Una semana después: Julio 23
A medida que los días van pasando, siento que la realidad se nos acerca. Falta poco para que comience toda la vorágine que se viene entorno a las nuevas obras, a la nueva exhibición, y los futuros viajes que me tocaran hacer. Lo único que puedo hacer, es intentar disfrutar de ella, de mi familia, y de mis amigos lo que más pueda para tomar fuerzas para lo que se viene.
—¿Lista para ir a casa de mi familia y pasar un día increíble en la piscina?— Le pregunto cuando sale de la habitación.
Me sonríe, y se da una vuelta para que note que lleva su traje de baño puesto debajo de su vestido de verano color blanco. —Estoy lista, aunque me sigue intimidando el ir a tu casa como tu novia. — Confiesa con una tímida sonrisa.
Camino hacia ella lentamente y una vez que estoy enfrente suyo, tomo sus manos entre las mías —Eres incomprensible... la otra noche en el auto no había nada de timidez en ti, y ahora te da pudor ir a casa de mi familia y que nos vean juntos. — Le digo intentando comprender su lógica. Su risa me contagia, y no sé ni quiera bien porque se ríe.
Se acerca más a mí y pega su cuerpo contra el mío mientras lleva sus brazos por encima de mis hombros —Mi amor, una cosa es cuando estamos tú y yo solos... otra cosa es estar con toda tu familia mirándonos… digamos que eso no me pone mucho...— Dice pícaramente y me hace reír.
—Mi Dana...— Digo tomando su rostro entre mis manos —¿Qué hare contigo? Estas un poco loca, pero me encantas. — Bromeo.
—Se me ocurren muchas cosas Fran... pero, por ahora iremos a comportarnos bien en casa de tu familia. — Me dice guiñándome un ojo y se suelta de mi mientras ríe de manera maléfica al saber que me ha dejado pensando en un mundo de posibilidades.
Ella sale del piso, y yo salgo rápidamente detrás de ella y al alcanzarla la sujeto de la cintura desde atrás —Malvada. — Le digo al oído mientras caminamos de esta manera hasta el elevador.
—Y a ti te gusta que sea así.— Me replica entre risas cuando vamos entrando al reducido espacio.
Sigo sin soltarla, solo apoyo mi barbilla sobre su hombro e inhalo el exquisito aroma de su piel —Sabes... me encanta que contigo puedo ser quien realmente soy. — Le comento y logro robarle un suspiro.
—Me pasa igual contigo. — Me dice y coloca mis manos sobre las mías encima de su abdomen. —Me aceptas con todo lo bueno y lo malo que hay en mi...— Continúa haciéndome sentir feliz.
—En ti hay más cosas buenas que malas guapa...— Le digo y me mira entrecerrando sus ojos.—
—Quiero saber de las malas...— Me reta.
La miro haciendo muecas y su intensa mirada me pide que continúe. —Vale... la más notoria, es que eres muy mandona.— Digo sabiendo que puedo morir ahorcado aquí mismo.
—¡¿Mandona yo?!— Me pregunta dándose la vuelta y temo por mi vida.
—Un poco...— Comento entre risas y cuando menos me lo espero, ella salta haciendo que su piernas se enreden en mi cintura y deba sostenerla en el aire.
—Con que mandona...— Murmura mirándome fijamente.
—Tan solo un poco cariño...— Digo intentando no reírme.
—Pues, esta mandona muere por un beso tuyo.— Me dice de manera picara y sin pensarlo dos veces, comienzo a besarla de manera eufórica.
Estoy perdido en sus labios hasta que las puertas del elevador se abren haciendo que debamos separarnos mientras no paramos de reír como dos adolescentes.
[...]
Amo la paz que me transmite. Hemos venido cantando en el auto durante todo el camino y no podíamos parar de reír como dos tontos...
—¡Cuñi, bienvenida!— Le dice Tammy cuando salimos al jardín e intento no reírme de la cara que ha puesto Dana.
—Hola Tammy...— La saluda y luego me mira. —Ehh iré con las niñas y Max.— Nos dice al verlas en un rincón del jardín jugando con el ya no tan cachorro...
—No se acostumbra, ¿no?— Me pregunta mi hermana y niego.
—No, le da vergüenza.— Explico.
—¿Y tú?—
—¿Si yo me acostumbro?— Pregunto confundido.
—No, pregunto que como lo llevas.— Aclara mirándome de esa manera que tiene cuando quiere saber todo.
—Lo llevo muy bien, demasiado bien... Es que junto a ella no tengo que fingir nada. Puedo ser yo sin problemas... con mi buen y mal humor... con mis inseguridades... con mi celos... ella me conoce tan bien. — Digo mientras no puedo parar de mirarla como juega con mis sobrinas.
—Solo ustedes no se daban cuenta.— Me comenta haciendo que la mire.
—No estábamos listos, pero ya ha cambiado todo. Ahora ya los miedos quedaron atrás y nos hemos dado cuenta de que somos una muy buena pareja.— Le explico.
—¿Tanto que podrías casarte con ella?— Me pregunta haciendo que la mira como si me hubiese dicho una locura.
—¿Qué? No... no estamos listos para eso... no comiences Tammy... olvídate de casamiento, de hijos, y de todo eso. Dana y yo estamos en una etapa de aprendizaje mutuo. Estamos conociéndonos como hombre y mujer y no como simples amigos, así que... si me disculpas, antes de que me preguntes otra locura, me voy con ella.— Digo entre risas y la dejo hablando sola.
«Definitivamente mi hermana se ha adelantado años luz...»
Me quito mi camiseta, la dejo sobre una de las tumbonas, y cuando estoy por ir a la piscina con Dana y las niñas, mi móvil timbra. Miro la pantalla y sonrió al ver que son Emanuel y Zaira en nuestro grupo de Whatsapp.
**Ibiza, en dos semanas ¿Qué dices?**
Rio al ver su mensaje y es que Zaira siempre tiene esa manera tan peculiar de hacer sus invitaciones.
**No iría solo. ** Advierto.
—¡Pero escúchame!— Le pido.
—Lo siento, dime...— Dice con una pícara sonrisa.
—¿Recuerdas a Emanuel y Zaira?— Le pregunto queriendo que recuerde cuando se los presente en mi cumpleaños el año pasado.
—Sí, ¿Qué hay con ellos?—
—Me han invitado a ir a Ibiza con ellos en dos semanas, ¿vienes conmigo? — Le pregunto y su mirada es de absoluta sorpresa.
—¿De verdad quieres que vaya contigo a Ibiza?— Me pregunta confundida.
—Claro que sí, quiero que vayas como mi novia; por supuesto.— Le aclaro y creo que no lo esperaba.
—¿No estaremos yendo muy rápido tú y yo? Me refiero que primero tu familia... ahora tus otros amigos...— Dice nerviosa.
—Dana, cariño... estamos yendo como tenemos que ir. No seas tan cobarde, ya lo hemos hablado.— Le recuerdo y suspira.
—Lo siento, es que no me acostumbro a entrar en tu mundo como tu novia. Yo sé muy bien lo que hay detrás de ti y vale... me da pánico. — Me admite.
—Olvídate de ese mundo del que hablas. — Digo acariciando su rostro y quitando las gotas de agua que caen de su cabello. —Solo piensa en ti y en mí. No le des tantas vueltas al asunto... Son unos días con amigos en Ibiza pasándola increíble.— Le explico y muerde su labio inferior volviéndome loco.
—Lo planteas todo tan fácil..— Comenta intentando no reír.
—Vamos... dime que si...— Digo como niño chiquito y ella ríe.
—Me convences de todo y es bastante injusto. — Me regaña y sin poder evitarlo comienzo a besarla.
—Ya verás lo increíble que la vamos a pasar.— Digo feliz y sigo besándola.
Nuestro beso se ve interrumpido por una falsa tos y al ver hacia el borde de la piscina vemos a Dante. —Tortolitos, siento interrumpir su escena romántica, pero, la comida esta lista.— Nos dice y cuando el se da la vuelta, ambos reímos como dos tontos.
—¡Que vergüenza!— Exclama ella mientras se separa de mi y va hacia los escalones de la piscina para salir.
—Es que tú me tienes loco.— Le digo cuando salimos y buscamos las toallas.
—Y tú a mí, pero no se lo digas a nadie.— Me dice y luego me deja aquí solo mientras se acerca a la mesa.
Nunca me hubiese imaginado algo así con ella. De verdad que me siento increíble a su lado...
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Sin Darnos Cuenta