Santino, El demonio de la Mafia romance Capítulo 2

—Olivia Chanthara ¿Nos conocemos? —Alessia preguntó, podía jurar que la conocía o más bien que la había visto en algún lugar pero no recordaba exactamente dónde.

—Vamos a la misma universidad—Olivia respondió, acomodó el bolso sobre su hombro dispuesta a salir y dejar atrás este episodio.

—¡Espera! —Alessia gimió, por el brusco movimiento,— Por favor déjame pagarte el favor —¿Pagarle el favor? Ella necesitaba dinero y Alessia tenía por montones, pero su acto no había sido con esa intención. Alessia necesitó ayuda y ella simplemente se la brindó.

—Tu amistad podrá pagar la deuda —Olivia sonrió ante la cara de asombro de Alessia.

—¿Estás segura? —Preguntó, aun sin poder creer, que Olivia, rechazará sin más la compensación que estaba dispuesta a darle —Ni siquiera sabes la cantidad que estoy dispuesta a pagar —insistió

—Estoy segura Alessia, en la vida no todo se puede comprar—Olivia se despidió después de haber rechazado sabrá Dios qué cantidad de dinero. Pero muy satisfecha con su decisión.

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Olivia volvió a su pequeña habitación, se dejó caer sobre la cama, no tenía dinero para pagar la renta. Los golpes en la puerta le hicieron levantarse sin ánimos.

—Señora Bunmi —Olivia saludó con una sonrisa.

—Olivia ¿Cómo estás? —la señora Bunmi, no era una mala persona, pero si una señora de la tercera edad que vive de la renta de habitaciones para estudiantes universitarios.

—Bien señora Bunmi —Olivia, deseaba que la tierra la tragara y la escupiera en Marte, era el tercer mes sin poder pagar la renta.

—Lamento molestarte querida, pero necesito el dinero del alquiler —Olivia cerró los ojos, antes de hablar nuevamente.

—Señora Bunmi, yo… yo no he podido completar el dinero ¿Podrá darme unos días más, por favor? —Olivia preguntó con vergüenza.

—Cielos, Olivia —la anciana suspiró, —No hagas esto público o nadie querrá pagar la renta, te doy una semana más —hablo tan bajito, mientras Olivia deseaba gritar de emoción, dispuesta a hacer lo que fuera por conseguir el dinero.

—Gracias señora Bunmi, le prometo que antes de que la semana termine, tendrá su dinero —Olivia besó la mejilla de la anciana, muy agradecida de tener un techo sobre su cabeza y no terminar en la calle.

Olivia suspiró aliviada. Tenía una semana para conseguir el dinero y esta vez no pensaba fallar, buscaría un trabajo de medio tiempo para ayudarse. Abrió su laptop, dispuesta a terminar los trabajos pendientes de la universidad antes de dormir.

Los planes de Olivia fueron interrumpidos por los golpes insistentes a la puerta, se levantó con prisa, podría ser la señora Bunmi, en algunas ocasiones la buscaba para pedirle ayuda y consciente de todo, lo que le debía Olivia no se negaba a brindarle su ayuda. Pero la sorpresa fue mayúscula, al toparse con dos tipos fornidos parados en la puerta, sin darle tiempo a nada. Fue arrastrada por uno de ellos hasta el único sillón en la habitación.

—¡Suéltame! —Olivia gritó asustada, mientras otro tipo entraba a su habitación y cerraba la puerta con seguro.

Santino Ferrari, entró a la diminuta habitación, viendo todo a su alrededor con total frialdad, su rostro esculpido en mármol, sin mostrar emoción alguna, el traje negro hacia resaltar sus facciones perfectas.

Olivia tragó el nudo en su garganta, sabiendo quien era el hombre parado frente a ella y lo peligroso que podía ser ¿Qué diablos hacía en su habitación? Olivia clavó su mirada molesta en él, sin bajar la mirada.

—¿Olivia Chanthara? —el hombre que la retenía preguntó

—Si has hecho tu maldito trabajo, no deberías preguntar —Olivia respondió, tratando de liberarse del agarre, sus brazos dolían por la fuerza con la que el tipo la tenía.

—Parece ser que no sabes con quién estás tratando chiquilla —El hombre apretó el brazo de Olivia con mucha más fuerza.

—No lo sé, y no estoy interesada, di lo que tengas que decir y lárgate —Olivia sabía perfectamente quién era el hombre parado como estatua frente a ella, pero no lo admitiría sería ponerse la soga al cuello.

—¿Ayudaste a Alessia Ferrari? —Olivia apretó los dientes ¿Por qué una buena obra, tenía que tener esta consecuencia? Pensó.

—Sí ¿Le pasó algo? —Olivia sintió preocupación, cuando se marchó del hospital Alessia estaba bien, golpeada, pero bien.

—Ella está bien. Necesito saber el lugar exacto donde la encontraste —Olivia llevó su mirada sobre Santino, quien solo observaba en silencio sin mover un solo músculo de su rostro.

—¡No tienes que ser tan animal!—Olivia gritó, cuando el dolor atravesó su brazo, cuando la presión sobre el aumento.

—Libérala —la voz autoritaria de Santino se escuchó aterradora. Olivia sintió un escalofrío recorrer toda su columna, el Demonio era valga la redundancia endemoniadamente sexy y peligroso.

Santino no apartó la vista de Olivia, espero encontrar un temeroso ratón y no una fiera, admiraba su valor, tres hombres, en una diminuta habitación debía ser aterrador a cualquiera, al parecer no para ella.

—Dime el lugar exacto donde encontraste a mi hermana y términos con esto —Santino esperó en silencio.

—Exactamente a dos cuadras de este edificio —Olivia no era tonta y no diría nada más que la verdad.

—¿A qué hora?

—Seis de la mañana —Olivia dio respuestas cortas

—¡¿Cómo te atreves a llamarme siete malditas horas después?! —Santino gritó furioso

—¡Por qué siete malditas horas después, la enfermera me entregó las pertenencias de tu hermana, porque siete malditas horas después, tu hermana despertó y me pidió que te llamara! —Olivia, olvido con quien hablaba, estaba enojada, realmente furiosa con la actitud del hombre.

—No sé, qué le pasó, solo le hice un favor, quizá debí ignorarla cuando pedía auxilio y ahorrarme tantos problemas —Olivia no se arrepentía de ayudarla, pero no esperaba que Santino, tocará a su puerta ese mismo día.

—Maldita chiquilla —Olivia cerró los ojos con fuerza, al ver el puño del hombre acercarse a su rostro. Pero el golpe que esperaba nunca llegó.

Olivia abrió los ojos con temor, el puño del hombre estaba atrapado entre las manos fuertes de Santino Ferrari.

—No la toques Flavio, no tienes que ser violento y sobre todo no debes olvidar que es una mujer. La señorita Chanthara, tiene razón, solo nos ha hecho un favor —Santino dejó un cheque sobre la mesa, giró sobre sus pies y abandonó la habitación, seguido por sus hombres.

CAPITULO 2 1

CAPITULO 2 2

CAPITULO 2 3

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