La mañana siguiente, Evrie despertó y se encontró completamente acurrucada en los brazos de Farel.
Su cabeza descansaba sobre su brazo, mientras que el otro lo tenía rodeando su cintura, en una postura íntima y sugestiva, como la de una pareja de enamorados que no se separa.
No había olvidado lo que había sucedido la noche anterior.
Recordaba claramente la llamada que él le había hecho y las palabras sobre un matrimonio concertado.
Con un esfuerzo, Evrie se liberó del abrazo de Farel.
El movimiento la despertó y él, con los ojos aún nublados por el sueño, la miró, y sin más, la atrajo de nuevo hacia él para seguir durmiendo.
Evrie luchó por un rato, pero él la abrazaba más fuerte a cada intento, hasta que ella, sin poder respirar bien, tuvo que rendirse.
—¿Ya te calmaste? — resonó la voz juguetona de Farel sobre su cabeza, todavía sonaba ronca por haberse recién levantado.
Evrie alzó la vista hacia él, con los labios ya pálidos por la presión —Dr. Farel, lo que dije ayer no era una broma, por favor, respeta mis límites—.
—¿Límites? ¿No dejarme casarme con otra persona, no dejarme dormir con otra? — Inquirió Farel, con la cara de Evrie tornándose un cuadro de vergüenza.
—Yo...— Empezó a hablarle, queriendo explicarle que no era eso lo que quería decirle, pero pensándolo bien, era exactamente eso.
Farel observó sus mejillas sonrojadas, divirtiéndose al provocarla.
—Tranquila, mientras te portes bien, seas obediente y no me hagas enojar, solo dormiré contigo, no dormiré con nadie más—.
Evrie se quedó sin palabras.
¿Qué significaba eso de portarse bien? ¿Acaso no era ya lo suficientemente obediente?
Y, ¿qué quería decir con no dormir con nadie más?
¿Acaso dejaría a Olivia por ella?
—Bip, Bip, Bip, Bip—
De repente, la alarma del teléfono sonó, cortando los pensamientos de Evrie.
Tenía prisa por ir al trabajo y no tenía tiempo para discutir con él, además, el asunto era demasiado complicado y quería encontrar el momento adecuado para hablar seriamente con Farel.
Empujó a Farel y se fue a prepararse para el trabajo.
Farel, con ganas de seguir bromeando y tal vez engañarla para negociar ciertas condiciones en la cama, no le había dicho aún lo del rechazo al matrimonio.
Después de todo, la manera en que ella no lo soportaba pero tampoco podía hacer nada al respecto, le resultaba entretenida.
…
Llegando a la empresa.
Leandro había llamado a Evrie a su oficina temprano en la mañana para hablar de esa oferta que ya había rechazado dos veces, pero que aún quería intentar persuadirla.
Le explicó que necesitaban su talento en un proyecto internacional y que, como director general, quería que Evrie aprovechara la oportunidad de estudiar en el extranjero.
Además, le trajo buenas noticias.
El bono por el diseño del nuevo proyecto era muy alto, un millón.
—¿Un millón? — exclamó Evrie, quedándose sorprendida.
Era una tentación enorme, y sabía cuánto deseaba ganar ese millón para pagar la deuda de Farel.
Y ahora la oportunidad estaba frente a sus ojos.
Solo tenía que aceptar la oferta para trabajar en el extranjero y sería suya.
Justo cuando Evrie colocaba el último plato sobre la mesa, sonó su teléfono.
Al otro lado no era Pablo, sino un ruido caótico y, entre ese bullicio, se escuchaban las sirenas de una ambulancia.
—Hola, ¿Evrie? Tu papá tuvo un accidente grave en el autobús en el que iba, está en coma, por favor ven al hospital de inmediato. —
Todo se oscureció ante los ojos de Evrie, y casi se desploma.
¿Fue un accidente de tráfico?
¿Cómo es que su papá volvía a tener un accidente?
Sin pensar en nada más, Evrie cogió su teléfono y corrió fuera del departamento.
Tomó un taxi rápidamente y se dirigió directamente al hospital.
Durante el camino, todo su cuerpo temblaba de nerviosismo, y el antiguo terror volvía a apretarle el pecho.
Accidentes, ¡siempre había accidentes!
Era la pesadilla de la que no podía escapar ni de día ni de noche.
Evrie intentaba mantener la calma y, al llegar al hospital, buscó rápidamente el quirófano donde estaba Pablo, justo cuando un médico en bata blanca salía.
—Doctor, doctor, soy la hija de Pablo, ¿cómo está mi papá, está bien? — Le preguntó Evrie, acercándose precipitadamente.
El médico tenía una expresión seria y con un tono grave le dijo: —Ya no corre peligro de muerte, pero sus piernas están gravemente heridas. Si no se trata a tiempo, quedará paralítico de por vida. —
—Entonces hay que tratarlo, por favor, curen sus piernas, mi papá no puede quedar paralítico otra vez—, exclamó Evrie con desesperación.
—Señorita Evrie, la operación requiere una cantidad considerable de dinero, al menos un millón de pesos. —
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Receta para robarle el corazón al Dr. Farel
Hola ya no hay más capitulos...
Llevo mucho tiempo revisando dia a dia para ver si actualizaron y nada😪😪...
Muchos dias sin subir capituños y nos vamos a quedar sin saber que pasa con los protagonista. Que pereza....
Para el buen lector es de muy mal gusto esperar por alguien para darle continuidad a una buena e interesante lectura, son muchos días de espera....
Por favor más capitulos😢😢...
Hola por favor que pasa capitulo...
Quiero más capítulos por favor me tiene triste ver como esta berto😔😔...
Hola amiga más capítulos...
Más capitulos vale...
Quiero más capítulos para ver que pasa con la salud de berro...