Sorpresa de una noche romance Capítulo 135

Al día siguiente, Lydia se estiró al despertarse, con su cálida y suave mejilla rozando la comodidad de su almohada.

De repente, recordó algo.

Al instante siguiente, se sentó como un rayo, con la manta cayendo hasta su cintura. Parpadeando, miró el reloj de la pared. Bien, bien, sólo eran las siete y media...

Pensó que iba a llegar tarde.

Lydia se levantó de la cama, frotándose los ojos, y se dirigió al baño para lavarse. Dejando la pasta y el cepillo de dientes, vio el cepillo de Eduardo al lado del lavabo... eh, le pareció un poco sugerente poner su cepillo al lado del de él.

Lydia dejó su cepillo de dientes alegremente, pero se congeló al llegar a la puerta.

¿En qué estaba pensando?

¿Qué tenían que ver las cosas personales de Eduardo con ella? Sólo estaban en un acuerdo...

Lydia reprimió sus emociones. Juana estaba preparando el desayuno. Al ver que Lydia bajaba del piso superior, se apresuró a decir:

—Señora, el señorito ha salido a correr. Podemos comer más tarde.

—¿Se ha ido corriendo? —Lydia bajó las escaleras contra la barandilla y miró al exterior. Al no ver nada, dijo sin pensar:

—¿Eduardo también corre?

Era un espécimen de hombre demasiado fino, ¿no?

Ayer había escuchado las discusiones sobre Eduardo, que decían que era un raro genio del comercio, convertido en director general con apenas veinte años. Teniendo en sus manos el sustento económico de Ciudad S, era incluso uno de los hombres más ricos del país...

Con lo ocupado que estaba en su trabajo, seguía dedicando tiempo a hacer ejercicio. No es de extrañar que tuviera un gran cuerpo.

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