Secretos - La historia de una acompañante romance Capítulo 77

El tiempo pasó y las demás chicas comenzaron llegaron.

—Hola muchachas ¿Están listas para ser mujeres?

—Estamos algo nerviosas, pero queremos va hacerlo — dijo la mayor.

—Muy bien, quiero que sepan que también hay otra chica aquí, que también perderá su virginidad, por seguridad está usando un antifaz, necesito que también ustedes los usen, lo que menos quiero es que reconozcan a alguien.

Las chicas se pusieron los antifaces.

—Ahora lo que quiero es que vayan a una habitación y se quiten la ropa, haré una pequeña inspección de ustedes.

— ¿Que es lo que verás? — pregunta la más chica.

—Si temen que les haga algo, pues ustedes están aquí por sexo, si no quieren que las vea desnuda, en la playa no parecía que les. diera pena.

—Te pasas con esa pregunta, ven vamos a quitarnos la ropa — dijo otra de las chicas.

Cuando considere que había entrado un tiempo oportuno, comencé a entrar en cada habitación, comenzando por la mayor de todas.

—Quiero que me enseñes tu coño.

—Disculpa.

—Necesito ver qué estés presentable y que no parezca que tienes una selva ahí abajo.

La chica se acomodó y luego abrió sus piernas, tenía poco vello, era aceptable.

—Muy bien.

—Quiero ver el tuyo, ver su es cierto que te preocupa la presentación.

Me levanté el vestido que llevaba, no tenía puesto calzón y le mostré mi coño totalmente depilado.

—Se mira apetitoso.

—Por eso es importante cuidarse.

Entro a la siguiente habitación y le digo lo mismo, me muestra el coño y este se perdía entre un montón de vello.

—Si quieres continuar con ésto, ve al baño y te quitas eso que tienes ahí, la higiene y presentación es muy importante.

La chica salió corriendo hacia el baño, por suerte había comprado algunas cosas para eso, entro a mi tercera habitación, sigo el mismo procedimiento, pero está chica ya estaba lista.

—Muy bien, así es como debes de manejarlo siempre.

—Lo se, pero lo hice hasta hoy en la mañana.

—Te has salvado entonces que también te mandé a afeitar.

—Ya me imagino a quien mandaste.

Salgo y entro a mi última habitación.

—Quiero ver si me hiciste caso, muéstrame tu coño.

—Si le hice caso — en eso ella abre sus piernas.

—Muy bien, como trabajarás conmigo, siempre andarás de esta forma, las oportunidades de tener sexo se presentan de muchas formas y solo por no andar presentación las puedes perder.

Cuando salgo, la otra chica ya venía de regreso, se detuvo y me enseñó como quedó, aún tenía cierta cantidad, pero era pasable.

En eso golpean la puerta, le hago señas que entré a su habitación.

Al abrir la puerta habían solo cuatro hombres, bastante musculosos, se veían atractivos.

— ¿Por qué solo vienen cuatro?

—El otro no pudo venir, mandan a pedir disculpas.

No era lo planeado, pero bueno.

—Pasen no se queden ahí pasmados.

Al entrar vieron que solo estaba yo en esa habitación.

— ¿Dónde están las demás chicas? — Pregunta uno.

—Calmate vaquero, antes de ir a las chicas, quiero que se quiten la ropa y me muestren lo que tienen.

A diferencia de las mujeres, a los hombres les gusta exhibirse, no lo pensaron ni dos minutos y ya estaban desnudos, tenían buenos tamaños.

—Muy bien, les explicaré las reglas, tendrán que usar estos antifaces en todo momento, usarán condón que encontrarán en las mesas de noche, las chicas son vírgenes así que me las tratan bien ¿Han entendido?

Todos asintieron con sus cabezas y luego se colocaron el antifaz.

—Muy bien, quiero que todos se coloquen en frente de una puerta.

Las puertas estaban cerradas así que ellos no podían ver qué chica les tocó, cuando ya los cuatro estaban frente a una puerta cada uno, di la orden que podían entrar, cuando ellos entraron, luego entre a cada cuarto y puse las puertas de tal manera que no se cerrarán, me senté en un sitio donde tenía una perspectiva general de todo lo que estaba sucediendo y luego empezar a disfrutar, era como estar viendo cuatro películas porno a la vez, a mi lado estaba mi juguete, quien me acompañaría en estos momentos de travesura.

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