Receta para robarle el corazón al Dr. Farel romance Capítulo 648

Ella dejó la cuchara de lado con cierta prisa, su expresión era compleja.

Para Evrie, era la primera vez que escuchaba a Farel hablando tan seriamente sobre ciencia.

Inconscientemente, se tocó el vientre y murmuró para sí misma: —Entonces, ¿fue después de tanto esfuerzo que finalmente nuestro bebé llegó a conocernos?—

Farel levantó la mano y acarició su cabello.

—Así que, desde el momento en que luchó con todas sus fuerzas hasta que fecundó al óvulo, fue el renacuajo más afortunado.—

—Y también muy esforzado—, agregó Evrie.

—Sí, como tú.—

Los dos murmuraban como si nadie más estuviera cerca, sus voces eran bajas pero muy claras.

Blanca apretaba sus cubiertos, y bajaba su mirada cada vez más.

Minutos después, de repente se levantó y dijo: —Ya estoy satisfecha, estoy un poco cansada, voy a descansar un rato enfrente.—

Berto se levantó rápidamente para seguirla, pero Farel lo detuvo: —Quédate, lava los platos.—

Berto: —¿?¿?¿?—

—¿Qué, quieres comer y beber gratis? Es Año Nuevo, te comiste todas las provisiones de mi casa, no estaría bien si no haces algo de trabajo.—

¿Qué más podía decir Berto?

Con su mujer y su hijo en casa de otro, aunque no quisiera, tenía que hacerlo.

Berto, conteniendo su molestia, llevó un montón de platos hacia la cocina. Evrie quiso ayudar, pero Farel la detuvo.

Ella le preguntó en voz baja: —¿No es un poco excesivo hacerle eso?—

Incluso ella podía ver que el corazón de Berto estaba con Blanca, pero Farel insistía en hacerlo lavar los platos.

La silueta en la cocina parecía triste.

Farel respondió con una expresión impasible: —No es bueno estar pegados todo el tiempo, hay momentos en los que es mejor estar separados.—

Evrie no estaba segura de entender completamente.

Pero en verdad sentía que Blanca estaba muy oprimida. Desde que confirmó su embarazo hasta ahora, siempre estuvo bajo la total atención de Berto y de la familia Navarro, lo que la hacía sentir contradicciones y culpa.

Era mejor que se calmara sola sin la molestia de otros.

—Vamos a la habitación, dijiste que te dolía la espalda, ¿no? Te doy un masaje.—

Farel la rodeó por los hombros y al pasar por la mesa, aún recordó decirle a Berto en la cocina.

—Después de lavar, no olvides desinfectar y ayudar a alimentar al gato.—

Berto: —...—

Evrie: —...—

Él sabía cómo aprovechar de las situaciones.

Blanca volvió a su habitación y cerró la puerta detrás de ella.

En su mente rondaba los comentarios de Farel, cada palabra que dijo se convirtió en texto flotando en su mente.

No podía deshacerse de ellos ni olvidarlos.

Farel era médico y esa noche le había tomado el pulso, por lo que inconscientemente recordaba más de lo que él decía.

Blanca se detuvo, no volvió a su habitación, sino que se sentó frente a él en la sala.

—¿De qué quieres hablar?—

Berto se quedó en silencio unos segundos, su voz se volvió mucho más tranquila y habló lentamente.

—Si después de pensarlo bien todavía quieres terminar con el embarazo, te respeto. Si no quieres verme por un tiempo, puedo desaparecer de tu vista.—

Levantó la mirada y, cambiando el tono, continuó.

—Pero, nena, abortar es algo serio, después de la operación tengo que traer a mi mamá para que te cuide, a eso no puedes decir que no—.

Blanca se quedó callada, sin decir palabra.

Berto, pensó que ella no estaba de acuerdo, así que continuó —Blanca, esto es lo máximo que puedo ceder. Pero dejarte, lo siento, eso no lo puedo hacer—.

La miró fijamente, rogando con la última pizca de dignidad que tenía.

—Hazlo por mí esta vez, volvamos a lo que éramos antes, no como amantes, no como esposos, solo como dos adultos que buscan lo que necesitan, ¿te parece?—

Blanca no respondió.

Ella guardó silencio por unos segundos, luego lo miró a los ojos y con voz ronca, finalmente habló.

—Berto, ¿serías un buen padre?—

Berto se quedó pasmado, al principio no entendió lo que ella quería decir.

Al segundo siguiente, la escuchó hablar con tono sereno, palabra por palabra.

—Nueve meses, si este niño puede nacer sin problemas, nos casamos—.

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