Secretos - La historia de una acompañante romance Capítulo 174

Me volví a enjuagar, alisté mis cosas y tome rumbo a una disco famosa, como no iba acompañada pensé en no llevar algo de tanto valor, mi dinero estaba en una tarjeta bancaria, fue lo último que me ayudó la señora Lucy, pedí una mesa privada, desde aquí podía ver todo el ambiente de la disco, pero tenía cierta tranquilidad, cuando estaba dispuesta a bailar le pedí al bartender que me guardara la cartera, el muy amablemente lo hizo.

La pista de baile estaba algo llena, pero aún así se podía bailar tranquilamente, pero no sé si fue a propósito, pero un chico me estuvo empujando constantemente.

— Oye, es que acaso no sabes bailar, me has pasado empujando.

—Lo siento señorita, pero es que no he podido encontrar un espacio adecuado.

— ¿Andas solo?

— Ando con unos amigos, están por allá — me señaló con su dedo

— ¿Que has apostado? — le pregunté de manera sería.

— Disculpe — se extraño él.

— Se que cuando los hombres hacen eso, es porque algo han apostado, dime, talvez te ayude.

— Pues hemos apostado a los tragos, si lograba que usted me hablara, €50 cada uno si usted me daba un beso y €100 si lograba ligar.

Me sorprendió que pensarán ligar en una sola noche, pero así son estos sitios.

— Ven conmigo.

Lleve al chico a la mesa de los otros chicos, habían 5 en total, todos se pusieron nerviosos por mi llegada.

— Haber muchachos, denme €1,000, paga. una habitación y nos vamos todos a disfrutar ¿Que dicen? — el dinero no me hacía falta, pero no sé los quería poner tan. fácil.

Ellos solo se quedaron viendo.

— Bueno si se deciden yo estaré allá arriba en la mesa 5, pero decidan rápido, puede que otro se les adelante.

Mientras hablaba con ellos desabroché un botón de mi blusa, luego fui en retorno hacia mi mesa, pero cuando estaba subiendo las escaleras una mano me detuvo.

— Ellos no quieren, pero yo si puedo pagarle los €1,000 ¿Que dice? Solo usted y yo.

Le sonreí.

— De acuerdo, solo déjame ir a buscar mis cosas allá arriba.

El subió conmigo, le pedí al bartender mi cartera, pagué mi cuenta y nos fuimos, me llevo a un motel de quinta.

— Oye ¿Estás seguro que me vas a poder pagar?

— Claro, aquí los tiene.

Conté el dinero y los guarde, pero todo fue que yo pudiera mi cartera y me tomo del pelo.

— Esta noche serás mía, perra, te haré arrepentirte por ser tan puta.

Me obligó a arrodillarme y que le bajará los pantalones, salió disparado un pene de unos 25 cm.

— Que cosa más grande tienes.

— No tendré piedad en ti de ocupar todo eso, por todo tus orificios.

Apunto eso a mi boca y lo metió sin antes dejarme respirar, me agarró la cabeza con las dos manos y prácticamente se estaba masturbando con mi baco, al final tuve que empujarlo un poco para que me dejara respirar.

— ¿Quien te ha dicho que te detengas perra? — después de esas palabras llegó una cachetada.

Lo volvió a meter y prácticamente lo metía hasta mi garganta, luego solo arrancó mi blusa y me apretaba los pechos con fuerzas.

— Tienes unos lindos pechos, me gustan — dijo mientras se metía uno a la boca, el pezón le agarro por morderlo, me dolía, pero a la vez me gustaba como me estaba tratando, pero solo me acordé de las palabras del otro tipo, quería ver si realmente estaba empapada, yo me sentía así, pero quería comprobarlo, empecé a bajarme la falda, no quería que me la dañará también.

— Vaya, si que estas desesperada, está bien, pero antes te haré sufrir.

Me terminó de quitar la falda con el calzon y empezó a darme una rica mamada, uff sabía dónde pasar la lengua y la fuerza que necesitaba.

— Si que estás un río aquí, sabe bien tus fluidos.

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