Sin Darnos Cuenta romance Capítulo 3

Ya empieza a hacer un calor infernal dentro de la tienda de campaña y sin poder dormir más, abro mis ojos y me adapto a la luz que se trapaza a través de la tela. Quisiera levantarme, pero parezco ser su perfecta almohada ya que usa mi torso para apoyar su cabeza. —Dana.— Le susurro y ella comienza a moverse hasta que finalmente abre sus ojos y se encuentra con los míos.

—¿Ya es de día?— Pregunta confundida y no es para menos, nos hemos dormido casi cuando estaba por amanecer.

—Mmmm... si...— Digo y busco mi móvil. —Son las diez.— Le informo y ella abre sus ojos de par en par.

—¡¿De verdad?!— Pregunta asustada.

—Si... mira...— Le dejo saber y le muestro la pantalla del móvil.

—Uff... ya me estoy pareciendo a ti.— Bromea y se sienta. —Es que entre todas las reglas de convivencia y nuestras charlas de despecho, nos hemos ido a dormir súper tarde.— Comenta y al igual que ella me siento.

—Si... ¿trabajas hoy?— Le pregunto mientras acomodo mí desordenado cabello.

Rehace su coleta la cual estaba toda desordenada —No... hoy no tengo que terminar ningún proyecto.— Me explica.

—¿Entonces chapuzón y a desayunar?— Propongo y su sonrisa me deja saber que es un sí.

—¡El que llega último paga!— Exclama mientras abre la tienda de campaña y sale corriendo.

Rápidamente salgo y la alcanzo en la playa hasta que me empuja con su cuerpo para que me caiga y para evitar que ella siga su camino, sujeto su pierna y hago que caiga junto a mí.—¡Ya verás tramposa!— Le advierto mientras la tomo entre mis brazos y la levanto.

Voy hacia el mar y el que hayamos dormido en traje de baño hace que no tenga que quitarme la camiseta para entrar al agua.

—¡Franchesco!— Me grita cuando se da cuenta de que me sumerjo en el agua con ella.

Una vez que estamos debajo del agua la suelto y salimos a la superficie. No puedo parar de reír al ver su cara de enfado. —¡Te voy a matar!— Me grita y golpea mi pecho con sus débiles brazos.

—¡Tú comenzaste! ¡Eres una tramposa!— La regaño y apoyándome en sus hombros hago que vuelva a sumergirse.

Acomodo mi cabello mientras me rio de la cara de rabia con la que me mira —Pagaras tu de todos modos.— Me advierte soltando su cabello para volver a acomodarlo.

—Ya lo sabía.— Admito entre risas.

—Bueno, ya nos hemos refrescado... ahora vamos a desarmar todo eso e irnos a desayunar ¡muero de hambre!— Informa mientras emprende camino hacia la orilla. Si hay una cosa que nos encanta a los dos es comer... lo que no sé muy bien, es como hace para no engordar...

Salgo del agua y le ayudo a desarmar la tienda de campaña y a guardar todas las cosas en las bolsas para luego subirlas al auto. Nos subimos al auto y emprendemos camino a nuestra cafetería favorita frente al mar.

—¿Habías escuchado este tema?— Me pregunta subiendo el volumen de la radio y suena "Crying in the club" de Camilla Cabello.

Sin poder evitarlo, cantamos al ritmo de la canción y reímos al saber que estamos haciendo el ridículo. —Tiene razón esta chica... "With a little faith, your tears turn to ecstasy". — Le digo.

(Con un poco de fe, tus lágrimas se transformarán en éxtasis)

Ella ríe y asiente mientras se sigue moviendo al ritmo de la música —Y con un padrino de despecho todo es mejor.— Comenta.

—Y roommate... no te olvides.— Le aclaro cuando voy estaciono el auto justo enfrente de nuestra cafetería.

—No, no me olvido... en tres días me mudo a tu piso, eso si me tienes que cobrar algo.— Me advierte cuando vamos bajando del auto.

—¿Cómo te voy a cobrar a ti? Sabes que no necesito ese dinero.— Le explico, pero sé que es más terca que yo.

—Entonces déjame pagar los gastos de comida o de luz o algo.— Me pide y resoplo mientras abro la puerta de la cafetería.

—Paga la luz y comida, eso solo.— Hablo finalmente para que no insista más y vamos a nuestra mesa de siempre.

—Perfecto.—

—Hola Franchesco, hola, Jordana, ¿Qué les sirvo hoy?— Nos pregunta David.

—Lo de siempre.— Le indicamos a la par y él ríe. Después de venir aquí al menos una vez a la semana, ya somos clientes habituales.

—Algún día deberíamos ir a un sitio diferente.— Propone entre risas.

—¿Para que? Aquí nadie nos molesta nunca. Ya se acostumbraron a verme y todo.—

—Es verdad... me a veces me olvido de que eres el pintor famoso.— Dice sarcásticamente y me saca la lengua.

—Pero que irrespetuosa...— Bromeo.

Reímos de nuestras tonterías hasta que ella se pone seria —Bueno, entonces anotemos las reglas de convivencia.— Dice y toma una servilleta. –David, ¿tienes un bolígrafo?— Le pregunta y el asiente a la distancia y se lo trae. —¡Gracias!— Le dice amablemente y el sonríe estúpidamente... si... está loco por ella, pero ella ni la hora le da. –Bueno ahora sí, anotemos.— Me dice.

—Lo que hablamos anoche.— Digo mirándola detenidamente mientras hace como si estuviese escribiendo un contrato.

—Entonces habíamos quedado en que yo cocinaba y tú ordenabas.— Dice y anota...

1—Jordana: Cocina, Franchesco: Ordena

—Si.—

—Avisar antes de llevar a un hombre o mujer al piso.—

—Exacto y preferentemente que el otro no salga mientras este allí esa persona.— Aclaro.

2. Avisar de la llegada de posibles conquistas.

Rio ante su nota.

—Baja la tapa de cuarto de baño que te conozco.— Me advierte y no puedo parar de reírme.

—Vale, lo hare.— Respondo entre risas.

3. Bajar la tapa de cuarto de baño.

—No tocar hacer ruido cuando pintes pasadas la 3 de la madrugada.— Me advierte.

—Suena justo.—

4. No ruidos pintando después de las 3AM.

—Creo que eso es lo básico para que no nos matemos.— Bromea.

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