Termino de abotonar mi camisa mientras la espero en el salón, y al verla salir de nuestra habitación; me quedo sin palabras. Sonríe triunfal al ver mi reacción y gira para dejarme ver cada ángulo del vestido de dos piezas que lleva puesto. Es negro, la parte de arriba apenas llega hasta su cintura y tiene un escote bastante pronunciado. La parte de abajo llega hasta arriba de sus rodillas y se ajusta perfectamente a su silueta para poder apreciar sus curvas. Los tacones que lleva puestos estilizan su cuerpo, su cabello suelto liso es el marco perfecto para ese rostro angelical que posee y que, con ese maquillaje sutil, luce increíble.
— ¿Te gusta? — Me pregunta de manera divertida y me guiña un ojo.
— Me encanta.— Respondo entre suspiros y me acerco a ella —Es que eres preciosa— Le comento y acaricio su rostro.
—¿Y tú?— Pregunta mirándome a los ojos y lleva sus manos a mis brazos —Es que mira cómo se ajusta esta camisa... — Comenta y ríe. —Guapo, vayámonos de aquí antes de que se me ocurra quedarme encerrada en la habitación contigo.— Me advierte.
—A mí ya se me había ocurrido, pero lo podemos dejar para más tarde. — Le comento y la beso dulcemente.
—Vamos.—
[...]
Llegamos al valet parking del restaurante, y antes de que baje del auto, ella sujeta mi mano. —Amor, recuerda que aquí debemos actuar como amigos. — Me advierte y sé que tiene razón.
—Va a ser complicado, pero lo hare. — Afirmo y bajo del auto para ir por ella del otro lado. —Por aquí Dana.— Disimulo y reímos.
—Buenas noches, tengo una mesa reservada a nombre de Jordana Garay.— Le dice a la recepcionista cuando entramos.
Todos se nos quedan viendo, y creo que es que no se esperaban que la diseñadora del próximo restaurante vendría acompañada conmigo.
—Eh... si señorita Garay... el señor Castillo ha dejado indicaciones para que le demos la mejor mesa del lugar. — Dice nerviosa y le pide a uno de los camareros que nos lleve allí.
Puedo sentir la mirada de todos sobre nosotros mientras atravesamos el lugar. Murmuran y comentan acerca de mi presencia y de quien puede ser ella... por otra parte la mesa de hombres solteros la observan creyendo que es una modelo o alguna artista no tan famosa todavía, definitivamente se ve increíble esta noche.
—Espero que todo sea de su agrado. — Nos dice el camarero. —El señor Castillo nos ha pedido que le hiciéramos degustar todo lo mejor del menú, él pasara por aquí en un momento.— Nos deja saber y luego se retira.
—Cuantas atenciones tiene el señor Castillo contigo.— Comento de manera sarcástica y me mira como diciéndome "¿en serio?"
—Franchesco...— Se queja —Es un cliente que quiere que conozca lo que hace.— Explica.
—Yo diría que es un cliente que intenta impresionarte... mira el sitio que estamos.— Comento mirando a mi alrededor y observando la lujosa decoración.
—Estamos en uno de los mejores restaurantes de Málaga, es normal que quiera que tenga una idea de que es lo que él está esperando que yo haga...— Se justifica.
—Vale, le daré el beneficio de la duda. Sabes, se me hace bastante difícil disimular que solo eres mi amiga cuando los hombres te miran como lo hacen los de aquella mesa. — Confieso y con mi mirada señalo a los cinco hombres que hay a tres mesas de nosotros.
—Te miran a ti Franchesco... tú eres el artista famoso entre nosotros.— Replica.
—Es que tú no te das idea de lo que provocas.—
—Cuéntame.— Me reta haciéndome reír.
—Dana, no juegues con fuego... no dudes que pueda olvidarme que lo nuestro es secreto y besarte aquí en medio de este lugar.— Le advierto y debo callarme cuando uno de los meseros llega con una botella de champagne.
Miro la etiqueta y vaya que es cara... Una Bollinger Edicion Especial —Definitivamente intenta impresionarte.— Repito cuando el camarero se retira.
—¿Y tú que?— Contraataca.
—¿Yo que de que?—
—¿Acaso no tienes a ninguna mujer que intente impresionarte? Vamos... que eres Franchesco Balestrini, el famoso artista, uno de los mejores del país.— Dice mientras toma la copa en su mano.
Respiro profundo y tomo mi copa —Dana, no quiero que entre tú y yo haya malos entendidos.— Comento.
—Yo tampoco.—
—Me ha tocado trabajar con Cintia hoy, y me ha dejado saber que quiere que regresemos.— Le digo firme.
—¿Y tú quieres?— Me pregunta con un hilo de voz que refleja preocupación.
—No, yo quiero estar contigo. No me interesa Cintia ni ninguna otra mujer, solo me importas tú.— Le respondo con un volumen de voz que solo ella puede escuchar.
—A mi también solo me importas tu Franchesco, y si... puede ser que Antonio Castillo o... Jorge... o cualquier otro pueda intentar impresionarme o lo que sea, pero solo me importas tú y quiero que lo sepas.— Me dice con una enorme sonrisa.
—Te besaría...—
—Quiero dejarte algunos asuntos claros.— Dice firme y su mano sigue subiendo hasta que llega a la parte mas sensible de mi cuerpo.
—Dana...— Le advierto y ella solo ríe.
—¿O estacionas, o chocamos? Elige. — Comenta pícaramente y busco el primer callejón oscuro que encuentro.
Estaciono y pongo el auto en punto muerto, pero no apago el motor. —¿Quieres volverme loco?— Le pregunto cuando su mano sigue jugando de manera traviesa en mi.
—Quiero que se te quiten los celos. — Replica firme y desabrocha su cinturón.
Creí que se sentaría sobre mí en el asiento del conductor, pero para mi sorpresa se pasa al asiento de atrás y me mira expectante mientras juega con su cabello —¿vienes o te quedas ahí viéndome?— Me pregunta de manera provocativa, y eso era todo lo que hacía falta para que fuese con ella.
Me inclino sobre su cuerpo, y hago que caiga de espaldas en el asiento mientras que mi boca y la suya comienzan a besarse como si no hubiese mañana. Sus manos desesperadas desabrochan mi camisa, mientras que las mías levantan su falda hasta que me encuentro con su diminuta braga. —Me volverás loco.— Le digo entre beso y beso cuando ahora sus dedos desabrochan mi cinturón.
—Solo quiero dejarte las cosas en claro.— Me advierte y allí están mis dedos rozando su anatomía cuando se cuelan por la tela de su lencería.
—Eres mía...— Digo sin dejar te tocarla y besarla.
—Tuya... al igual que tú eres solo mío.— Me dice mordiendo sus labios y tocando mi hombría de manera experta.
Es una guerra de poderes, de celos, de amor, de pasión... es un poco de todo y no sabría si es perfecto o no; solo sé que es lo que nos nace hacer... Nos nace hacer el amor de manera salvaje dentro de un auto en una calle de Málaga en plena noche... Nos nace dejarnos las cosas en claro de esta manera.
—Franchesco, entiende que no quiero que nadie más me haga el amor en mi vida. No habrás sido el primero, pero quiero que seas el ultimo. — Sentencia mientras que me muevo de manera despiadada en ella.
Muerdo su cuello, su lóbulo... —Cuenta con ello mi amor, yo tampoco quiero estar con nadie más.— Le digo al oído bajo el sonido de sus gemidos.
El aire nos falta, nuestros cuerpos tiemblan, y bajo el efecto de esta noche tan peculiar entre nosotros dos, las palabras sobran cuando nuestros cuerpos hablan.
Vaya manera de dejarme las cosas en claro... Muerdo sus labios una última vez y sonrió frente a ellos sintiéndome el hombre con más suerte del mundo.
—Te amo. — Le digo agitado y sus dedos acarician mi cuello.
—Y yo a ti. — Eso es lo único que importa... Me ama... la amo...
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