Sexland romance Capítulo 10

La experiencia había llegado a su final.

Estábamos todas a bordo del jet que nos llevaba de vuelta a casa... Por supuesto el de la familia de Calum.

Él a pesar de que no había querido que nos viéramos hasta la fiesta de ensayo que sería esta misma noche, me había pasado un mensaje tan lindo como solo él solía ser, haciéndome saber que estaba desesperado por verme y que se había ido un día antes de la despedida.

Yo sin embargo había culminado mis días en Sexland. ¿Estaba mal eso?... Yo creo que no. Esperaba que no.

— No le des más vueltas Suss — decía Rommy bebiendo un jugo de lo que nos habían ofrecido las azafatas.

— Es que no quisiera que esté molesto conmigo por haberme quedado — respondí con pesar.

Pues me equivocaba. Todo el maldito viaje sufriendo por lo que podía ser y nunca fue.

Nada más aterrizar, cuando abrieron la puerta de salida, me asomé a la escalerilla del avión y lo ví, en la pista, esperando por mí.

Cómo la loca enamorada que era bajé corriendo y me lancé a sus brazos desde el último escalón y me atrapó dando vueltas conmigo en círculos y besando mi pelo mientras yo me enganchaba a su cintura.

‹‹ Te quiero, te quiero, te quiero nena... Te quiero muchísimo ››

Esas palabras me robaban el aliento y me sacaban lagrimillas de alegría que marcaban un antes y un después en nuestra relación.

Aquella aventura por Sexland, había sido maravillosa pero sobre todo, por la certeza que me dió, de lo mucho que amaba a mi chico, por la diferencia abismal que suponía el sexo sin amor y el sexo con Calum.... Era como otra dimensión del sexo.

Pasamos la tarde juntos. Amándonos cómo solo podíamos hacerlo estando juntos. Todas las veces que me repitió que quería que nos reencontraramos en la cena de ensayo, se fueron al traste por las intensas despedidas que habíamos tenido.

Nunca le conté los detalles y tampoco quise saber los suyos. Volvíamos a ser Calum y Ssusy. No hacía falta nada más.

Sin embargo, en la maldita cena de ensayo, me encuentro con el objeto de todos mis orgasmos en Sexland y eso, como si fuera poco, venía acompañado de un plus que no esperaba... Mi monitor de sexo, parecía ser el cura de mi boda.

No me atreví a confesar a mi novio, quien demonios era el bendito cura y cuando lo ví ir hasta los baños, salí casi corriendo detrás de él.

Empujé la puerta del baño de caballeros y sin pena alguna ni medir consecuencias, me colé tras él y se giró asustado cuando me vió allí dentro.

— Hija,¿ que haces en el baño de hombres? — el cura parecía asustado y trataba de guardar su miembro en los pantalones, pues lo había pillado orinando.

— No seas descarado y no me llames hija como si fuera una simple chica a la que vas a confesar maldito mentiroso — puse seguro y caminé hasta él con las manos en mi cintura.

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