré. El ruido del agua en el baño me indicó que estaba en la ducha y volví a estirarme en la cama, vagueando un poco que para eso estaba de vacaciones. Poco a poco mi mente fue despertándose y vinieron a mi mente flashes de todo lo sucedido el día anterior.
Sara cada día me sorprendía más y, por lo que me había dicho, a ella también. No acababa de creerme que aquella mujer que se había exhibido por Sevilla con aquella ropa tan escueta era mi mujer, la que hasta hacía unas semanas iba siempre ocultando su cuerpo, como si se avergonzara de él. Entonces me vino a la cabeza todo lo sucedido con el vídeo de Judith y la barbaridad que habíamos hecho.
Ahora, en frío, tenía serias dudas si aquello había sido una buena idea y si no nos habríamos dejado llevar por la excitación y traspasado una línea de difícil retorno. Cogí el móvil y miré si había recibido algo mientras dormía.
Para mi alivio no había nada. Me quedé un rato mirando la foto que le habíamos enviado no dando crédito a que hubiéramos sido capaces de hacer algo semejante. Mi cuerpo desnudo y con la polla dura como una roca y a mi lado, Sara desnuda aparentando dormir, pudiéndose apreciar su bello cuerpo y, ampliando debidamente la imagen, el principio de sus labios vaginales. Joder, como alguien más viera esa imagen…
¿Sería capaz de hacer algo así Judith? Quería creer que no. No creía que a Rubén le hiciera mucha gracia que la chica que le gustaba tuviera una foto en bolas del marido de una amiga.
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