Receta para robarle el corazón al Dr. Farel romance Capítulo 171

Evrie salió de la cafetería cuando ya había caído la noche.

En su mano tenía esa delgada tarjeta bancaria, sintiendo de repente un peso en su corazón.

El millón que había soñado tener ahora estaba fácilmente en sus manos, pero no podía sentirse feliz.

—Bibibi... bibibi...—

El celular comenzó a vibrar, interrumpiendo los pensamientos de Evrie.

Sacó el teléfono y vio que era Farel quien la llamaba.

—¿Dónde estás? —

Después de contestar la llamada, escuchó la voz grave de Farel preguntándole.

Había silencio en su entorno, solo se oían puertas cerrándose, parecía que acababa de llegar a su departamento.

Evrie miró hacia el cielo oscuro y se mordió el labio antes de dar su ubicación—Estoy en el hospital. —

Hubo una pausa en la llamada y la voz de Farel se elevó un poco—¿Estás enferma? ¿Qué haces en el hospital? —

—No, no es eso. —

Evrie pensó un momento, y determino que lo de su padre era demasiado complicado para explicárselo por teléfono.

Farel tampoco insistió, simplemente tomó las llaves del auto y le dio instrucciones con voz baja.

—Quédate donde estás, voy por ti. —

Dicho esto, colgó.

Farel había tenido una cirugía de último momento y por eso salió tarde del trabajo. Al regresar, encontró la mesa llena de comida pero a Evrie no la vio por ningún lado.

Presintiendo que algo no iba bien, decidió llamarla.

Tras colgar, Evrie caminó sola desde la cafetería hasta la entrada del hospital.

El hospital quedaba cerca del Barrio El Magnético, y en menos de diez minutos, un Range Rover familiar se detuvo frente a ella.

Evrie abrió la puerta y subió al vehículo.

—¿Qué pasó en el hospital, qué sucedió? —

Farel le echó un vistazo a Evrie. Tenía un aspecto cansado, sus ojos estaban rojos y parecía cargada de preocupaciones.

Evrie bajó la mirada y le dijo con voz baja—Mi papá tuvo un accidente, necesita un millón. —

—¿Ah sí? —

Farel conducía, estaba algo sorprendido por la noticia.

Pero en un instante, recuperó la calma.

Por cómo Evrie podía salir del hospital, asumió que Pablo ya no corría peligro.

Ese tipo de historias en las que alguien tiene un accidente y necesita una gran suma de dinero las había visto demasiado en el hospital. Si no se equivocaba, los médicos le habrían dado a Evrie un plazo de 24 horas para responderle.

Era un millón.

No era de extrañar que se sintiera tan abatida.

Farel esbozó una pequeña sonrisa, aún con intención de burlarse de Evrie.

—Parece que la suerte no está de tu lado, siempre te falta dinero. —

Pero él sí que tenía suerte.

Le sobraba el dinero.

Evrie, con los ojos gachos, realmente parecía desolada, como un gatito salvaje y desamparado, sin rastro de su habitual terquedad.

Daba pena verla así.

Farel, manejando con una mano, le preguntó a propósito—¿Y tú tienes ese dinero? —

Evrie bajó la vista, sintiendo que su corazón se retorcía en dolor, era un dolor tan fuerte que casi no podía respirar.

Desde el principio hasta el final, en los ojos de Farel, ella no era más que un juguete insignificante.

Cuando se cansara, la desecharía.

Si no se cansaba, ni siquiera tendría la oportunidad de escapar.

Ya fuera en los ojos de la distinguida Sra. Haro o en los del arrogante y orgulloso Farel, ella no era más que un simple aperitivo en la mesa, un condimento en su vida.

No tenía lugar en la alta sociedad, no tenía derecho a exigir un estatus.

Ni siquiera podía exigir sus derechos humanos.

Evrie cerró los ojos, su corazón se había apagado por completo.

—Clic—

Quería desabrocharse el cinturón de seguridad para salir del coche, pero Farel le agarró la muñeca y la tiró hacia atrás, apretándola contra el asiento del copiloto.

Y luego, le dio un gran beso.

Siempre le gustaba hacerlo en el coche, en cualquier momento, en cualquier lugar, en cualquier postura.

Aunque cada vez era incómodo, Evrie tenía que soportarlo.

Aunque su padre yacía en el hospital en estado incierto, tenía que soportarlo cuando a Farel le apetecía.

Aunque se sentía tan triste y repugnada, tenía que levantar la barbilla a la fuerza y dejar que él le abriera los labios.

Porque no tenía dinero, porque le debía dinero a él.

Sus lágrimas caían silenciosamente, calientes y húmedas por sus mejillas.

Farel besaba con pasión, y al sentir sus lágrimas, se detuvo un instante.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Receta para robarle el corazón al Dr. Farel