Secreto. romance Capítulo 22

El bosque se esparcia a mi alrededor como aire fresco, la brisa acariciaba mi rostro de manera fina y especial.

Vislumbre una silueta detrás de un árbol y algo en mi interior se estremeció, tenía miedo mucho miedo.

—no tienes buenos sueños últimamente, por lo que veo —su voz me era familiar.

—déjame sola —apenas y podía articular una palabra, sentía como casa poro de mi piel se erizaba.

—Alek viene pronto y... Debes controlarte —salio de las sombras y descubrió su rostro dejandome admirarlo, su cabello caía de manera perfecta en su frente, aún en la oscuridad se podía ver los reflejos rojizos de su cabello y sus ojos color marrón me miraban con detenimiento.

—Amelie, por favor controlate —suplico.

—¿que? —negué con la cabeza no podía entenderlo.

—solo Alek y tu son de linaje real —y después se desvaneció.

Corrí para querer alcanzarlo pero simplemente desapareció.

—¡Espera! ¡No te vaya! —grite.

Pero fue inútil, el se había ido y yo solo me quedé estática, ¿que había sido eso?

Me levante de golpe con la respiración entre cortado pensando en que había sido aquel sueño, ¿había sido real? ¿La advertencia?

—Amelie, ¿Estas bien? —Leroy abrió sus ojos con dificultad y solto un pequeño bostezo.

—si, lo lamento no quise despertarte —dije en susurro.

—ahora duermo mucho mejor que estas conmigo —sonrió con nostalgia.

¿La habrá pasado mal? Quizás no tanto como yo, había extrañado estar a su lado, su aroma embriagador que hacía que perdiera la cordura.

—lamento haberte hecho daño —sonaba culpable y sincero.

—y yo lamento haberme ido de tu lado —susurre.

—tenías toda la razón de hacerlo, fui un Imbécil —acaricio mi rostro y me beso con pasión y deseo.

Éramos uno solo y podía sentir su amor, deseo y pasión, el también podía sentir mi alegría y mi deseo por el.

—te necesito tanto —dijo el con su voz ronca.

—aquí estoy —dije jadeante.

El sol resplandecía con alegría y yo solo miraba a Leroy junto a mi, se veía tan tranquilo y relajado, me gustaba verlo de esa forma.

Me levante con cuidado de la cama para no despertarlo y sonreí al recordar lo que hicimos en la madrugada, con Leroy jamás me sentía aburrida.

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