Receta para robarle el corazón al Dr. Farel romance Capítulo 647

Ella se quedó helada al ver a Berto, evidentemente sorprendida.

No esperaba que él llegara tan rápido.

¿No le había dicho a Evrie que guardara el secreto?

¡No podía haber sido Evrie quien filtró la noticia!

Entonces tenía que ser... ¿Farel?

¿Será posible que él fuera tan chismoso?

Blanca estaba llena de sentimientos encontrados y justo cuando pensó en levantarse, Berto la agarró del brazo.

—¿A dónde vas? —dijo él con una expresión de no entender nada—. ¿Ahora ya no quieres verme?

Blanca desvió la mirada— Fuiste tú quien se obsesionó conmigo, me presionaste para que no me moviera y hasta me asustaste con los síntomas del embarazo.

Berto— Estás esperando un hijo mío, ¿no es normal preocuparme por ti? ¿Qué pretendes, que te deje ir embrazada?

¿De dónde sacaría esas tramas tan trilladas?

Blanca frunció el ceño y replicó— Yo nunca me iría embrazada.

Su niño, incluso si nacía, tendría una familia completa, con el amor tanto del padre como de la madre. ¿Por qué iba a huir ella sola?

El corazón de Berto se alivió un poco al escuchar eso, pero su tono seguía siendo duro.

—Entonces, ¿por qué me bloqueaste? —añadió con un punto de reproche— Incluso si quisieras terminar con el embarazo, necesitarías que yo estuviera allí y firmara. Lo que hay entre nosotros dos aún no ha terminado.

Blanca apretó sus manos, sin querer mirarlo.

—¡Suéltame, me duele el brazo!

Berto, inconscientemente, aflojó su agarre y se dio cuenta de que había dejado marcas blancas en su brazo, que ya de por sí era delgado, y ahora se veía aún peor.

Se había puesto demasiado nervioso antes.

Pensó que ella iba a huir nuevamente.

Berto sentía que este año había sido especialmente duro, se había esforzado al máximo para traerla de vuelta a casa y no había tenido un solo día de descanso. Los problemas seguían llegando como una avalancha, y su estado de ánimo era una montaña rusa.

Finalmente, cuando regresaron a su pequeño apartamento y él pudo descansar un poco, su esposa casi se escapa.

Él se agachó junto al sofá, se calmó un momento y estaba listo para hablar seriamente con ella.

Pero entonces alguien llamó a la puerta.

Con un "clic", la puerta se abrió desde afuera, revelando la mitad del cuerpo de Farel, seguida de unas pocas palabras.

—Es hora de comer.

Las palabras que Berto estaba a punto de decir, se quedaron en su garganta de nuevo.

Incluso empezó a admirar el conocimiento médico de Farel.

Mientras Farel seguía sirviendo platos, Evrie, viendo una bandeja de vegetales, no pudo evitar darle instrucciones.

—Quiero comer pescado. Dicen que hace a los bebés más inteligentes.

Farel le sirvió un trozo de pescado, sin cambiar su expresión— Con sus genes y capacidad de lucha, ya es bastante inteligente.

Evrie pestañeó un par de veces, sin entender lo que acaba de comentar.

Conocía lo de los genes.

—¿Y eso de la capacidad de lucha?

Farel dejó los cubiertos, habló con un tono sereno, ni muy alto ni muy bajo, justo para que todos en la mesa pudieran oírlo.

—Aunque el tema es un poco delicado, debo explicarte que los espermatozoides de un hombre se liberan en cantidades de cientos de millones en una sola eyaculación. Ellos nadan contra la corriente para alcanzar y fusionarse con el óvulo. En ese viaje, muchos encuentran su fin en múltiples obstáculos.—

Farel hizo una pausa y, al ver los ojos brillantes de Evrie, simplificó aún más la explicación.

—Al encontrarse con un ambiente ácido, muchos mueren. En su largo camino, otros mueren de agotamiento. Al pasar por el cuello uterino, algunos mueren pegados al moco cervical. Y hay unos que toman el camino equivocado y, bueno, mueren al no encontrar el óvulo.

—El que se quedó al final fue el más esforzado, el más afortunado, el más listo, el más fuerte de los renacuajos.—

La cuchara de Blanca resonó con un “clank” en su mano.