Receta para robarle el corazón al Dr. Farel romance Capítulo 228

Farel bajó la mirada hacia ella y dijo—¿Sientes curiosidad?—

Evrie negó con la cabeza—No es que tenga mucha curiosidad.—

Desvió la mirada, evitando mirarlo—Era broma, vamos a comer.—

Durante la comida, ambos, como si lo hubieran acordado, no mencionaron el tema.

La herida de Farel sanaba bien. Aunque no podía hacer movimientos bruscos, cada día podía salir a dar pequeños paseos.

Después de lavar los platos, Evrie, siguiendo el consejo del médico, lo acompañó a dar una vuelta por el edificio.

Esa vez, Evrie fue más astuta y no se dirigió hacia el bosque o las rocas artificiales, sino que eligió otra ruta, temiendo toparse con algo que no debiera.

Evrie de repente recordó algo y levantó la vista hacia Farel. —A propósito, ¿dónde está el celular de repuesto que me diste? Lo busqué toda la mañana y no lo encontré.—

Se preguntaba por qué ese día había estado tan tranquilo, sin el bombardeo de mensajes de la familia y sin las amenazas de Zeus vía mensaje. Por un momento, incluso se sintió incómoda con esa calma.

—Lo tomé yo.— Dijo Farel con calma.

—¿Por qué?— Preguntó Evrie un poco desconcertada.

—Si estás conmigo, no necesitas un celular de repuesto.—Dijo Farel, y con una expresión serena añadió—Cualquier cosa te la comunicaré yo.—

Evrie dudaba un poco y dijo —Eso no está bien. ¿Y si interceptas mis mensajes?—

Farel la miró de reojo y soltó una risita sarcástica —¿Qué mensajes crees que interceptaría? ¿Que Zeus se la pasa torturando a tu hermano o chantajeando a tus padres, rogándote que vayas a la guarida del lobo?—

Evrie se quedó callada.

Debería haber sabido que Farel ya había visto todo lo que había en su teléfono.

—Mensajes basura como esos, es mejor interceptarlos por tu bien, ¿no crees?— Concluyó Farel.

Evrie bajó la mirada, incapaz de decir una palabra.

—Déjalo, si no los veo, mejor.— Ella suspiró aliviada, ocultando la leve decepción de sus ojos.

De todos modos, en unos días Óscar sería rescatado, así que preocuparse ahora no servía de nada.

—Ya que has decidido no verlos, quiero que me acompañes a dar un paseo, sin distracciones.—

Farel tomó la mano de Evrie, su palma cálida envolvía la suya, transmitiéndole una sensación inexplicable de paz.

Evrie parpadeó y apretó silenciosamente su mano.

La luz del sol era perfecta y una brisa ligera soplaba.

Hasta llegó a pensar que ese momento parecía eterno.

Después de caminar un poco, de repente, se escuchó un alboroto proveniente del alojamiento de los empleados, se escuchaba una mezcla de respiraciones entrecortadas de hombre y mujer.

Era evidente que alguien estaba en pleno acto.

Evrie se paralizó en el lugar.

Los incómodos recuerdos de días anteriores volvieron a su mente.

No podía ser, ¿se había encontrado con esa situación otra vez?

La cabeza de Evrie comenzó a zumbar por dentro.

¡No podía creer que él tuviera tal gusto por lo morboso en ese lugar!

Ella intentó mirarlo con enojo, pero no se atrevió a emitir ningún sonido, permitiendo que Farel la besara sin restricciones.

No sabía cuánto tiempo pasó, pero los sonidos exteriores finalmente cesaron y se escucharon pasos alejándose.

Evrie se apoyaba contra la pared, sus labios estaban hinchados y sensibles.

Sentía como si toda su energía hubiera sido drenada.

Farel miró hacia abajo levemente, y con su mano bien definida acarició sus labios, sugestivamente preguntó

—¿Seguimos besándonos?— Preguntó Farel con cierto tono morboso.

¡Qué besarse ni que nada!

Evrie apretó los dientes y lo miró con resentimiento.

Empezaba a sospechar que él había hecho todo eso a propósito, solo para llevarla allí y besarla.

Quizás ellos también eran el paisaje de alguien más hace un momento.

—Si no hablas, voy a tomarlo como que estás de acuerdo.—

Sin esperar a que ella dijera algo, Farel sujetó con una mano ambas mejillas de Evrie y sus labios frescos presionaron de nuevo las de ella.

—Abre la boca, vamos a seguir.— Dijo él.