Soy más rica que mi exmarido multimillonario romance Capítulo 47

Alina estaba furiosa.

Sólo ella sabía lo ajustado del tiempo. Había querido terminar esto antes de ir a Oklens, pero Caleb había faltado a su palabra de repente y ella había perdido la mañana.

Lucy vio que Alina, que había estado de buen humor cuando había salido esta mañana, había vuelto enfadada.

—Señorita Alina, ¿qué pasa?

—¡Nada, acabo de conocer a un psicópata! —Caleb fue el que ella regañó.

Lucy miró sorprendida a la enfadada Alina.

Resulta que la personalidad de una mujer puede cambiar si no encuentra un buen marido.

En la mente de Lucy, Alina era una princesa elegante, pero ahora Caleb la ha llevado a tal furia.

A la hora de comer, ¡Caleb llega tal y como dijo que haría!

Alina observó cómo el hombre colocaba la hermosa caja de regalo frente a ella y le preguntó.

—¿Para qué?

—Es para ti.

—...

¡Fue impactante! Los regalos nunca habían formado parte de sus vidas desde que se casaron. Las parejas normales tendrían regalos el uno para el otro en días especiales, sin embargo Alina no tenía nada más que un hombre responsable, y con el tiempo ese patético sentido de la responsabilidad desapareció.

—¿Un regalo de divorcio?

«No necesito un regalo. Un divorcio rápido es mejor que cualquier regalo para mí. Apareciste impuntual por la mañana, ¡y ahora qué dices de aparecer con un regalo!»

El hombre hizo una pequeña mueca.

—Alina, basta ya —Caleb se esforzó por reprimir la ira en su tono.

Alina enarcó una ceja. Obviamente no entendía por qué Caleb actuaba así.

—¿Crees que estoy jugando contigo?

Caleb la miró y le dijo seriamente:

—Tienes que saber cuándo parar, has cambiado mucho en los últimos tres años, ¡pero eso no significa que puedas usar la misma táctica conmigo, no soy igual que otros hombres!

—... —Alina se quedó completamente sin habla.

«¿De qué demonios está hablando este hombre?»

—¿Te importa la táctica que utilice?

—No tiene nada que ver conmigo, pero no los uses en el futuro, ¡no tengo tanto tiempo para andarme con tonterías! —Dijo el hombre, con rostro adusto, mientras cogía el tenedor y empezaba a comer.

«¿Comer conmigo con esa actitud? ¿Y por qué habla en un tono de voz tan sombrío pero un contenido tan malcriado?»

Alina se quedó totalmente perpleja y miró al hombre, que comía con elegancia, y ella no se movió durante un buen rato.

Cuando Caleb vio que Alina no se había movido, dudó un momento antes de coger un trozo de ternera y ponérselo en su plato.

Al instante, Alina se puso en guardia, mirando el plato como si fuera comida en la mesa de la Villa Werland.

La placa fue empujada directamente al suelo con un «pop»....

Lucy y el mayordramo se quedaron estupefactas al ver esto, ya que nunca antes habían visto a Alina así.

Caleb miró a Alina con un semblante más serio cuando oyó el sonido penetrante y miró los trozos de plato que había en el suelo.

Caleb recibió una fuerte bofetada en la cara.

Y Caleb sintió el temblor de la mujer en sus brazos y la llevó directamente al dormitorio.

—¡Suéltame, suéltame! —Alina luchó, finalmente Caleb la soltó.

En cuanto quedó libre, Alina se encogió hacia el otro lado de la habitación, temblando y mirando a Caleb con recelo.

—¡Caleb, si vuelves a hacerme daño, te mataré! —Gritó enfadada.

Al oír eso, Caleb reaccionó en ese instante a por qué Alina había reaccionado como lo había hecho, por lo pasó hace tres años.

Aquel momento en la mesa le recordó a Alina la vez que Caleb la había cuidado con ternura en Villa Werland. Pero bajo la máscara de la ternura, todo era vileza.

Si aquella noche lluviosa de los dieciocho años había sido la pesadilla de Alina para el resto de su vida, aquel hombre también lo había sido tres años antes.

Nadie sabe lo fuerte que era su corazón para enfrentarse a él y desafiarle entonces.

Cuando volvieron algunos recuerdos, las emociones que brotaban de su interior seguían siendo abrumadoras.

Lucy llamó a un médico conocido de los padres de Alina y que conocía bien su estado.

Alina estaba tan cansada que se quedó dormida.

Fuera de la habitación, el médico suspiró y dijo.

—¡No la estimules más, la efermedad de corazón la acompañará el resto de su vida!

Con el paso del tiempo, las heridas del corazón cicatrizan, pero algunos recuerdos desagradables nunca se olvidan y, cuando se rememoran, es como si se hubiera desgarrado una vieja herida, haciéndola sentir aún más dolorosa.

Caleb frunció ligeramente el ceño y miró a Alina en la habitación.

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