Te Quiero Como Eres romance Capítulo 358

Un poco sorprendida, Micaela miró a Carlos y luego a ese personaje animado, y reaccionó de repente.

«Hace unos días, él empezó este juego. Resulta que estaba haciendo preparaciones para personalizar una imagen de personaje para mí...»

Micaela se emocionó bastante y dijo en voz baja:

—La imagen es mucho más hermosa que yo misma...

El hombre dibujó una leve sonrisa y susurró en voz baja a su oído:

—Cariño, eres más guapa. ¿Te gusta?

Micaela asintió ligeramente con la cabeza:

—Me encanta. He oído antes a Javier decir que los jugadores pueden personalizar la imagen de su propio personaje.

—Exacto. Eres jugadora y representante comercial a la vez, así que, naturalmente, hay que diseñar una imagen única para el uso en futuras promociones.

Micaela asintió en señal de comprensión, pensó en algo y preguntó:

—Entonces deberá haber otras más imágenes de personajes, ¿verdad?

Carlos jugueteó suavemente con un mechón de su cabello liso, mirando fijamente a la mujer. Luego, hizo clic en el ratón, y se mostró otra imagen en la pantalla, que impresionaba bastante a Micaela.

—¡¿Este eres tú?!

Se veía un personaje de un galán bien vestido con una túnica blanca, con su largo y rubio pelo cayéndose casualmente sobre los hombros, como si fuera un príncipe apuesto. ¡Era muy parecido a Carlos!

Micela, sin apartar la vista ni un momento de la pantalla durante mucho tiempo, exclamó sinceramente:

—¡Qué guapo!

Carlos le cogió la barbilla a ella para que lo mirara, y dijo con una voz seductora:

—¿Dices que soy guapo?

Mirando el rostro guapo del hombre, Micaela volvió a pensar en las palabras que le había dicho Olivia, se sonrojó al instante y rápidamente giró la cabeza para mirar a otro lado.

Si no fuera la presencia de Diego, seguramente Carlos presionaría a la mujer debajo de él mismo y la besaría ferozmente.

***

Ya eran las nueve cuando los dos llegaron a casa. Micaela volvió al dormitorio para lavarse tan pronto como entró en la villa.

Cuando salió del baño después de terminar lo todo, vio a Carlos abriendo la puerta para entrar y preguntó:

—¿Has terminado el trabajo ya?

Carlos se adelantó y cogió en brazos a la mujer, que olía a gel de ducha, y le dijo suavemente:

—Sí, hoy podemos acostarnos temprano.

—Bien —Micaela mantuvo la cabeza medioinclinada sin atreverse a mirar al hombre—. Entonces, ve a ducharte primero...

—Ayúdame a quitarme la ropa, por favor —Carlos dijo con una voz baja y magnética.

El corazón se le aceleró rápidamente a Micaela al oír la petición del hombre, pero aun así levantó obedientemente sus manos para desabrochar su camisa.

Carlos bajó la cabeza mirando a la mujer, quien, con una carita sonrojada, se deslizaba tiernamente sobre su pecho con sus dedos finos, despertando poco a poco su deseo.

Él estaba esperando que Micaela tomara la iniciativa.

«¿Ella no está creyendo que estoy enfadado con ella? ¿Por qué no ha hecho nada para complacerme?»

Anoche le había mandado con anticipación al médico Enrique Tafalla decir delante de Micaela que su herida estaba casi curada, pero esta mujer ingenua no entendió lo que él quería expresar, lo que le molestó bastante a él.

Había pensado en ser más indiferente con ella para que esta estuviera enterada de que él estaba realmente enfadado, sin embargo, no pudo hacerlo.

«Anoche, el no desearte a la fuerza ya fue el límite de mi tolerancia. Cariño, ¡hoy no te dejaré escaparte de mí!»

Después de desabrocharlo, Micaela intentó ayudar a Carlos a quitarse la camisa, pero este se preocupaba de que ella se sintiera culpable al ver la herida en su espalda, así que dijo a la ligera:

—Gracias, puedo ocuparme en el resto yo mismo.

Con eso se dio la vuelta y entró en el baño.

Micaela dio un profundo respiro de alivio, fue al armario y sacó un vestido sexy del color rojo, que Katarina le había regalado.

Con el corazón latiendo violentamente, Micaela se puso rápidamente el vestido y se metió bajo la sábana. No obstante, al recordar las palabras de Olivia, volvió a levantar la colcha, vacilando en cuál pose sería mejor.

Así, cubrió y levantó la colcha repetidamente sin saber qué hacer por un momento. ¡Justo cuando ella estaba ansiosa por qué hacer, se abrió la puerta del baño!

Micaela se quedó bastante asombrada.

Como si notara el acercamiento de la mujer, Carlos se dio la vuelta y vio al pequeño que ya se acercaba a la cocina.

Al instante, le mostró una sonrisa suave a Micaela, con los ojos llenos de amor y dulzura. Luego, caminó hacia ella, le levantó la barbilla y le dio un beso en sus rojos labios bien pintados.

—Buenos días, cariño.

Con algo rubor en el rostro, Micaela miró hacia la cocina y preguntó con curiosidad:

—¿Qué estás haciendo?

—Estoy preparando el desayuno para ti. Espera un momento. Estará listo pronto.

Micaela quiso entrar en la cocina para echar un vistazo, pero el hombre no se lo permitió y la abrazó firmemente, susurrándole al oído:

—Cariño, has hecho muy bien en la cama.

Micaela se sonrojó aún más después de escuchar las palabras de este y dijo:

—No hables más de eso ...

Una vez más, Carlos la besó en los labios rojos.

—Bueno, no hablo más...

Micaela no fue capaz de apartarlo y aprovechó que Carlos la besaba en el cuello antes de decir:

—Carlos, no quiero más...

—Ya has dicho estas palabras numerosas veces la noche anterior. ¿Aún no te has cansado de decirlas?

Micaela se sintió muy impotente y suplicó:

—Tengo mucha hambre. ¿Qué has preparado para mí?

Micaela le dio otros dos besos en los labios antes de soltarla. Mirando con sus ojos profundos seriamente a la mujer, dijo:

—Cariño, realmente lamento haberte dejado ir tan fácilmente cuando te han tendido la trampa por segunda vez.

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