Después de tanto tiempo sintiéndose mal por lo que había descubierto, la tradición del que en ese entonces era su prometido junto a su mejor amiga. Samanta no había tenido tiempo para si misma. Luego de viajar a Los Ángeles y hablar con su hermana de lo que debía de hacer para vengarse de ellos dos, no había podido sentarse ni un momento para pensar y valorarse a sí misma. Por alguna extraña razón sentía que esté viaje sería de gran ayuda para ella, que esté viaje le serviría de sanación y al regresar todo estará bien y lleno de sentido.
—¿Segura de que llevas todo? —le preguntaba su hermana Margot, mientras Samanta tomaba su equipaje para salir.
—Sí segura, no te preocupes llevó todo lo necesario.
—¿Pasaporte, efectivo, cosméticos, suficiente ropa?
—Sí, no tienes que preocuparte tanto por mí, yo estaré bien te lo aseguro.
—Eso espero, ha decir verdad me encuentro un poco nerviosa. No me gusta la idea de que viajes sola luego de todo lo que has vivido este último tiempo.
—Por todo lo que he vivido este último tiempo es que debo viajar sola, será un viaje para reencontrarme conmigo misma y terminar de sanar las heridas.
—Tienes razón, ya no eres la pequeña niña que tenía que defender. Ahora eres toda una mujer que sabe defenderse sola. Te quiero tanto.
En eso ambas mujeres se abrazaron.Aquel momento fue tan emotivo, estaba para que les tomarán una fotografía.
—Debemos de darnos prisa sino queremos que te deje el avión.
—Tienes toda la razón —le dijo Samanta a su hermana mientras agarraba la maleta.
Cuando ellas abrieron la puerta para salir. Al frente de la casa se encontraba Jazmín.
—¿Qué haces aquí? —le pregunto muy molesta Margot.
—Solo quiero hablar un momento con Samanta.
—No te bastó el daño que ya le hiciste.
—Tranquila, ve bajando las maletas en lo que yo hablo con ella, no creo tardarme mucho —le dijo Samanta a su hermana.
—¿Estás segura? —le pregunto Margot.
—Completamente tú tranquila.
Así fue Margot bajo llevando consigo el equipaje de su hermana hasta el estacionamiento, mientras que Samanta se quedó hablando con la que alguna vez fue su mejor amiga.
—Pasemos adentro un momento para poder hablar —le dijo Samanta a la que una vez fuera su amiga.
Ambas mujeres ingresaron al departamento ya una vez dentro comenzaron a conversar.
—Ahora sí dime ¿Qué es lo que tiene que decirme?
—Quiero pedirte una disculpa por todo lo que pasó, fui una tonta al haber traicionado nuestra amistad. No supe valorar como debía lo buena amiga que eres. Me gustaría mucho que me perdones.
—Por mí todo está perdonado no tienes que preocuparte por eso —le dijo Samanta con una cálida y sincera sonrisa en el rostro.
—Eso quiere decir que ¿podemos ser amigas nuevamente?
—Lamento mucho no haberlo hecho.
—Más lo lamento yo créeme amiga.
—Sigue contándome.
—Entonces él ingreso a mí habitación yo le pedí que dejara el medicamento en una mesa y que luego se fuera ya que no quería que su estancia en mi habitación se prestará para malas interpretaciones. Él me dijo que no se prestaría para malas interpretaciones ya que yo era tú mejor amiga la cual se encontraba enferma. Y él como tú novio lo menos que podía hacer era cuidarme en representación tuya.
—Descarado —exclamo Samanta.
—Creeme que si lo es. Bueno me cuido en un momento nos acercamos mucho y nos terminamos dando un beso ambos nos pedimos disculpas inmediatamente y quedanmos en que no contaríamos nada y qué eso no volvería a pasar. La cosa fue que a partir de ese momento Fernando comenzó a hacer muchas cosas por mí y yo me termine enamorando de él. Le confesé mi amor y le dije que lo menos que yo quería era hacerte daño y qué por esa razón era mejor que nos alejaramos. Él siguió insistiendo hasta que yo caí rendida.
—¿Porque no me lo comentaste antes que las cosas llegarán a ese punto?
—Pensé que no creerías en mi ya que tú confiabas siegamente en él.
—Yo nunca hubiera puesto en duda tu palabra.
—Ahora lo sé y por eso me duele aún más el haber sido tan tonta y perder tú amistad por un reverendo tarado.
—Te agradezco mucho que me hayas contado como fue que sucedieron las cosas. Quiero que sepas que aunque no seamos tan amigas como antes aún puedes contar conmigo para lo que necesites.
—¡Muchas gracias! —le dijo Jazmín— haré todo lo posible para recuperar tú confianza y qué volvamos a hacer tan amigas como antes.
Samanta no le dijo nada más solo se acercó y le dió un abrazo a la que alguna vez fuera su mejor amiga.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Sortilegio