Te Quiero Como Eres romance Capítulo 201

—Espérame aquí —Carlos dijo y salió.

Todas las doncellas en la puerta se fueron corriendo hacia abajo al instante.

Al poco tiempo, Carlos volvió con un par de sandalias sin tacones, que no iban a apretar contra los pies. Se agachó frente a ella y se las puso…

A ella ya no importaba esto. Ahora solo estaba pensando en qué había dicho recién.

Sentada en la mesa, Micaela se mostraba muy enrojecida.

No entendía por qué podía haber dicho eso. Ya no dudaba de Carlos, sino que hubiera estado demoníaca, ¡por lo cual había dicho palabras sinvergüenzas!

Mirando que Micaela solo tomaba el arroz, Carlos le añadió comida. Pero ella no lo notó y siguió comiendo lo del cuento sin levantar la cabeza...

Por este estado, él quería hacer algo con ella, pero no podía. Le sirvió una cucharada de sopa y ella la tomó…

—¿Por qué no me explicas lo que ha pasado hoy? —Carlos le preguntó viendo que Micaela casi terminaba el almuerzo.

¡Por fin Micaela se recobró y sintió que estaba muy llena!

¡Cuánto le había alimentado Carlos!

Entonces a Micaela se le ocurrió que ella casi se convirtió en un bebé ante él, ya que comía todo lo que daba él...

—Voy a buscar a Héctor y Eric… —Carlos dijo ligeramente al ver que Micaela iba a distraerse de nuevo.

—¡No!

A Micaela le vino lo que acababa de preguntar él. Y se precipitó a contarle todo lo ocurrido esta mañana cuando Alba llegó a Brillantella.

Él la observaba mientras la escuchaba. Ella hablaba con mucha claridad y obviamente ya olvidó el asunto que le daba vergüenza…

Esta chiquita simple era tan fácil para desviar la atención...

—Aunque me quedé un poco cansada por haber permanecido de pie, vale la pena todo. Ellas ya saben que no soy tan apocada y no se atreven a avergonzarme en el futuro —Micaela sacó una conclusión de lo que había pasado hoy.

—¿No te he dicho que me llames en el caso de que pase algo? —con algo de admiración, Carlos la miró.

Micaela comprendió que esto era la razón por la que se había enojado él.

Cuando ella salía de casa esta mañana, él le dijo que le llamara si pasaba algo, pero ella no lo hizo.

—Puedo solucionar este asunto. Además, he ganado yo. Todas las modelos que estaban presentes me dijeron que se llevarían bien conmigo… —Micaela lo miró con una actitud seria.

—¿Qué pasaría si aparentemente se llevaran bien contigo, pero te acosaran secretamente?

—Me haré más fuerte para que no se atrevan a hacer nada conmigo… —ruborizada, Micaela hizo una pausa y dijo con firmeza— Pero cuando sea necesario y no pueda resolverlo, todavía te tengo. Me vas ayudar, ¿no?

«Todavía te tengo…»

Dándose cuenta de lo que había dicho ella misma, Micaela se sonrojó…

«Todavía te tengo…»

Al escuchar las palabras de ella, Carlos se conmovió un poco. Finalmente, ella lo consideró como un apoyo…

—Claro, recuerda que me tienes aunque llegue el fin del mundo —Carolos sonrió con satisfacción.

Instantáneamente la cara de Micaela se puso roja y se le ocurrió lo que quería preguntar.

—¿Cómo has venido sin motivo?

—¿Y por qué Marcos estaba ahí?

Ambos hablaron casi al mismo tiempo.

—¡Porque somos las mejores amigas! Creo en ella y la conozco. Ella a mí también —Micaela se rio orgullosamente.

—¿Crees en todo lo que dice? —él preguntó.

Al principio, ella quería contestarle que sí. Pero lo contuvo.

—No puedo creerla en un asunto. Cuando era la novia de Marcos yo, ella no estaba de acuerdo. Incluso lo había seguido para tomar fotos cuando Marcos iba al hotel con otras chicas. En aquel entonces, yo creía en Marcos en vez de ella, por lo cual ella salió al extranjero más tarde.

—¿Y por qué lo creías tanto? —Pensando, Carlos se puso un poco descontento.

¿Acaso estaba totalmente loca por él?

—Porque no voy a cambiarme fácilmente una vez que he determinado algo. Sabiendo que él me quería de verdad, lo creía incondicionalmente. Y cuando encontré que me engañaba, jamás le haría caso.

—¿Pues ahora estás determinada para estar conmigo? —tomando las manos de Micaela, Carlos preguntó.

—¡Por supuesto! —ella asintió con la cabeza sin dudas.

En realidad, él había sabido ella había decidida a estar con él. Pero todavía se alegró mucho de oír que ella lo reconoció…

Él la tomó en sus brazos y acarició su pelo.

—Yo también —Carlos le dijo al oído.

Muy feliz, Micaela miró alrededor y encontró que no había criada aquí…

Avergonzadamente, ella alzó la cabeza y miró los labios de Carlos.

«Ahora ya no me importa la vergüenza…»

Cuando los dos apenas se besaban, ¡el móvil de Carlos sonó!

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