Sin Darnos Cuenta romance Capítulo 2

La espero en el auto mientras que ella compra la comida para nuestro campamento en la playa, y claramente yo no he entrado con ella para que no se forme un escándalo en el supermercado ya que últimamente mi “fama” se ha convertido en todo un problema, algo que no esperaba que ocurriera, mucho menos en el rubro del arte al que yo me dedico. Escucho la radio y parece estar en mi contra, suena Reik y su tema "Voy a olvidarte."

"Eras mi vida, eras todo

No entiendo porqué tú me traicionaste

Voy a olvidarte, voy a borrarte

Así que vete y no regreses

Que esto ya no me interesa

Es muy tarde para oír que te arrepientes"

Parece que la canción es justa para mí... Por puro masoquismo, me la quedo escuchando unos minutos más hasta que la veo salir del supermercado con las bolsas. Abro el maletero del auto desde adentro y mientras ella guarda las cosas, cambio de estación solo para que no nos deprimamos más de la cuenta.

—Esto está un poco mejor.— Digo, aunque nadie me escuche al oír el ritmo de "Shape of you" de Ed Sheeran.

La puerta del pasajero se abre y al sentarse lo primero que hace es subir el volumen y comienza a cantar.

"I'm in love with the shape of you

We push and pull like a magnet do

Although my heart is falling too

I'm in love with your body

Last night you were in my room

And now my bed sheets smell like you

Every day discovering something brand new

I'm in love with your body"

—Cantas fatal, ¿lo sabes?— Le pregunto burlándome de ella.

—Lo sé perfectamente, pero amo la música aunque no tenga el talento que tú tienes para el arte...— Me replica mientras conduzco de regreso a la playa ya que tenemos todo lo que necesitamos para acampar.

—La música cura el alma, y en estos momentos nuestras almas están en coma profundo.— Añado.

—Así es, basta de llorar y sufrir.—

—Como dicen por ahí en televisión "Pare de sufrir"— Comento y ambos reímos.

—Exactamente y como dijo cierto pintor, el dolor la vida es muy breve para dejar te hunda— Accede y solo puedo sonreír.

Jordana tiene la virtud de que a pesar de haber tenido una vida bastante complicada a causa del abandono de su madre y de la prematura muerte de su padre, es una mujer llena de vitalidad y buen humor. Sé que usa sus bromas y risa como un escudo para no dejarse ver mal por nadie, pero conmigo no es así. Creo que conmigo es con la única persona que si siente ganas de llorar lo hace, así de grande es la confianza que ambos nos tenemos.

—¿Usaras todas las frases que he dicho en mi contra?— Le pregunto mirándola por un instante.

Encojé sus hombros —No fui yo quien dijo esas palabras.—

—Lo sé... pero es que en teoria todo parece mas fácil.— Me explico.

—Y lo es, pero ¿sabes qué?— Pregunta dejando la pregunta en el aire.

—¿Qué?—

—¿Tú crees que ellos estén llorando por nosotros? Porque yo no...— Me dice y su pensamiento tiene mucha lógica.

—No lo creo tampoco.—

—Hemos sido dos imbéciles por enamorarnos de ellos, pero ya esta... ya el error lo hemos cometido y le hemos dado nuestro tiempo a quienes no lo merecían. Solo queda olvidarlos y superar lo sucedido. Este grupo de despechados no tan anónimos esta para eso.— Comenta y a medida que me habla busco una canción en mi reproductor de música.

—Llevas razón, y sabes... tengo la canción ideal para eso.— Digo y sin decir nada mas dejo que suene la canción que tan bien conoce ella, ya que fue ella misma quien la añado a mi playlist.

Es el simple hecho de escuchar las primeras notas para que ella comience a desafinar nuevamente.

"Ya te olvidé, vuelvo a ser libre otra vez

Vuelvo a volar hacia mi vida que está lejos y prohibida para ti

Ya te olvidé, ya estás muy lejos de mi

Tu lo lograste con herirme, lastimarme y convertirme en no sé que"

—Después te quejas de que canto mal.— Expone mientras estaciono el auto al llegar a la playa nuevamente.

—Es que me haces reír, aunque solo sienta ganas de llorar.— Le confieso mientras bajamos del auto. —Yo tenía planeado quedarme hundido en la depresión en mi cama, pero tú has cambiado todo y eso que estas en las mismas que yo.— Comento mientras bajamos las cosas del maletero.

—Soy tu madrina de despecho.— Se explica. —Espero lo mismo de tu parte.— Me advierte.

—Espero poder hacerlo.— Le digo mientras cierro el maletero.

—Ya verás que sí, siempre me haces reír con tus ocurrencias.— Me confiesa cuando vamos caminando por la arena.

—Seré el mejor padrino que pueda.—

—Está noche me conformo con que puedas armar bien la tienda de campaña.— Explica entre risas.

—Eso ni lo dudes, soy todo un boy scout.— Bromeo y ahí esa su risa burlona.

—Aha... la última vez tuve que armarla yo.— Me recuerda.

—He tomado un curso por internet.— Me defiendo.

Ella prácticamente se muere de risa en mi cara —Lee el manual de instrucciones, es mas fácil.— Propone y tiene razón.

—De acuerdo... comencemos pues.— Digo dejando la bolsa de la tienda de campaña sobre la arena y como ha dicho ella, comienzo a leer el manual.

—Yo me encargo de la comida.— Propone y sin ningún tipo de objeción le dejo que lo haga ya que pretendo que cenemos algo decente y no lo que yo cocino.

—Se supone que el filosófico aquí soy yo.— Bromeo.

Ella ríe y se deja caer de espaldas sobre la arena —El despecho me pone así, lo siento.— Se disculpa mirando las estrellas.

Sin dudarlo dejo caer mi espalda sobre la arena al igual que ella —Estás irreconocible, pero por un lado tu pensamiento tan retorcido lleva algo de razón. A veces nos aferramos a lo que sentimos en el principio de la relación para hacer que dure para siempre, pero no siempre es suficiente.—

"Pero, todo no fue suficiente,

Me mata perderte, quisiera arrancarme el dolor. Pero mi corazón arrogante , se niega a escucharte, no quiere aceptar tu adiós. Como fuego en la tormenta se apagó tu amor, yodo no fue suficiente, todo es nada hoy."

Canta ese pedacito de la canción de Ha-Ash y no puedo parar de reír.

—¡Dana, basta! No podemos tener una canción para todo.— Digo entre risas.

—Es esto o emborracharme, tú eliges. — Sentencia entre risas.

—Canta mejor.— Respondo sin poder parar de reír —La ultima vez que te emborrachaste tuve que pelearme con dos tipos.— Le recuerdo.

—Mi súper héroe.— Comenta de manera sarcástica y se abraza a mi como hace siempre.

—Dana...— Digo dejando la frase en el aire.

—¿Qué?—

—Estaba pensando mientras armábamos la tienda de campaña que no me gusta que estés viviendo con la víbora de Nora, es insoportable. —

—Franchesco, ya te lo dije...— Se queja.

—Escúchame.— Le interrumpo —Como sabrás, yo regrese a casa de mis padres solo porque lo mío con Cintia termino, pero quiero volver al piso que tenia con ella, eso si quemando ese colchón.— Aclaro. —¿Por qué no te mudas allí conmigo?— Le propongo y ella me mira con sus ojos abiertos de par en par.

—¿Es en serio?— Pregunta confundida. —¿No será extraño?—

—Estoy hablando muy en serio, y no... no será extraño. Cada vez que estoy en Málaga nos la pasamos juntos de aquí para allá; no veo porque no podamos compartir piso como los grandes amigos que somos. Así tú te ahorras el tener que vivir con ella.—

—Y te rompo los tímpanos cantando.— Bromea.

—Uso tapones para los oídos.— Digo entre risas. —¿Qué dices? ¿Roommates?—

—¡Gracias Franchesco!— Responde con entusiasmo. —¡No sabes las ganas que tenia de irme de ese piso!— Exclama y noto la alegría en su voz.

—¿Es un sí?— Pregunto mirándola fijamente.

—¡Es un gran si!— Contesta

—Compañeros de piso entonces.— Sentencio sonriente.

—Yo cocino.— Advierte.

—Mejor.— Digo entre risas.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Sin Darnos Cuenta