La situación se volvió un caos total.
La niña comenzó a llorar aterrado.
Isabel, con el rostro aún marcado por moretones, se aferraba al pequeño con determinación, sin intención de soltarlo.
Sus padres intentaban mediar—Isabel, no pelees por tu hija, pídele perdón a tu suegra y vuelve con ella.—
Al oír eso, Blanca sintió cómo una furia inexplicable crecía dentro de ella.
No podía soportar ver a su amiga en esa situación humillante.
Se acercó y se puso al lado de Isabel, protegiéndola de toda la presión y peligro.
Con voz fría, les dijo—Ella no quiere volver, ¿acaso no lo escuchan?—
La suegra de Blanca frunció el ceño al verla.
—Los asuntos de nuestra familia no necesitan de la intervención de extraños, ¿acaso no sabes respetar, niña?—
Blanca soltó una risa sarcástica.
—Ella tiene el derecho a elegir cómo vivir su vida y cómo criar a su hijo, ¿entiendes las leyes o no?—
¡Qué leyes!
Ellas no tenían tiempo para esas cosas.
Era imposible razonar con gente tan letrada.
La suegra de Blanca le lanzó una mirada despectiva y luego se giró hacia Isabel.
—Ingrata, ¿vas a venir conmigo o qué? ¿Estás pensando en rebelarte? ¿Acaso ya no podemos mantenerte?—
Isabel, de rodillas en el suelo, mostraba una firmeza en su espalda como nunca antes.
Mordiéndose el labio, finalmente le dijo lo que pensaba.
—Yo… quiero ir a la ciudad a trabajar.—
¿Trabajar? ¿Ella?
Los ojos de su suegra se abrieron aún más, mezclando incredulidad y desdén.
—Tú no sabes hacer nada, además de pastorear ovejas, ¿qué más puedes hacer? Después de pasar unos días con esas mujeres de la ciudad, tu espíritu se ha corrompido y ahora crees que puedes hacer lo que quieras, ¿verdad?—
—Sin nuestra familia, no eres nada, podrías hasta morir de hambre.—
Al escuchar esas palabras, los hombros de Isabel temblaron.
Nunca había salido al exterior, nunca había vivido por su cuenta.
Ella también tenía miedo.
No tenía ninguna seguridad.
La suegra, enfurecida al ver a Blanca frustrando sus planes una y otra vez, levantó su mano para golpearla en la cara.
—Tú también te mereces una lección, hoy voy a establecer las reglas para ustedes dos.—
—¡Paf!—
Blanca no dudó y le devolvió el golpe con firmeza.
La mujer se quedó atónita, sin creer que aquella joven se atreviera a golpearla.
Cuando intentó contraatacar, una mano grande y fuerte sujetó su brazo con fuerza.
Una voz amable y agradable llenó el espacio.
—Ella es demasiado valiosa, cada cabello en su cabeza es precioso, no tienes derecho a tocarla.—
La suegra de Isabel no conocía a Berto y lo miró con desdén.
—¿Y tú quién eres?—
¿Por qué todos se metían en asuntos de su familia?
¡Qué falta de decencia!
Berto sonrió con calma, con mucha cortesía—Disculpe, pero el que dejó a su hijo conmocionado y con los huesos dislocados, necesitando un mes de hospitalización, fui yo.—
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Receta para robarle el corazón al Dr. Farel
Hola ya no hay más capitulos...
Llevo mucho tiempo revisando dia a dia para ver si actualizaron y nada😪😪...
Muchos dias sin subir capituños y nos vamos a quedar sin saber que pasa con los protagonista. Que pereza....
Para el buen lector es de muy mal gusto esperar por alguien para darle continuidad a una buena e interesante lectura, son muchos días de espera....
Por favor más capitulos😢😢...
Hola por favor que pasa capitulo...
Quiero más capítulos por favor me tiene triste ver como esta berto😔😔...
Hola amiga más capítulos...
Más capitulos vale...
Quiero más capítulos para ver que pasa con la salud de berro...