Sorpresa de una noche romance Capítulo 112

Eduardo bajó a desayunar, pero su intuición le decía que le faltaba algo.

Algo se sentía mal, pero no estaba seguro.

—¿Te interesa? ¿Quieres algo más? Juana ha hecho avena. Te traeré un tazón si quieres —Lydia dijo esto con una sonrisa y corrió a traerle a Eduardo un poco de avena.

Se la sirvió:

—Está un poco caliente, ten cuidado.

—...

En cuanto Eduardo terminó de desayunar, Lydia se acercó a él enseguida:

—Ve a tomar un breve descanso. Tienes una hora antes de que tengas que fichar. El periódico está en la mesita para ti.

Lydia recogió los platos y los palillos, todavía con una agradable sonrisa en la cara.

Aquello era extraño.

Eduardo hizo un zumbido y se sentó en el sofá a leer el periódico. Y de repente sintió que un par de manos suaves le ponían sobre los hombros cuando estaba a punto de abrir la revista. Lydia trataba de complacerle:

—Todo el trabajo que tienes cada día debe de haberte agotado. Deja que te dé un masaje.

Aprendió su técnica de los artesanos de la barriada. Solía dar masajes a su abuela y fue elogiada muchas veces.

Lydia se sintió aliviada de que Eduardo no se resistiera a que le diera el masaje con destreza.

¿Significaba eso que podría tener la oportunidad de conseguir que Eduardo la ayudara?

Lydia estaba en la Ciudad S para buscar a sus padres biológicos. Y no perdería la oportunidad de conocer a José Ramón. Ahora que lo piensa, Lydia estaba aún más interesada en complacer a Eduardo. Él sería muy útil para ayudarla a encontrar a sus padres biológicos si se lo ganaba.

—Basta ya. Ve al grano.

—Entonces...

Lydia dudaba sobre por dónde empezar. Ella no era así en absoluto antes de conocer a Eduardo. Pero ahora, estaba frente a él, sin palabras.

—Si necesitas mi ayuda en el trabajo, dímelo cuando quieras —Cuando notó la vacilación en sus ojos, Eduardo decidió seguir adelante. Miró su reloj y se levantó directamente—. Voy a llegar tarde al trabajo, vamos.

—...

¿Significaba eso que se había ocupado por nada en toda la mañana?

Lydia observó a Eduardo salir con paso firme. Se sintió decepcionada y con el corazón roto.

Lo persiguió. Estuvo a punto de mencionar el nombre del Sr. Ramón varias veces, pero al ver la cara seria de Eduardo, no pudo decir nada. Decidió dejarlo en su mente hasta que volvieran a la noche. Quizá tuviera que volver a hacer uso de su magia...

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