¿Este chico lo habrá entrenado Melody? ¿Le había enseñado a ser tan hipócrita?
Briar se enojó, entró de golpe y al ver a Melody parada en la sala, todas sus emociones se agolparon en su corazón de una vez.
En los ojos de Melody se reflejaba ese miedo y dolor que venían del alma, y eso hizo que Briar apretara los puños sin poder evitarlo.
—Hace tiempo que no nos veíamos.—
Fue lo primero que él dijo.
Melody no le respondió. Al ver que no podía detenerlo, Eric corrió al lado de su mamá, tomó su mano y le dijo, —No tengas miedo, mami, vamos a dormir.—
Los dos se voltearon, estaban dispuestos a ignorar a Briar por completo.
—¡Esperen!—
Su voz llena de furia llegó desde atrás, Melody se estremeció, y hasta Eric notó que las manos de su madre temblaban.
Briar se rio con rabia, —¿No piensas explicarme lo de este niño?—
—¿Explicar qué?—
Melody miró a Briar, con la voz temblorosa, —Si ya pasé cinco años en la cárcel, ¿por qué sigues sin dejarme en paz?—
¡Fueron cinco años en la cárcel! ¡Habían destruido todo el amor y las esperanzas que ella tenía hacia él!
Briar entrecerró los ojos, como si no estuviera satisfecho con esa respuesta, —Fuiste a la cárcel porque te lo merecías, ¿así que de qué te quejas?—
Los ojos de Melody se llenaron de lágrimas, se giró y le dijo a Briar, —¿Ah sí? Entonces, ¿para qué vienes a rogarme ahora? ¿Una mujer con antecedentes como yo todavía merece que la aceptes en tu casa?—
—Claro que no lo mereces.— Briar se acercó y agarró la mano de Eric, —¡Pero él sí!—
Melody se mordía por dentro para no llorar, pero Eric, sorprendentemente tranquilo, miró a Briar y le dijo suavemente, —Señor Briar Yelamos, suéltame, por favor.—
Ese —por favor— fue como una aguja clavada en el corazón de Briar.
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