Evrie ni siquiera le lanzó una mirada.
—He venido a recoger mis cosas, no a pelearme por la casa.—
Desde que Óscar se endeudó por el juego.
Marcela, para juntar dinero, usó todos los ahorros de la familia y hasta hipotecó la casa.
El dinero se envió al Triángulo Norte y desapareció sin dejar rastro.
Cuando Óscar regresó sin poder pagar la deuda, el banco se quedó con la casa.
Se vio obligado a vivir de nuevo en la antigua casa de Pablo con su esposa e hijos.
Al escuchar a Evrie decir eso, Óscar se tranquilizó y caminó hacia la cuna con el biberón en la mano.
—Hija mía, papá te trajo tu leche.—
De reojo, Evrie vio que le faltaba un dedo y tenía una venda fina alrededor de la mano.
Lo perdió jugando.
Se lo merecía.
Con una mirada incómoda hacia Evrie y Farel, Pablo se frotó las manos.
—Pasen y siéntense, quédense a almorzar, yo cocinaré para ustedes.—
Evrie miró a Farel y negó con la cabeza.
—No hace falta, ve a buscar el registro de familia, todavía tengo que recoger algunas cosas.—
Esta casa ya no le pertenecía.
Ahora que se iba, quería llevarse todo lo que le pertenecía desde su infancia.
No tenía muchas cosas, solo algunos libros y cuadernos de dibujo que eran importantes.
Todo estaba tirado en un almacén polvoriento.
Preocupado, Pablo la advirtió —Está bien, pero... mantente alejada de tu madre, acaba de volver del hospital y no está bien mentalmente, si se pone loca, temo que te golpee.—
¿Acaso no había recibido suficientes golpes desde pequeña?
Evrie forzó una sonrisa y dijo —Lo sé.—
Marcela simplemente estaba sentada en la entrada del almacén sin moverse, perdida en sus pensamientos.
Evrie tiró de la manga de Farel y le dijo —Espérame aquí, volveré tan pronto como recoja mis cosas.—
Farel insistió —Te acompañaré.—
—No.— Dijo Evrie, —Es un lugar estrecho y sucio, yo puedo manejarlo sola.—
Farel quería insistir, pero el temperamento obstinado de ella volvió a aparecer.
Sin alternativa, se quedó esperando afuera.
Evrie pasó junto a Marcela y entró directamente.
Ninguna de las dos dijo una palabra.
Óscar, mientras daba el biberón, observaba a Farel.
—¿Estás saliendo con mi hermana?—
Farel se encontró con su mirada indagadora y respondió honestamente.
—Sí.—
Óscar se mostró algo resentido —Evrie tiene suerte, pudo encontrar a su príncipe azul, nuestra familia es muy pobre y aun así te atreves a casarte con ella.—
Farel respondió con calma —La pobreza de su familia no tiene nada que ver con ella.—
—¿Cómo no va a tener que ver? Ella es hija de mis padres, es parte de nuestra familia.—
—Recuerdo que en la temporada de graduación del año pasado, Evrie pagó quinientos mil para cortar lazos con ustedes, si quieren volver a relacionarse, devuelvan el dinero.—
—...—
Óscar se quedó sin palabras.
Ahora era un pobre diablo sin un centavo.
En ese momento, Evrie salió con algunos libros y una pequeña caja de cartón en los brazos.
Dentro había certificados de honor de toda su vida, que nadie en su familia valoraba; todo le pertenecía a ella.
Al ver que Marcela finalmente se calmaba, Pablo instruyó a Óscar para que la encerraran directamente en el almacén.
Evrie simplemente se quedó parada, viendo todo ese caos.
No sabía cómo sentirse.
Ni todas las palabras que conocía podían describirlo.
—Vámonos.—
Bajó la mirada y agarró la mano de Farel.
Al girarse, de repente vio algo peludo caído en el suelo de cemento, de color rosa y le resultó familiar.
Como impulsada por un fantasma, Evrie lo recogió.
Era un gorro que había usado cuando era niña, con un dibujo de un conejito, muy adorable.
Desde el accidente de Pablo, nunca lo había vuelto a usar.
Ese objeto también le pertenecía.
—No te lleves eso.— Samia interrumpió sus pensamientos.
Apuntó hacia Marcela y dijo —Ella ha estado jugando con ese gorro últimamente, cosiéndolo, remendándolo, lavándolo y secándolo todos los días, sin este objeto, se vuelve loca con más frecuencia.—
Evrie se quedó callada un momento, con una sensación indescriptible en su corazón.
Sosteniendo el pequeño gorro, se dirigió hacia el almacén y lo arrojó adentro.
Marcela vio el gorro y se lanzó hacia él como si fuera dinero, lo recogió y se sentó en una esquina sacudiendo el polvo cuidadosamente.
Como si fuera un tesoro.
Evrie la observaba en silencio.
Sus ojos estaban tan tranquilos que no mostraban ninguna emoción.
Unos segundos después, de repente hizo una pregunta.
—¿Soy tu hija, verdad?—
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Receta para robarle el corazón al Dr. Farel
Hola ya no hay más capitulos...
Llevo mucho tiempo revisando dia a dia para ver si actualizaron y nada😪😪...
Muchos dias sin subir capituños y nos vamos a quedar sin saber que pasa con los protagonista. Que pereza....
Para el buen lector es de muy mal gusto esperar por alguien para darle continuidad a una buena e interesante lectura, son muchos días de espera....
Por favor más capitulos😢😢...
Hola por favor que pasa capitulo...
Quiero más capítulos por favor me tiene triste ver como esta berto😔😔...
Hola amiga más capítulos...
Más capitulos vale...
Quiero más capítulos para ver que pasa con la salud de berro...