Blanca suspiró, resignada. —Si incendias mi casa, eso sí que sería una gran pérdida.—
Berto soltó de golpe: —Si se quema, te mudas a mi casa. El apartamento grande de enfrente es todo tuyo.—
—Eso ni pensarlo—, replicó Blanca, quitándole el delantal a Berto y atándoselo a sí misma. —Amo mi rinconcito acogedor.—
Cuando la olla dejó de hacer ruido, ella levantó la tapa, dándole órdenes a Berto.
—Lava esa olla hasta que quede reluciente.—
—Está bien.—
Berto, obedeció mansamente sin rechistar.
Blanca sacó algunos ingredientes más del refri y, tomando la olla que Berto había secado, se puso manos a la obra con destreza.
Pronto, la cocina se llenó de aromas que abrían el apetito.
Ella había tomado té de hierbas en casa de Evrie esa mañana, por lo que al oler esos sabores, ya no se sentía tan mal. Los malestares del embarazo habían disminuido.
Una vez tapada la olla, la cocina volvió a la calma.
Berto observaba la habilidad de Blanca algo avergonzado. ¿Qué clase de hombre era él que dejaba que su esposa embarazada cocinara?
Si Farel se enteraba, lo ridiculizaría todo el año.
Blanca preparó un par de platos y cocinó dos porciones de sopa, bastante simples y sin mucho nutriente.
Berto sintió que algo no estaba bien y frunció el ceño.
¿Cómo iban a comer algo tan sencillo en plenas festividades?
Él había querido preparar un festín completo, pero sus habilidades no se lo permitían.
Sacó su teléfono, hizo una llamada y pidió varios platos de comida casera, pidiendo que los enviaran con urgencia.
Justo cuando servía la sopa, llegaron los platos que había pedido.
Berto, muy atento, sacó la comida de la cocina y la dispuso en los platos.
—Esto es todo para ti, platos ligeros. No basta con solo sopa, hay que reponer vitaminas con diferentes alimentos.—
Tras decir esto, añadió: —Después, yo lavo los platos. Eso sí lo sé hacer.—
Ante esa expresión tan seria y sincera, Blanca no pudo evitar reírse.
—Está bien, tú lavas.—
Al final, sufrió una caída y perdió al niño.
Durante años, su madre aguantó sin divorciarse.
Decían que una mujer sin marido era como una planta sin raíces, destinada a una vida miserable.
Pero no sabían que los tiempos habían cambiado, que una mujer podía vivir bien por sí misma, que ella era su propia raíz.
En la experiencia de Blanca, los hombres siempre habían sido crueles y despreciables.
Pensó que Farel era la excepción.
Y ahora veía... que Berto también lo era.
Blanca apretó los labios y bajó la vista para tomar su sopa. —Bien, entonces te toca trabajar duro.—
—¿Trabajar duro? Soy el más afortunado—, dijo Berto con una sonrisa, tomando su mano. Una súplica brillaba en sus ojos.
—Entonces, ¿podemos dormir juntos esta noche? ¿Puedo?—
—Deja espacio en la cama.—
—No quiero ir al cuarto de al lado...—
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Receta para robarle el corazón al Dr. Farel
Hola ya no hay más capitulos...
Llevo mucho tiempo revisando dia a dia para ver si actualizaron y nada😪😪...
Muchos dias sin subir capituños y nos vamos a quedar sin saber que pasa con los protagonista. Que pereza....
Para el buen lector es de muy mal gusto esperar por alguien para darle continuidad a una buena e interesante lectura, son muchos días de espera....
Por favor más capitulos😢😢...
Hola por favor que pasa capitulo...
Quiero más capítulos por favor me tiene triste ver como esta berto😔😔...
Hola amiga más capítulos...
Más capitulos vale...
Quiero más capítulos para ver que pasa con la salud de berro...