Receta para robarle el corazón al Dr. Farel romance Capítulo 602

Blanca no podía creerlo: —¿No te puse una estufa eléctrica?

—Aun así hace frío, no me acostumbro— le respondió él con un suspiro.

—¿Entonces por qué viniste? ¡Y trajiste a Auwuu!

Había pensado que en Año Nuevo, al volver a su pueblo natal, al fin tendría algo de paz, al menos estaría sola por unos días, lejos de él.

Pero él la había seguido hasta allí.

Blanca sentía un dolor de cabeza ante la sorpresa.

No podía explicarse el enredo de emociones que sentía.

—¿Todavía preguntas por qué vine?— Berto se acercó un paso, su alta figura la envolvió en un rincón detrás de la puerta, estaban tan cerca que Blanca casi podía oler el aroma a nieve que él traía consigo, era un olor que había adquirido de su tierra natal.

Blanca apartó la mirada, esquivándolo.

Cambiando el tema a propósito, se movió para pasar por su lado hacia la puerta— ¿Tienes frío, verdad? Voy a traerte otro poco de carbón—.

Berto la agarró de la muñeca, tirando de ella de vuelta.

—¿Es necesario hacer esto?— le preguntó—. Si estamos juntos, ¿no podríamos calentarnos el uno al otro?

Blanca le dijo con irritación— ¿Estás loco?

—No es como si no hubiéramos dormido juntos antes— le dijo Berto.

Tan pronto como terminó de hablar, Blanca se soltó y salió, dándole la espalda.

Berto se quedó solo.

Hasta que Auwuu llegó corriendo feliz a sus piernas, Berto se agachó a acariciar la cabeza del perro y suspiró profundamente.

—¿Te estás divirtiendo tanto?—

Auwuu, cubierto de nieve, sonrió y le ladró alegremente— ¡Guau!

—Perro tonto, tu madre ya no te quiere y aun así estás contento—.

Había nevado mucho en los últimos días y el frío era intenso.

La temperatura en la estepa era baja y los vientos fríos de la noche eran más crudos que en su cálido clima natal.

Blanca agregó otra bandeja de carbón en la tienda de fieltro, puso otra manta de lana y ventiló la habitación antes de ponerse de pie y sacudirse las manos.

—Listo, ya puedes dormir. Esto es un tratamiento de cinco estrellas, si aún no puedes dormir, abraza más fuerte a Auwuu y ponte ropa gruesa—.

Berto, aún en la puerta, parecía no rendirse.

—¿De verdad no quieres dormir conmigo?—

Evrie lo miró por un rato y sonrió.

Qué bonito era tener luz.

—¿Te gusta mucho?— la voz grave de Farel sonó detrás de ella.

Una mano fuerte la atrajo hacia él, era la voz perezosa de Farel recién despertado.

Evrie, con la espalda contra su pecho, sonrió aún más.

—Me gusta.

Ella tomó su mano y juntas las extendieron bajo el sol, los anillos de boda combinaban perfectamente con sus manos.

La luz del sol les daba un contorno resplandeciente.

Era una imagen hermosa.

Farel entrelazó sus dedos con los de ella y al instante, se giró sobre ella, su aliento seguía invadiendo su cuello.

—Es el primer día del año, hagámoslo de nuevo.

Evrie se quedó sin palabras— ¿No te cansas?

—Dijiste que querías tener hijos— le respondió él.

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