Tras un buen rato, Alina habló en tono serio:
—No puedo volver ahora Shirling. Vuelve con Penny primero.
—¿Qué pasó? —preguntó Andre, muy nervioso.
Alina respiró hondo y dijo:
—Es que hay pistas nuevas de lo que pasó aquel año.
Aunque ese incidente había pasado muchos años atrás, Alina no podía evitar sentir el dolor cuando pensaba en ello.
Ese par de ojos de esa noche, tan agudos como los de un gato negro en la oscuridad, parecían haberla a Alina destrozado, persiguiéndola como una pesadilla día y noche durante estos años.
Y lo extraño era que los años más tranquilos de Alina fueran los que había pasado con Caleb. Después de llegar a la familia Collins, a los 18 años, Alina no volvió a tener esa pesadilla.
Después de abandonar la familia Collins, probablemente, las heladas aguas del Río Hasnan le agitaron los nervios, de modo que Alina volvió a soñar con esa noche terrible.
Las pesadillas, como demonios, la perseguían y la mantenían inquieta día y noche.
—¿Te refieres a «esa noche»? —Andre comprendió al instante de lo que estaba hablando Alina.
Alina asintió ligeramente con la cabeza:
—Sí...
¡Ella siempre había estado soñando con encontrar al hombre de aquella noche y descuartizarlo!
—Me quedo aquí contigo —dijo Andre en tono serio.
Andre sabía qué impacto aquella noche le había dejado a Alina, por eso le preocupaba dejar a ella quedarse a solas aquí.
Sin embargo, Alina rechazó:
—Puedo ocuparme de todo yo misma.
Alina quería y sabía que tenía que afrontar lo de aquella noche a solas.
—Alina...
—Andre, puedo arreglármelas sola —Alina miró a Andre y le dijo, palabra por palabra.
El tono era muy firme.
En realidad, Andre podía ver la emoción en sus ojos: Alina no quería que más gente conociera su lado desagradable.
—¡Odio a ese hombre y quiero saber quién es!
Nadie sabía cuánto había sufrido Alina después de aquella noche.
Alina recordaría para siempre la dolorosa mirada de sus padres cuando se enteraron de que ella estaba embarazada.
Ella había sido el mayor tesoro de sus padres. Y, sin embargo, ¡se había quedado embarazada involuntariamente en la mejor edad de su vida! Y lo peor era que no se sabía nada de la identidad del padre del bebé.
Alina estaba tumbada en la fría mesa de operaciones, consciente del dolor causado por los instrumentos médicos. Ese dolor siempre le recordaba que odiaba a ese hombre hasta la médula.
Después de tantos años sin noticias, por fin le llegaron pistas nuevas. Entonces, ¿cómo ella podía irse así?
—¿Estás segura de que puedes arreglarlo todo por tu propia cuenta? —Andre seguía estando un poco preocupado.
Alina asintió con firmeza y dijo:
—Llévate a la niña de vuelta por mí. Puedo arreglármelas yo misma.
Al ver lo decidida que estaba, Andre finalmente asintió:
—Bueno.
Penny no podía quedarse en Ingford. Su presencia aquí era una distracción para Alina. Además, Ingford era el territorio de los Collins y Alina no quería que se enteraran de la existencia de su hija, así que lo mejor que se podía hacer ahora era enviar a Penny de vuelta a Shirling con Andre. De esa manera, Alina podría concentrarse en sus propios asuntos
Alina bajó del avión, observó cómo el avión despegó y se dio la vuelta para marcharse.
Este preguntó con voz grave:
—¿Abortaste a mi hijo y tuviste una hija con él?
Alina respiró hondo y dijo:
—No eres digno de enfadarte conmigo aquí.
«¿Ahora me dice que no soy digno de enfadarme con ella? ¡Mató a mi hijo!»
—¡Alina!
—No eres digno, ¿lo sabes?—dijo Alina con frialdad— Hace tres años, cuando tomaste la decisión, ese niño ya estuvo destinado a ser una tragedia. Nunca pensaste en su vida, ¿querías que lo mantuviera a salvo?
—¡Alina!
—¿Qué? ¿Solo es mi deber? ¡No intentes echarme toda la culpa! —se burló Alina.
Cada palabra que pronunció Alina, como un cuchillo afilado, pinchó ferozmente el corazón de Caleb.
De repente, Alina sintió que un par de manos le estranguló el cuello y una sensación de asfixia le golpeó.
Ella intentó decir algo, pero no le salió ningún sonido, por lo tanto, dejó de resistir, se quedó mirando fijamente al hombre sin hacer nada.
Al ver su aspecto despreocupado, Caleb se enfadaba más, pero al ver sus mejillas sonrojadas por el ahogo, Caleb finalmente soltó las manos.
Tras liberarse del agarre del hombre, Alina respiró unas cuantas veces con dificultad, pero su mirada a Caleb seguía siendo tan obstinada e indiferente.
Tras recuperarse de la asfixia, Alina dijo:
—Ya que tú mismo no quiere ser padre, ¿por qué te importa tanto la vida de un embrión?
Al oír sus palabras, la rabia volvió a invadir el pecho de Caleb.
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