Blanca lo miraba con sus ojos encantadores y alzaba una ceja con cierta malicia.
—Hablas como si alguna vez hubieras dormido en otro cuarto.—
En cuestión de sinvergüenza, ¿quién podría superarlo?
Siempre que decían que dormirían separados, él prometía cumplir, pero se colaba en la cama a media noche, abrazándola con insistencia hasta que no tenía más remedio que ceder.
Si ella llegaba a enojarse de verdad, él se hacía el pobrecito, buscando compasión.
Blanca ya lo tenía calado.
Berto soltó una risita, con la mirada llena de satisfacción —Entonces lo tomo como un sí. Tranquila, yo hago la cama, me encargo de las tareas del hogar; seré un esposo ejemplar.—
Blanca no pudo evitar reírse.
Dejó los cubiertos a un lado, se tomó la sopa de un trago y luego se recostó, limpiándose las manos.
—Vale, pues ve a lavar los platos, esposo ejemplar.—
—A la orden.—
Berto se movía con destreza, recogiendo la mesa con obediencia.
Remangaba ligeramente la camisa, dejando ver sus brazos firmes y bien formados. Bajo la luz, su rostro reflejaba una seriedad atractiva y una limpieza que inspiraba confianza.
Era la primera vez que Blanca le encontraba un aire de responsabilidad.
¿Será acaso ese el aura de un futuro papá?
Bajó la mirada hacia su vientre, sintiéndose más tranquila.
Su bebé tendría que ser el más feliz del mundo.
Berto terminó rápido. Cuando Blanca salió del baño, él ya había dejado la sala impecable.
Incluso le había cortado la fruta para después de la cena, extendido una manta y encendido la tele para que ella pudiera sentarse a disfrutar.
Al segundo, sacó una botella de calcio y le pasó una pastilla a Blanca.
Era transparente, de color amarillo, y se veía el líquido nutritivo en su interior. Blanca lo reconoció al instante.
—Esto es el calcio prenatal que toma Evrie, ¿no?—
—Así es.—
—¿Y de dónde lo sacaste?—
Blanca se sonrojó ligeramente —No lo necesito.—
—No, sí lo necesitas.—
Berto hablaba en serio —El enojo y la frustración pueden causar problemas, y últimamente no me has mirado con buenos ojos. Mejor prevenir antes de que sea tarde.—
Blanca se sentía arder de vergüenza.
—No estoy enojada contigo, solo estoy... pensando.—
Además, ella había crecido en el campo, montando a caballo y cuidando del ganado; estaba fuerte y sana.
¿Cómo iba a tener ella algún problema?
—No te muevas, quédate quieta. Ya estamos esperando un hijo, ¿qué más podría hacer?—
Berto sujetó su mano, con una mirada clara y sincera.
—Blanca, llevas a mi bebé y eso me hace sentir que debo compensarte por todo. Si no hago algo, me siento inseguro.—
Blanca...—
Antes de que pudiera responder, la mano de Berto ya se posaba suavemente sobre ella.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Receta para robarle el corazón al Dr. Farel
Hola ya no hay más capitulos...
Llevo mucho tiempo revisando dia a dia para ver si actualizaron y nada😪😪...
Muchos dias sin subir capituños y nos vamos a quedar sin saber que pasa con los protagonista. Que pereza....
Para el buen lector es de muy mal gusto esperar por alguien para darle continuidad a una buena e interesante lectura, son muchos días de espera....
Por favor más capitulos😢😢...
Hola por favor que pasa capitulo...
Quiero más capítulos por favor me tiene triste ver como esta berto😔😔...
Hola amiga más capítulos...
Más capitulos vale...
Quiero más capítulos para ver que pasa con la salud de berro...