Poséeme romance Capítulo 40

Abril corría con todas sus fuerzas sin mirar atrás y cegada por las lágrimas que no paraban de caer y le dificultaba la visión, mientras podía escuchar los gritos de Santino llamándola. No quería voltearse porque sabía que de hacerlo no sería capaz de soltarle la mano y ya había dado por terminado todo ese asunto. Era momento de continuar con su vida como si jamás hubiera él existido en ella, aunque su cuerpo y su corazón lo recuerden cada día.

Santino corría tras ella desesperado por detenerla y mostrarle las pruebas de que él había pagado el tratamiento y no Gastón como le había hecho creer en todo ese tiempo, pero lo que él menos sabía era que a ella eso ya no le importaba.

De momento a otro, ella comenzó a cansarse y esto hizo que disminuyera la intensidad de sus movimientos de piernas y aunque se sacó los tacones, él corría más rápido y había logrado alcanzarla.

- ¡Abril! – Le grita antes de tomar su brazo.

- ¡no! ¡no, déjame por favor! – le pedía ella evitando mirarle la cara.

- ¡por favor, Abril mírame! - ella negaba y hacía fuerza para zafarse de su agarre. Pero todo era en vano porque él era más fuerte.

- ¡no! – rompe en llantos - ¡déjame ya! ¡déjame por favor! – y por un momento se baja la guardia y cuando él quiere acercar su cuerpo al suyo reacciona como si se tratase de algo que no puede tocar. - ¡NO! ¡¿POR QUÉ VIENES A DESTRUIR TODO LO QUE INTENTO LOGRAR?! - ¿qué estaba diciéndole? ¿de qué le habla?

- Abril, por favor cálmate. – intenta volver a tocarla, pero ella lo empuja y extiende sus manos. No quería que si quiera se le acercarse. – Abril. – le dice en un susurro viendo como ella se limpia las lágrimas del rostro y a el se le rompe el corazón.

- ¿por qué te empeñas en lastimarme cada vez que te me apareces? – él negaba, solo quería librarla de Gastón. – soy una estúpida – se regaña a sí misma y le da la espalda. – he venido hasta aquí con la intención de que tu y él hagan un careo y descubrir la verdad y ¿Qué haces? - dice esto volteándose y volviéndolo a mirar. – exponerme de nuevo. –

- Pero yo creí que eso querías escuchar. – dice lamentándose.

- Ese es el tema, vos nunca piensas en otra cosa que no sea ti mismo. – niega entre llantos que la ahogaban, pero cuando él quiso hacer el intento para abrazarla y calmar su pena, ella lo alejó nuevamente. -¡¡¡NO!!! – su grito le hiela la sangre. - ¡no! – repite por si no le quedo claro. – tu y el han arruinado mi vida ¿crees que puedes cambiar lo que has provocado con solo decir un lo siento? – ella da dos pasos hacia atrás, al mismo tiempo que él se acerca más.

- Abril. – solo podía nombrarla. Sabía a qué se refería.

- Abril nada. Tu me hiciste creer que rompías el contrato y me ocultaste que habías pagado el tratamiento de mi hermana haciéndome creer que ese infeliz lo había hecho y me siento. – dice cubriéndose el cuerpo y tratando de no desmoronarse ante el dolor que estaba sintiendo. – me siento ultrajada por él y por ti. – pero niega ¿qué estaba diciendo? – quede en medio de una guerra de machos que creyeron tenerlo todo y sabes qué me arruinaron la vida por completo. – él baja su mirada. – deje a un hombre con todas las letras por un hombre sin corazón, pro alguien que cuando se canso de divertirse conmigo, me entregó a los brazos de otro hombre. –

- ¡eso no es así! – y la toma de ambos brazos y la atrae hacía su cuerpo. – eso no es así. – repite suavemente, pero ella ya no es la ingenua que se dejaba seducir por unos fuertes brazos y unos ojos negros como la noche. No era más esa tonta.

- ¡SUELTAME! – logra zafarse gracias a la bofetada que le dio, dejándolo con su cabeza ladeada hacía un costado, con sus lágrimas cegándole la visión y sin poder mirarla de la vergüenza. – eso hiciste Santino Rivas, me VEN DIS TE – y se desarma en llantos. - ¿y sabes que es lo peor de todo? Para mí claro está, que mi hermana no quiere tu sucio dinero. – y escuchar esto hace que él abra sus ojos como plato y girar su cabeza para verla. Sentía que estaba cometiendo un error.

- Abril, no pueden no aceptar el dinero. – intenta hacerla entrar en razón. En vano porque ella tenía la decisión tomada.

- Catalina no quiere tu dinero. – baja su cabeza, solo pensar y revivir aquella conversación con su hermana le retorcía el corazón. – prefiere seguir como está, antes de hacer uso de un dinero mal habido. – pero para Santino eso era una locura.

- Tú has firmado un acuerdo y el dinero es tuyo. – pero ella suelta una carcajada.

- No seas cínico. Ese dinero no es mío, porque tu has roto el contrato, tu anulaste cada clausula, tu rompiste lo que ambos teníamos. Ese dinero no me los has dado a mí, ese dinero has entregado tú mismo al pago de la operación de una niña que solo desea poder volver a caminar. Lo has hecho fuera del acuerdo. – dice y tenía razón.

- Abril, yo te quiero. – confiesa, pero para ella eso ya no tiene sentido.

- ¿me quieres? – le pregunta acercándose a su rostro y él asiente. – el hombre más frio soberbio, narcisista, omnipotente, apático y sin alma ¿es capaz de sentir sentimientos? – esas palabras le daban directo al corazón. Lo estaba hiriendo con cada una de ellas.

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