Santino, El demonio de la Mafia romance Capítulo 4

Olivia término instalada en casa del demonio, más rápido de lo que un gallo canta ¿Cómo había sucedido? Alessia, quien parecía desesperada por tenerla en casa, había ordenado a sus guardaespaldas traer las pertenecías de Olivia, antes incluso que el día terminará. Y ante el claro desafío que surgió entre Santino Ferrari y Olivia Chanthara. Ninguno de los dos daría marcha atrás…

Olivia fue llevada a la casa de invitados, ni lejos ni cerca de la casa principal, se instaló rápidamente, sus pertenencias eran prácticamente nada, su ropa, laptop y nada más, ni había muebles que trasladar. Durmió en una suave cama por primera vez, en mucho tiempo, pero eso no ayudó en ninguna manera a su descanso, estaba tensa, el estrés de vivir casi bajo el mismo techo de un hombre que parecía odiarla era desgastante ¿porque tenía que responder al desafío de Santino en primer lugar? Su vena orgullosa, no le permitió marcharse sin intentar demostrar al demonio Ferrari, que no todas las personas estaban interesadas en obtener recompensas por sus acciones.

Olivia observó disimuladamente a Santino. No entendía la necesidad del tipo por estar presente mientras, ella explicaba a Alessia el problema que no había comprendido en clase. Tratar de concentrarse era doblemente difícil, Alessia interrumpió la explicación cada dos segundos y la mirada fría de Santino, estaba destrozando sus nervios.

—Creo que te has equivocado Olivia —Alessia, enseño lo que claramente era un error, lo peor de todo es que lo había cometido, en una operación básica. El bufido de Santino, molesto a Olivia, sacando de nuevo en ella, esa vena retadora que la había llevado a meterse en más de un problema.

—¿No tienes trabajo que hacer Santino? —no podía controlar su lengua, cuando el hombre estaba cerca de ella ¿estaba loca? Ya no era una pregunta, creía ser ya una afirmación. Santino Ferrari es algo así como su jefe, es quien paga las clases de Alessia.

—Si tengo trabajo que hacer o no, es mi negocio Oliva, no te pases de lista conmigo, trabajas para mí, lo mínimo que puede hacer es tener un poco de respeto por tu jefe —una clara advertencia que provocó que el cuerpo de Olivia temblará. El rostro esculpido en mármol, esos ojos fríos que la miraban con sospecha, su cuerpo tonificado y perfecto ¿Qué estaba pensado? ¿Cuerpo perfecto? Los colores se le subieron a las mejillas ante la línea de sus pensamientos.

—¿Puedes sonrojarte? —Santino, disfrutaba el momento, no tenía idea de la razón por la que Olivia se había sonrojado, pero no dejaría pasar la oportunidad de fastidiarla ¿fastidiarla? ¡Por Dios, estaba comportándose como un idiota! Ponerse de tú a tú con una chica de la edad de su hermana, era una reverenda estupidez. Pero ahí está él, poco dispuesto a dejarle ganar.

—Puedo, soy humana, no podría decir lo mismo de ti, tienes la cara esculpida en hielo y pareces estar estreñido todo el tiempo —sonrió al ver el rostro de enfado de Santino.

—Eres terriblemente molesta —Santino giró sobre sus talones y salió de la sala, incapaz de soportar un minuto más a la molesta chica.

—Te diviertes ¿cierto? —Alessia levantó la mirada del cuaderno, con una pequeña risa culpable en su rostro.

—Lo lamento Olivia, pero negar que esto me emociona, sería una rotunda mentira, nunca, te lo juro, jamás, había visto a mi hermano discutir con alguien, eres la primera mujer que logra sacarlo de sus casillas y continuas respirando —Olivia pensó lo afortunada que era. Lejos de tranquilizarse el comentario de Alessia, le hizo preguntarse ¿Quién era realmente Santino Ferrari?

Después de explicar una hora más los ejercicios, Alessia se rindió.

—Es imposible o esto es muy difícil de resolver o soy una idiota, pero por más que trato de entenderlo Olivia, ¡no puedo! —gritó con frustración.

—Calma Alessia, debes concentrarte un poco más, te pierdes fácilmente —Olivia suspiró estaba deseando la protección de la casa de invitados, el ambiente después del intercambio de palabras con Santino, era pesado, porque de alguna manera se sentía vigilada en la distancia.

—No comprendo Santino, no tienes necesidad de soportar a la chica ¿Por qué lo haces? —Flavio, el jefe de seguridad de su equipo desde hace veinticinco años, era el único que podía cuestionarlo como hoy.

—No lo sé con seguridad Flavio, hay algo en ella que me atrae irremediablemente —confesó, bajo la mirada incrédula de su guardaespaldas.

—¡Es una niña! Y no conocemos sus intenciones, he estado investigando como lo ordenaste

—¿Qué has averiguado? —preguntó al verlo dudar

—No tengo noticias, la persona encargada del trabajo, no se ha comunicado conmigo, te aseguro que apenas tenga la información, te la haré llegar —Santino hizo un movimiento de cabeza, dando por terminada la conversación. Su atención fue hacia Olivia, que caminaba a la casa de invitados.

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Una semana después...

Olivia se sentó en el sillón de la sala. Estaba aburrida, era sábado y las clases con Alessia, habían terminado temprano.

Cerró los ojos, Alessia, salió de paseo con amigos de su mismo círculo social, un paseo que no incluía a Olivia. Lejos de molestarse por eso, se alegró, tenía la tarde libre para ella, podía seguir rastreando el número telefónico que hasta el momento parecía resistirse.

Sus planes fueron interrumpidos por el sonido insistente de su móvil, dudo por un largo momento en responder la llamada, el número era desconocido. La llamada se perdió y decidida a continuar con su investigación retomó su laptop, para dejarla minutos después, el mismo número apareció en la pantalla. Suspiro antes de responder.

—Chanthara —Olivia tembló al escuchar la voz de Santino, al otro lado de la línea, preguntándose ¿Por qué y para que la llamaba?

—Ferrari —no fue capaz de responder otra cosa, estando sorprendida como estaba, Alessia no estaba en casa, no existía razón alguna para esa llamada.

—Ven a la biblioteca, no demores —Olivia, sabía que no era una petición, sino una orden y como empleada debía acudir. Salió de la seguridad del chalet, camino lento, tratando de retrasar el momento, nunca había estado a solas con Santino. Nervio y miedo recorrió su cuerpo. Hasta el momento no había razón para temer ¿o sí?

CAPITULO 4 1

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